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Sicilia: sistema de campaña

martes, 5 de agosto de 2008

Un punto estratégico en mitad del Mediterráneo, un granero a las puertas de casa o unas fértiles y codiciadas tierras. Todo esto -y mucho más- es la Sicilia del 264 a.C.

En el siglo VIII a.C. los griegos desembarcaban en Sicilia fundando varias colonias. La más importante de ellas era Siracusa , fundada por dorios de Corinto, que dedicaron la ciudad a Artemisa y la llevaron a convertirse en una de las principales urbes del mundo mediterráneo.
Años más tarde llegarían los cartagineses que matuvieron luchas constantes con los tiranos siracusanos por el control de la isla en una incesante carrera bélica y de contratación de mercenarios.
No mucho tiempo después la situación daría un vuelco con la llegada de los romanos. La ciudad había ido creciendo, subjudgando a los distintos pueblos itálicos y se extendía ahora hasta Sicilia desencadenando así las Guerras Púnicas.



Los Contendientes

Tres ejércitos participan en esta campaña: la Ciudad Estado de Siracusa, la República de Roma y la República de Cartago. Cada uno de ellos tiene su hogar natal desde el que buscarán extender sus dominios, Cartago tiene su hogar natal en la antigua colonia fenicia de Kart-Hadast y los griegos siciliotas tienen su centro de poder en Siracusa, en el caso de los romanos su punto de inicio será Neapolis en esta campaña, al encontrarse más cercano a la zona de los acontecimientos en la lucha por Sicilia.

Los ejércitos

Los ejércitos participantes en esta campaña son: II/9. Syracusan. 410BC-329BC., II/32. Later Carthaginian. 275BC-146BC y II/33 Polybian Roman. 275BC-105BC.
La campaña está pensada para tres jugadores, aunque es posible jugarla entre dos (Roma y Cartago o Cartago y Siracusa antes de la llegada de los romanos). También es posible aumentar el número de jugadores incluyendo nuevas facciones, como otras colonias griegas, pueblos itálicos o númidas. En cualquier caso estos ejércitos estarán presentes como "facciones no jugables" de las que hablaremos más adelante.

Cada jugador tendrá un ejército de campaña y una guarnición en cada ciudad. Las guarniciones no tendrán otra función que la defensa de sus enclaves, será el ejército de campaña el que utilizará para extender sus dominios.


Organización de la campaña

El juego se organiza en años, cada año de juego se divide en cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Las tres primeras son hábiles para la campaña pero, durante el invierno, los ejércitos deberán permanecer acantonados bien en una ciudad, con el tren de asedio en el caso de que estén participando en uno, o en una fortificación provisional si la estación fría les ha sorprendido en tierras extrañas.
El invierno será la estación de reclutamientos y contratación de mercenarios. De estos puntos hablaremos más tarde.

Turno de juego

Al inicio de cada estación los jugadores escribirán en secreto los movimientos de sus ejércitos y los mostrarán simultaneamente. Los movimientos se efectúan a razón de una provincia por estación. Un ejemplo sería: Lucio, el jugador romano, decide mover su ejército desde Lucania hasta Calabria, por lo que escribirá "Lucania -> Calabria".
Si este movimiento lleva a un ejército a una región contralada por un enemigo o una facción neutral deberá combatir ese mismo turno.

También es posible mover por mar haciendo uso de la flota. En este caso los turnos de movimiento contarán por cada región que tenga que atravesar, es decir, Bomilcar, jugador cartaginés, quiere llevar su ejército de África a Sicilia Medius, así que la ruta será "Africa=>Mare Africanus, Mare Africanus=>Mare Graecus, Mare Graecus=Sicilia Medius", a razón de un desplazamiento por estación. No es posible pasar el invierno en el mar, así que los viajes largos deberán ser cuidadosamente planificados.


Combate

Cuando dos ejércitos enemigos se encuentren en una región combatirán en una batalla normal de DBA.
Cuando un jugador invada una región neutral combatirá contra una facción no jugable.

En el caso de las facciones no jugables (FnJ), si el jugador logra vencer añadirá esa región a sus posesiones.

