Saludos. Proseguimos aquí la serie con la batalla de Queronea (en realidad, una de las que tuvieron lugar allí), en la que se enfrentaron los ejércitos macedonios al mando de Filipo II y un joven Alejandro, y una coalición entre Atenas y Tebas.
Recordemos que Filipo II de Macedonia pretendía conseguir la hegemonía sobre las polis griegas, unificando el mundo helénico, que, debido a las interminables guerras entre las polis, se venía debilitando desde hacía más de un siglo. Filipo veía el peligro que corrían los griegos frente al poder persa, que no había menguado casi nada desde la segunda guerra médica.
En el 346, Filipo venció a Focea en la Guerra Sagrada proclamada por la Anfictonía, el consejo Delfos. De este modo, Filipo fue invitado por los tesalios, que dominaban dicho consejo, a participar activamente en la política de las polis griegas, ya que dicho consejo era el único foro en el que las distintas polis tenían en común, y sus decisiones solían ser acatadas por la mayoría.
Atenas y Tebas, las dos ciudades más poderosas, que habían sido además encarnizadas enemigas, veían claramente las intenciones de Filipo. Ambas polis se resistían a estar bajo el dominio de un monarca, y además extranjero. En el ágora de Atenas, el orador Demóstenes arengaba a los atenienses en contra de Macedonia, en aras de la libertad y la independencia de Atenas. Además, promovía la alianza con Tebas, pues sabía que sin los beocios no tendrían suficiente poder para enfrentarse a los ejércitos profesionales de Filipo. Mientras, el Gran Rey de Persia vio la oportunidad para perjudicar a Macedonia, pues temía que Filipo se hiciera lo bastante poderoso para invadir el imperio, así que no dudó en enviar dinero y espías a Grecia, favoreciendo la campaña contra Filipo.
En el 339 a.d.C., el consejo de Delfos declaró una nueva Guerra Sagrada contra los ciudadanos de Ánfisa, ciudad de la región lócrida, por cultivar la llanura sagrada. Los tesalios, aliados de los macedonios, y que dominaban el consejo, enviaron una petición de intervención a Filipo, que no dudó en aceptar. Por un lado, parecía que los tebanos habían ayudado a los anfiseos. Por otro, no hay duda de que a Filipo le vino estupendamente esta oportunidad para entrar en Grecia con sus ejércitos. Avanzó rápidamente tomando los enclaves necesarios para asegurarse la ruta, pero se detuvo antes de llegar a Ánfisa con objeto de tantear el grado de influencia que tenía en el consejo. Atenas, espantada por el exitoso avance de Filipo, que estaba cerca del Ática, se rebeló y envió una embajada a Tebas para atraer a los beocios a su bando.
Tebas dudaba de si participar al lado de Macedonia o bien, aliarse a Atenas. Filipo envió una embajada con interesantes y ventajosas propuestas para los tebanos. Demóstenes, el orador ateniense, se presentó al consejo de los beocios justo después de los macedonios.
El discurso de Demóstenes incendió Tebas. Era un orador verdaderamente brillante. Las palabras, el arma más poderosa, no tenían secretos para él. Antes de que terminara, toda la ciudad gritaba “Libertad”. Los embajadores macedonios se fueron a toda prisa, y la coalición tebana y ateniense se reunió para hacer los preparativos. Entonces, llegó el invierno, y ambos bandos esperaron a la primavera del 338 para ponerse en marcha.
Con oro persa, la coalición contrató diez mil mercenarios al mando de Cares, y además reunieron un segundo ejército de hoplitas con los ciudadanos de ambas polis. Entre ellos estaba el legendario Batallón Sagrado de Tebas, los 300 mejores guerreros de la ciudad, que hacían un voto sagrado de no retirarse jamás. (300 era el número de guerreros que los griegos siempre escogían para cuerpos de élite u operaciones especiales).
El primer movimiento lo hizo la coalición. Cares y sus mercenarios cortaron el camino hacia Ánfisa. Mientras, el grupo principal se dirigió a cortar los accesos de Macedonia hacia la Lócride. Filipo avanzó también rápidamente, más que los griegos de hecho. Tomó los principales puertos, y, dejando al grueso del ejército atrás, marchó toda una noche hasta que al amanecer atacó por sorpresa a los mercenarios de Cares, venciendo rápidamente.