Cuando un jugador es derrotado (por otro o por una FnJ) su ejército sufrirá las consecuencias. Si un ejército es derrotado por un resultado de 4-3 ó 4-2 retrocederá a una región propia adyacente (de no existir embarcará automáticamente en una flota y quedará situado sobre ese mar). Si un ejército es derrotado por un resultado de 4-1 ó 4-0 o si su general muere, la catástrofe será tal que regresará automáticamente a su capital (en una retirada ordenada o tal vez en una alocada huida en pequeños grupos) y no podrá efectuar ninguna otra acción con su ejército en lo que resta de año.

Combatir con Facciones no Jugables

Las facciones no jugables representan a las tropas lugareñas de una región que no controla ningún jugador, como pueden ser los númidas, los pueblos itálicos, los sardos o los sículos y sicanos.
Cuando un jugador tenga que combatir con una FnJ será otro de los participantes el que asuma el papel de los pueblos libres. Lo ideal sería que los jugadores contasen con esos ejércitos en su colección pero, de no ser posible diseñarán unas listas proxy con miniaturas de su colección (ojo, diseñad esas listas antes de empezar la campaña para evitar discusiones).


Asedios

Aunque podría resultar fascinante la idea de diseñar unas reglas para jugar asedios complicarían demasiado el sistema de campaña. Los destinos de las ciudades se decidirán mediante asedios por hambre que podrán ser evitados por salidas de los defensores.
Si un asediador logra mantener una ciudad bajo estado de sitio durante todo un año la habrá conquistado y podrá sumarla a sus posesiones. Si es derrotado en una salida o por un ejército que ha acudido en socorro del asentamiento aplicará los resultados normales explicados en la sección Combate.
El asedio dura cuatro meses completos y durante este periodo los defensores podrán intentar hacer una salida durante el invierno (su situación es desesperada) esta es la única excepción a la obligada inactividad invernal.

La composición de los ejércitos de guarnición es diferente a la de sus variantes de campaña. Un ejército de guarnición solo podrá tener un único elemento de tropas montadas (Kn,Cv o Lh) además del elemento del general. Tampoco podrá contar con otro tipo de tropas que no sean de infantería, por lo que no dispondrán de carros de ningún tipo o elefantes.
Las guarniciones sustituirán estos elementos por las opciones de infantería base de su facción que, en el caso de esta campaña, serán Bd para los romanos y Sp para siracusanos y cartagineses.
Las guarniciones romanas se organizarán de forma diferente; al ser la caballería un tipo de tropa preciado y escaso para Roma no podrán contar con ella en las guarniciones y se sustituirá por otro elemento de Ps (quedando como 1Cv(Gen), 6x4Bd, 2x4Sp, 3x2Ps).

Las salidas se jugarán como una batalla normal de DBA en la que los asediados serán los defensores y los asediadores los atacantes. Además los defensores deberán contar obligatoriamente con una BUA que representará los arrabales de la ciudad (puede ser un grupo de casas, granjas, un templo...)

Cuando una ciudad es derrotada, el conquistador sumará 100 monedas a su arca en concepto de botín (debería ser más, pero las tropas reclaman su parte en el saqueo).

Ciudades, reclutamientos y mercenarios

Al inicio de cada turno de invierno los jugadores recaudarán dinero de sus ciudades. Cada ciudad sumará 100 monedas (sólidos, dracmas, dáricos...) a las arcas del jugador.
Los jugadores podrán usar sus fondos para reforzar sus enclaves, reclutar tropas o contratar mercenarios.

Las ciudades pueden mejorarse con muros reforzados, sistemas defensivos y almacenes de alimento. Estas mejoras prolongarán el tiempo que la ciudad es capaz de resistir un asedio hasta seis estaciones completas. El coste de estas obras es de 3 estaciones (los constructores pueden trabajar en invierno) y tienen un coste de 400 monedas.

Los ejércitos pueden solicitar tropas a sus metrópolis a cambio de una cantidad de dinero en concepto de gastos de reclutamiento y sobornos varios. Las nuevas tropas se contratarán en invierno y en primavera ya estarán con las tropas
Los cartagineses pueden solicitar elementos de Sp (200 mo) , Cv (200 mo) o El (450 mo).
Los romanos pueden solicitar elementos de Sp (200 mo), Bd (250 mo) o Ps (100 mo).
Los siracusanos pueden solicitar elementos de Sp (200 mo), Lh (200 mo) o Art (250 mo).

También se podrán reclutar mercenarios. Los mercenarios, como los reclutamientos, se contratarán en invierno y en primavera ya estarán con las tropas. Los mercenarios que pueden contratarse son:
Scutari íberos, Ax - 150 mo
Guerreros galos, Wb - 200 mo
Jinetes númidas, Lh - 200 mo (solo Cartago)
Honderos baleares, Ps - 100 mo
Caetrari íberos, Ps - 100 mo
Hoplitas mercenarios, Sp - 200 mo
Caballería gala, Cv - 200 mo

Los elementos de reclutas y mercenarios pueden utilizarse para aumentar el ejército de campaña hasta un máximo de 14 elementos o para sustituir a uno de los elementos de una guarnición.


Ganando la Campaña

Cuando un jugador consiga conquistar toda Sicilia o eliminar al resto de adversarios, será el ganador de la campaña Batalla por Sicilia.


Notas

El sistema Batalla por Sicilia busca crear un sistema de campaña atractivo y divertido, sin sumar demasiadas complicaciones innecesarias a los jugadores, conformado un leitmotiv de fondo a sus batallas.
Batalla por Sicilia cuenta con el sentido común y la deportividad de los jugadores para solucionar cualquier complicación que pudiera surgir. En cualquier caso, es recomendable que los previsibles puntos grises se discutan antes del inicio de la campaña.

Este sistema no es, ni mucho menos, ninguna ley inamovible, por lo que puede ser modificada al gusto, añadiendo reglas (aunque yo no lo recomendaría) o eliminando las que no sean del gusto de los jugadores. También queda a discreción de los jugadores el modificar el coste de reclutamiento de reclutas y mercenarios de modo que quede conforme a sus criterios personales o las miniaturas disponibles en su colección.

Sicilia es solo una excusa para diseñar este campaña, este escenario puede ser jugado por bizantinos y normandos en la Edad Media o puede diseñarse un mapa nuevo en cualquier otra región.

Grandes batallas III. Cannae, 216 a.d.C.

jueves, 10 de enero de 2008

Saludos. Hoy hablaremos de la gran batalla de Aníbal: Cannae, nombre que en los años siguientes, sólo provocaría pavor a los romanos.

Recordemos del post de Aníbal y la segunda guerra púnica. A modo de resumen, Amílcar Barca y su hijo, Aníbal, se habían lanzado a la conquista de Iberia tras la derrota de su ciudad, Cartago, en la primera guerra púnica contra Roma. Iberia era un territorio lleno de recursos minerales y de fieros guerreros que, una vez conquistados, podrían usar para marchar contra Roma. Amílcar murió durante la conquista, pero Aníbal tomó las riendas de la campaña, y en poco tiempo llegó hasta la ribera del Ebro, límite con la zona de influencia romana. Aníbal había reunido ya un ejército de unos 40.000 guerreros (cartagineses, libios, íberos, celtíberos y más tarde celtas) y 38 elefantes para invadir la península itálica. Sabía que Cartago no podría mover dicho ejército hasta allí desde Iberia, así que ideó un plan, que enseñaría a Roma el verdadero significado de la palabra “voluntad”. Cruzó el Ebro, los Pirineos, el Ródano y luego los Alpes en pleno invierno, con su ejército. Si alguna vez habéis recorrido un sendero de montaña, probad a imaginar que os siguen 40.000 soldados y 38 elefantes, mientras nieva y hace viento, y tratáis de convencerlos para que sigan adelante.