Cuando la coalición supo que Cares había sido derrotado y que los macedonios tenían un paso expedito que podía llevarlos a su retaguardia, tuvieron que retroceder hasta la llanura de Queronea, el primer punto defensivo de Beocia en el camino de los macedonios. Esto era lo que Filipo quería en realidad.
Queronea era la llanura de inundación de la margen derecha del río Cefiso. Mirando hacia el norte, el ejército griego esperaba a los macedonios. Estaban comandados por Nausicles, estratego tebano. Sin embargo, los generales tebanos y atenienses (Cares, Próxeno y Estratocles) no tenían mucho mando en tropas que no fueran de su polis. El ejército de la coalición no tenían una estructura bien articulada.
En el flanco derecho desplegaron los tebanos. El Batallón Sagrado estaba en las orillas del Cefiso. Hacia la izquierda, seguía la falange de hoplitas tebanos. En el centro se desplegaron otros aliados y mercenarios, y en el ala izquierda, limitando con las colinas, desplegaron los atenienses. A continuación, la escasa caballería griega. Finalmente, sobre las colinas se ubicaron los peltastas y las tropas ligeras. En total, 20.000 soldados, de los que 13.000 eran hoplitas, y el resto tropas ligeras, y 3.500 jinetes.
Frente a ellos se colocó el ejército macedonio. En el extremo derecho, Filipo colocó a la caballería tesalia, frente a la caballería tebana. A continuación, se colocó él con los hipaspistas, frente a los atenienses. El centro macedonio lo formaba la falange de piqueros, al mando de Parmenio y Klito, el “Negro”. El extremo izquierdo estaba ocupado por los Hetairoi, la caballería macedonia, jinetes equipados con largos xystoi, prestos a cargar. Esta fuerza de 1800 jinetes estaba al mando de un jovencísimo Alejandro.
Aunque el ejército griego usaba tácticas relativamente obsoletas comparadas con el nuevo ejército macedonio, sus hoplitas habían formado un amplio frente y estaban bien ubicados. Eran cuando menos un enemigo correoso. Filipo, no obstante, tenía un plan que explotaba la peor estructura de mando de los griegos. Y así lo puso en práctica.
En primer lugar, él en persona, al mando de los hipaspistas, se lanzó a la carga contra los atenienses. Entre ellos, chillando y animando a los hoplitas, estaba Demóstenes. La falange de hoplitas cerró filas y también empezó a correr hacia Filipo.
El impacto de ambos frentes fue muy duro. En primera fila, Filipo atacaba con su espada, escoltado por dos gigantescos guardaespaldas, que se abrían paso golpeando con enormes hachas a dos manos. El resto de la línea ya estaba escudo contra escudo, empujándose y retrocediendo, acuchillando por encima y debajo de los grandes aspis.
Tras un rato, Filipo puso en marcha su plan. Hizo sonar las cornetas, y a su orden, las ordenadas filas de hipaspistas comenzaron a retroceder ordenadamente. Los atenienses, al verlos, espoleados por el odio que tenían a los macedonios, los persiguieron. Tan furiosa fue esta persecución que en muchos puntos, la falange de hoplitas se abrió. Entonces, Parmenio, siguiendo las instrucciones de Filipo, hizo avanzar el frente completo de piqueros macedonios. Con las sarisas en ristre, los macedonios se lanzaron al ataque, cantando al paso de la falange, acompañados por el zumbido de las picas de las filas traseras, que los soldados agitaban al viento.
Nausicles observó el temerario avance de los atenienses hacia el interior del frente macedonio. Su falta de disciplina ponía en peligro la integridad del frente griego, y además, en su avance, los atenienses estaban exponiendo su flanco. A regañadientes hizo lo único que podía hacer. Dio orden de avanzar escalonadamente. Los hoplitas tebanos más cercanos a los atenienses comenzaron a avanzar para proteger el flanco de éstos. Pero el plan de Filipo contemplaba esto. La falange macedonia avanzó y cargó contra los tebanos, impidiéndoles avanzar. De este modo, los atenienses siguieron hacia los macedonios, pero solos y desprotegidos. Mientras, tebanos y piqueros macedonios comenzaban un terrible combate, lleno de avances y retrocesos. Ambas falanges trataban de imponerse sin conseguirlo. Pero el tiempo corría a favor de los macedonios.