En la primavera del 218 a.d.C., Aníbal y su ejército, que había perdido muchos guerreros y la mayoría de los elefantes, descendieron hasta las fértiles tierras del norte de la península itálica. El senado romano rápidamente envió un ejército para interceptarlo en Trevia, pero Aníbal, que fue el general más alucinante de su época, lo desmontó rápidamente. Luego enviaron otro, pero Aníbal los engañó el las orillas del frío lago Trasimene, y miles de romanos se arrojaron al agua durante la batalla, absolutamente aterrados. El general cartaginés se dedicó entonces a recorrer la península, arrasando las tierras de los romanos, e intentando poner de su lado a los aliados itálicos de Roma, tanto celtas (del norte de Italia) como antiguos rivales de Roma (samnitas, etc.), con éxito fluctuante. El senado romano, mientras Aníbal campaba a sus anchas por Italia, cambió su política y nombró a un dictador, Fabio Máximo, para que dirigiera la guerra. La estrategia de Fabio consistió en no combatir con Aníbal a campo abierto. Fabio pensaba que en batalla, Aníbal era invencible, y no quería arriesgarse a otra confrontación abierta. En cambio, sí utilizó las tropas que tenía para limitar los suministros de Aníbal y acotar su libertad de movimientos, pues, después de todo, la línea de suministros de los cartagineses era demasiado larga, a través de los Alpes, y éste dependía en gran medida de las aportaciones de sus nuevos aliados itálicos. Hay que decir que esta política no gustaba al senado ni a los romanos, quienes difícilmente diferenciarían entre la cobardía y la inteligencia y prudencia del plan de Fabio.

Aníbal, que comprendió la estrategia del dictador, y que se veía apurado y sin refuerzos, trató de forzar una gran batalla, un enfrentamiento definitivo tras el cual Roma se viera obligada a capitular. Se dirigió hacia el Samnio y Campania, las regiones más ricas de la península, y donde muchos senadores romanos poseían importantes latifundios, y redujo los territorios a cenizas. De esta manera, provocó que los senadores más ricos clamaran por la deposición de Fabio Máximo, que después de seis meses, tuvo que abandonar su cargo. Inmediatamente, el senado romano organizó el ejército más grande formado hasta la fecha: 80.000 soldados, propietarios romanos (las legiones de esta época eran legiones manipulares de propietarios libres), con el único fin de aplastar a Aníbal de una vez por todas. El senado eligió dos cónsules para que comandaran el ejército, cada uno un día alterno. Puede parecer raro, pero la política del senado era evitar que una sola persona acumulara demasiado poder. Estos cónsules fueron Gaio Terencio Varro y Lucio Emilio Paulo .

Cuando las noticias de dicho ejército llegaron a Aníbal, se alegró, porque llevaba a los romanos a su terreno. Él disponía sólo de 30.000 soldados que hablaban una multitud de lenguas distintas, pero él era un líder extraordinario, y había sangrado con sus hombres. Todos y cada uno de aquellos soldados era un curtido veterano. Aníbal, aunque corto de recursos, confiaba plenamente en la victoria.
El general cartaginés esperó a los romanos en la llanura de Apulia, cerca de Cannae, una importante ciudad romana. Así se aseguró que no saldrían suministros de esta ciudad hacia el ejército consular, por lo que los forzaba a atacarles. Cuando el ejército romano se acercó a la posición de Aníbal, vio que éste los esperaba en la margen izquierda del río Efido. Aquel día comandaba Lucio Emilio Paulo, quien, observando a Aníbal, decidió que la posición no les favorecía, y no ordenó atacar. Sin embargo, al día siguiente comandaba Terencio Varro, cuyo carácter era bastante más arrojado e insensato, y aceptó la batalla que planteaba Aníbal. Comenzó así un día aciago para Roma.

El ejército romano ordenó en varias líneas sus legiones manipulares: al frente las tropas ligeras, seguidas de los hastati y los prínceps, legionarios equipados con gladius, escudo, cota de malla y jabalinas. La última línea era la de los Triari, los más veteranos. El fondo de la formación se aumentó mucho, de manera que los soldados acabaron conformando un cuadro enorme, con un frente relativamente reducido, similar al presentado por Aníbal. A ambos flancos situaron la caballería. El río quedó en su flanco derecho. Varro intentaba presionar el centro cartaginés, pues sabía que durante la batalla de Trebia, las legiones ya habían conseguido romper la línea cartaginesa por ahí.

Aníbal, que contaba con menos de la mitad de soldados, ideó un plan verdaderamente brillante. Formó en una delgada línea. En el centro, él, a pie, se situó entre los íberos, celtíberos y celtas. Eran tropas fieras, pero con menos capacidad de mantener la lucha que los legionarios romanos. En los extremos de su línea situó a sus lanceros cartagineses y libios, la verdadera infantería pesada cartaginesa. Finalmente, su caballería también se colocó repartida a ambos lados de la formación, enfrentada a las dos alas de caballería romana. Luego, Aníbal curvó el su línea de tropas auxiliares hacia delante, en forma de media luna, y adelantó a los hostigadores.
Al fin dio comienzo la batalla. Los hostigadores de ambos ejércitos se enzarzaron en una lluvia de proyectiles, hasta que las tropas ligeras romanas fueron repelidas. A continuación, el cuadro romano entre avanzó. La tierra temblaba con el paso uniforme de ochenta mil legionarios avanzando hacia los cartagineses. Aníbal gritó las últimas instrucciones en los segundos inmediatamente anteriores a la carga romana, y por fin, miles de gargantas rugieron y se lanzaron al combate.


Los frentes colisionaron. Las jabalinas de los legionarios silbaban mientras la primera fila acuchillaba sistemáticamente. Fue entonces cuando los legionarios descubrieron la terrible hoja de las espadas íberas. Las tropas del centro cartaginés buscaban pegarse a los escudos de los legionarios, y entonces los legionarios veían como la punta de una corta espada de acero terriblemente duro les entraba por los riñones. Esta espada, el gladius ibérico, sería adoptada por el ejército romano hasta la época imperial, pero eso es otra historia.
El combate se recrudecía, pero el mejor equipamiento de los romanos se hacía notar. Entonces llegó el momento de Aníbal. Las dos alas de la caballería cartaginesa se lanzó hacia la caballería romana de cada flanco enemigo. Los númidas eran excelentes jinetes, y sus rápidas monturas los mantuvieron a distancia de los jinetes romanos mientras los hostigaban con jabalinas y lanzas, mientras que la caballería pesada cartaginesa se lanzó hacia la romana de manera imparable. Los romanos no tenían por entonces una caballería de mucha calidad, y no fueron rivales para unos guerreros que, en su mayoría, habían aprendido a montar antes que a andar.

La huída de la caballería romana había dejado los flancos romanos desprotegidos. Entonces, Aníbal dio la orden de replegar su línea. Paso a paso, sus mercenarios íberos y celtas mantuvieron la formación mientras su frente convexo se curvaba hacia tras, formando de nuevo una media luna, pero invertida. Así, el cuadro romano se lanzó hacia delante, creyendo que los cartagineses cedían terreno porque estaban siendo vencidos. En su impetuoso avance, las formaciones comenzaron a abrirse y a estorbarse unos a otros. Y Aníbal reveló su golpe maestro: los lanceros cartagineses y libios, su infantería pesada de élite, que estaba en los flancos de la infantería cartaginesa, comenzó a avanzar superando el curvado frente romano, llegando así a contactar con los dos flancos enemigos. Así bloqueado por el flanco, mientras el centro romano seguía estirándose, los legionarios comenzaron a sentir verdadera presión, porque Aníbal ya no ordenó retroceder más, sino avanzar, avanzar y presionar por todo el frente. Los romanos comenzaron a flaquear cuando entre la formación se fue corriendo la voz de que estaban rodeados. Atrapadas, las formaciones intentaban retroceder, pero se entorpecían mutuamente. El espacio entre los soldados se fue cerrando y cerrando, mientras el sol los calentaba, el polvo los asfixiaba y cegaba y la sangre de sus compañeros les hacía resbalar. El pánico se propagó rápidamente, pero ya era demasiado tarde, porque la caballería cartaginesa, que se había reagrupado, volvió a aparecer en la retaguardia romana, y cargó. El cuadro estaba cerrado por todos sus lados, y de allí ya no saldría ningún romano vivo. Los gritos de dolor y de miedo fueron aumentando y pronto superaron a las órdenes que los oficiales chillaban en vano. Ya no eran soldados, sino simples ciudadanos aterrados. Eran niños que lloraban llamando a sus madres mientras intentaban en vano despertar de una sangrienta pesadilla, que se arrancaban los cabellos con sus manos y cavaban en el suelo para introducir la cabeza en un vano intento de dejar de ver el horror a su alrededor. Se aplastaban unos contra otros, pisoteaban a sus propios amigos si caían al suelo, mientras las espadas, lanzas y hachas de los soldados de Aníbal se iban abriendo paso golpe a golpe, vida a vida. Mientras, Aníbal, el primero entre sus hombres, no dejaba de gritar y de animar a sus soldados. No habría prisioneros. Roma debía ser derrotada aquel día, derrotada y humillada para que nunca volviera a levantarse. Tardaron horas en matar a espada a los legionarios uno a uno.