Filipo, ya reorganizado, rodeó con los auxiliares a los atenienses, que ahora estaban aislados del resto del frente griego, e hizo que los hipaspistas detuvieran su retroceso. Los hoplitas atenienses comenzaron a sufrir muchas bajas. El pánico cundió entre ellos y la formación comenzó a debilitarse, hasta que finalmente huyeron
Mientras, Alejandro, siguiendo también las instrucciones de su padre, cuando los tebanos y los piqueros estuvieron trabados, se lanzó contra el extremo derecho de la línea tebana: el Batallón Sagrado. Estos hoplitas vieron avanzar a los 1.800 jinetes hacia ellos, pero no se asustaron. Apretaron filas, afirmaron las lanzas contra el suelo y apretaron los dientes.
Alejandro organizó su ataque en tres oleadas. Las dos primeras se aproximaron hasta lanzar sus jabalinas, que fueron detenidas por los escudos de los tebanos, inutilizándolos. La tercera oleada, dirigida por Alejandro en persona, se estrelló contra un frente casi desprotegido. Sin embargo, aquellos guerreros eran algo especial. Sin hacer ningún ruido se reorganizaron y contraatacaron. Sufrían muchas bajas, pero eran capaces de retroceder ordenadamente y cerrar cualquier brecha en su formación. La caballería macedonia cargó una y otra vez, pero no consiguieron romper la formación ateniense. Tuvieron que matar a 250 de aquellos 300 hombres para abrirse un hueco lo suficientemente grande como para colarse en la retaguardia tebana. Así, rodearon por fin a los hoplitas tebanos, que, presos entre dos frentes, se rompieron rápidamente. El ejército de la coalición capituló.
2.000 hoplitas atenienses habían muerto. Entre los tebanos se supone que hubo más bajas y sobre todo, muchos más prisioneros, ya que, a diferencia de los atenienses, no pudieron retirarse, atrapados entre el yunque y el martillo de los piqueros y hetairoi.
Así fue como el destino de Grecia quedó sellado. Macedonia era el nuevo poder. Filipo, el Hegemón de la Hélade. El mundo helénico estaba unido ahora al mando de un monarca poderoso.
Aunque al final de la batalla, Filipo fue encontrado bailando renqueante entre los cadáveres enemigos, haciendo escarnio frente a los prisioneros atenienses, el viejo zorro macedonio supo ser generoso. Liberó a los prisioneros y mostró cierta magnanimidad con los vencidos. Después de todo, los necesitaba como aliados, y los admiraba, también hay que decirlo.
El domino macedonio no sería puesto en duda hasta la muerte de Filipo y la coronación de Alejandro, pero eso es otra historia (ver Alejandro I.).
LA BATALLA DE QUERONEA PARA DBA.
Esta batalla es perfecta un escenario de BBDBA, pero trataré de explotar la sencillez del DBA simple. Sin embargo, los jugadores podrán comprobar la diferencia que hay entre un mando estructurado y uno que no lo está.
a) Ejécito Macedonio. Se usará la lista II 12. La opción a escoger será 4Aux. De este modo, habrá dos peanas de 4Aux. Estas peanas representarán a los hipaspistas. En esta batalla, su comportamiento se asemeja más al de tropas medias que a una falange de hoplitas. De hecho, todavía se discute sobre cómo luchaban los hipaspistas en realidad.
El jugador macedonio destacará inequívocamente tres elementos: uno de 4 Aux, que representará a Filipo, Y SERÁ EL GENERAL DEL EJÉRCITO; otra de Pk, que representará a Parmenio, y finalmente, la de 3Kn, que representará a Alejandro. (Esta peana NO SERÁ EL GENERAL MACEDONIO).
b) Ejército de la coalición griega.- Se usará la composición del ejército II//5 a. Aunque este ejército es el espartanos, sus elementos forman un conjunto más ajustado a la coalición griega que se enfrentó a Filipo, según la proporción de elementos de hoplitas y caballería. Como opciones, se elegirá la Cv y 2x4 Sp.