Aquel día, entre cincuenta mil y setenta mil romanos perdieron la vida, en una de las batallas más sangrientas de la Antigüedad. No sólo murieron ciudadanos. Ochenta senadores, el cónsul Emilio Paulo, dos cuestores y veintinueve tribunos, además de los cientos de experimentados centuriones. Desde Roma se elevó un lamento como nunca antes se había conocido. Aníbal sería recordado como uno de los mejores generales de la Historia, aunque poco después sería vencido por su mejor alumno: el general romano Escipión, uno de los pocos supervivientes de Cannae, y el único romano que reconoció el genio de Aníbal, y que se dedicó en serio a estudiarle para aprender de él. El destino haría que Escipión se enfrentara a Aníbal en la batalla de Zama, pero eso es otra historia.

LA BATALLA DE CANNAE PARA DBA.
Debo decir que esta batalla es la más compleja de simular para todos los juegos que conozco. Hacer este escenario es un verdadero reto, y como dato, os diré que en el foro de FoG, hay un largísimo post sobre cómo podría explicarse Cannae con las reglas de FoG, y no hay verdaderas conclusiones. En DBA y DBM puede parecer lo mismo. El caso es que la curva que presenta el frente cartaginés y su evolución durante la batalla es extremadamente difícil de simular, ya que se trata de un movimiento durante el combate. Sin duda, Aníbal debía ejercer un liderazgo verdaderamente singular para ser capaz de controlar su línea mientras los soldados tratan de mantenerse con vida. Esta singularidad en el talento del general cartaginés es la que no queda más remedio que obviar en un conjunto de reglas coherentes que traten de simular una batalla genérica.
No obstante, y no sin cierta aprensión, por no decir pánico, voy a intentar la simulación.
Los ejércitos para esta batalla son:
a) II/32, cartagineses tardíos. No se podrán coger elefantes en ninguna opción. El general será una peana de Aux o Wb claramente identificada, en lugar de la peana de Cv (esta peana de Cv estará, pero no contará como general).
b) II/33, Romanos de Polibio. (Polibio fue el historiador que narró la segunda guerra púnica). Este ejército se usará tal cual.

Los cartagineses serán los defensores, aunque se usará el terreno de los romanos. Sin embargo, el elemento obligatorio será un WW que se desplegará en un lado de la mesa, y que será el río Efiso. Se colocará el mínimo de escenografía opcional.
El borde cartaginés será el que tenga en río a la izquierda, y el romano será el borde opuesto.
Aplican todas las reglas habituales de DBA, además de la siguiente.

Regla especial:
- Enemigo de Roma: los ciudadanos romanos esperan ansioso el enfrentamiento con Aníbal. Los elementos Bd romanos son “impetuosos” (como Wb, Kn o Sch).
- El genio de Aníbal.- Aníbal es el general más alucinante de su época. Las tácticas romanas no eran más que un juego de niños para él. Además, es capaz de sacar de sus tropas lo mejor de sí. Por todo ello, Aníbal genera 1D6+1 PIPs. Además, mientras Aníbal viva, puede guardar PIPs no empleados en su fase de movimiento para utilizarlos en mover elementos amigos que, al principio del turno cartaginés, formaran grupo con él o estuvieran en contacto esquina frontal con esquina frontal con elementos que formaran grupo con él, una vez que hayan terminado todos los combates del turno cartaginés.