El jugador griego separará las peanas según sean atenienses o tebanas. Los tebanos tendrán la Cv y cinco elementos de hoplitas. Los atenienses tendrán los Ps y los otros cinco elementos de hoplitas.
El jugador griego destacará inequívocamente: una peana de Sp atenienses, que será el general ateniense Estratocles; una peana de Sp tebana, que será el estratego Nausicles, y otra peana de Sp tebana, que será el Batallón Sagrado. (por si ayuda, os diré que el Batallón Sagrado tenía ricas túnicas de color rojo).
Ningún bando desplegará campamentos.
El campo de batalla tendrá una WW que corre por un lado, representando al río Cefiso. Debe ser lo más pequeño posible. En el lado opuesto, a lo largo de él, el jugador griego colocará tres colinas: dos difíciles y otra simple. Toda su superficie debe quedar a 600 pasos del borde del tablero opuesto al río.
El resto del tablero es terreno fácil. Los griegos son defensores, y despliegan en el lado que tiene el río Cefiso a la derecha y las colinas a la izquierda. Los macedonios despliegan en el lado opuesto. Las reglas de despliegue son las habituales.
Se aplicarán todas las reglas habituales de DBA, más las siguientes reglas especiales:
a) Mando macedonio.- El jugador macedonio podrá medir la distancia de mando del general desde el elemento de Filipo o de Parmenio. Ojo, esto no significa que Parmenio sea general, sino que puede servir para transmitir órdenes desde su posición.
b) Príncipe de Macedonia.- Alejandro está en la batalla, y el futuro de Macedonia recae sobre él. La peana de Alejandro cuenta como dos bajas macedonias si es eliminada.
c) Mando griego.- El jugador griego tiene dos generales: Nausicles y Estratocles, y se aplica a cada uno las reglas habituales de generales (es decir, ambos tienen +1/+1,etc.). Para generar PIPs, el jugador griego lanzará dos dados distintos entre sí. Uno será el dado ateniense y otro el dado tebano. Elegirá OBLIGATORIAMENTE el de mayor valor. En caso de empate, se elige el dado tebano. Cada turno, sólo el general cuyo dado haya sido elegido podrá dar órdenes. Pero si dicho general quiere dar órdenes a cualquier elemento, (o grupo que contenga elementos), de distinta nacionalidad que el general, dicha orden costará +1 PIP (acumulativo con otros malus por distancia superior a 1200 pasos, etc.).
d) Batallón Sagrado.-Este elemento tiene ignora los resultados de “Retroceso”. En su lugar, se aplicarán los resultados de “Empate”.
e) El plan de Filipo.- Cualquier elemento ateniense que luche borde frontal con borde frontal con Filipo se vuelve impetuoso. Además, si Filipo gana el combate contra cualquier enemigo en contacto frontal, en lugar de aplicar el resultado de las reglas habituales, puede elegir hacer un Retroceso, arrastrando al elemento enemigo con él hasta seguir ambos en contacto borde frontal con borde frontal. Además, cuado esto ocurra, cualquier elemento amigo que estuviera en contacto con el elemento de Filipo y que pudiera formar grupo con él, puede retroceder también, incluso si estuviera en contacto exclusivamente frontal con otro enemigo. Pero sólo la peana enemiga en contacto con Filipo será arrastrada. El resto del frente enemigo se queda donde está. Esto representa las increíbles dotes de mando de Filipo, capaz de organizar un retroceso organizado de todo su frente, atrayendo al imprudente enemigo hacia su trampa. Nótese que si Filipo lucha primero y vence, puede retroceder con todo su frente antes de que se produzcan otros combates. Esta posibilidad se ha incluido intencionadamente.
Condiciones de Victoria.
Las habituales, incluyendo los efectos de las reglas antes descritas. Para los griegos, las condiciones de pérdida de generales se aplicarán para cualquiera de los dos. Es decir, se puede perder tanto si Nausicles como si Estratocles son eliminados y los griegos llevan más bajas que los macedonios.
Por último, recomiendo que, una vez jugado el escenario, los jugadores intercambien los papeles. Es interesante experimentar con las diferentes condiciones de mando, en mi opinión.
Grandes batallas II. Queronea, 338 a.d.C.
jueves, 27 de diciembre de 2007
Publicado por caliban66 en 12:47
Etiquetas: alejandro magno, batalla, griegos, historia
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