Y ya está. Os aseguro que me he comido el coco bastante rato para crear reglas que puedan simular Cannae, algunas bastante peregrinas, pero al final me he dado cuenta que lo especial de Cannae es que Aníbal era capaz de mantener a sus tropas ordenadas mientras evolucionaban y combatían al mismo tiempo. Por ello creo que esta regla permite no sólo simular los acontecimientos de Cannae, sino probar otras tácticas basadas en la evolución controlada de un frente formado por cualquier tipo de elementos. A priori, la regla parece dar mucha ventaja, pero hay que pensar que no usar PIPs en la fase de movimiento para reservarlos es una decisión táctica muy difícil, ya que puede estancar tropas vitales para la victoria cartaginesa.
Por último, recomiendo de nuevo que los jugadores intercambien los papeles una vez jugada la partida.

Aníbal Barca

martes, 14 de agosto de 2007

La historia de Aníbal comienza con la derrota de Cartago en la Primera Guerra Púnica, en la que Roma consigue expulsar a Cartago de Sicilia. El padre de Aníbal, Amílcar, general cartaginés, realmente no se siente derrotado por Roma, ya que en realidad, acabó invicto. El senado cartaginés le autoriza a invadir Hispania en busca de nuevas bases comerciales, ahora que habían perdido Sicilia. La campaña de Amílcar en Hispania merece un estudio separado, y es el origen de numerosas historias heroicas de los pueblos íberos. pero como resultado, Roma se ve obligada a firmar un pacto de no agresión. El río Ebro queda establecido como frontera. Al sur, se establece la zona de influencia cartaginesa, y al norte, la romana.

Amílcar murió tomando una ciudad íbera, traicionado por un aliado íbero. Cuando se vio acorralado al borde de un barranco, dicen que soltó una enorme risotada, y espoleando su caballo, se lanzó al vacío, prefiriendo es suicido a ser capturado. Aníbal llegó a Hispania con su padre siendo un adolescente, y, a su muerte, se hizo cargo del ejército. Odiaba a Roma más que nada en el mundo, y se juró no detenerse hasta acabar con ellos. Roma por su parte, se alió con Sagunto, al sur del Ebro, y advirtió a Aníbal que atacar Sagunto sería como atacar a Roma. El senado romano sólo deseaba tener una excusa para iniciar una guerra contra Cartago contando con el apoyo del pueblo. Aníbal tomó Sagunto, dando comienzo a la segunda guerra púnica. Aníbal reclutó un gran ejército de veteranos mercenarios: celtíberos, íberos, cartagineses y númidas, todos experimentados guerreros, le seguían con verdadera devoción, en número de 100.000. Además, Aníbal reunió setenta elefantes. Como Cartago no tenía capacidad para trasladar el ejército por mar, Aníbal tomó la decisión de llegar a Italia por el norte, cruzando los Pirineos y los Alpes.


Muchas fueron las dificultades del viaje. Aníbal decidió evitar a los ejércitos romanos que le esperaban en la Galia, y cruzó el Ródano en una espectacular operación de desembarco, mediante un ingente número de balsas. El traslado de los elefantes a la otra orilla fue especialmente complicado. Finalmente, Aníbal llegó a Italia. Roma despachó sus ejércitos contra él, pero no podían imaginar lo que se les venía encima. La primera batalla de Aníbal en Itala fue la de Trebia. Aníbal era un general terriblemente astuto, y supo llevar la batalla al terreno que le interesaba. Emboscó un buen número de tropas en una zona que quedó en la retaguardia romana durante la emboscada. De este modo, con el ejército romano trabado en combate, la súbita aparición de cartagineses a sus espaldas decantó la batalla a favor de Aníbal. Ese día, un joven noble romano llamado Escipión, cargó en solitario contra un grupo de cartagineses para salvar la vida de su padre, un general romano. Además, consiguió reorganizar las tropas en retirada y huyeron del campo de batalla evitando más bajas. Roma disponía de más tropas para organizar otro ejército, de modo que en poco tiempo se despachó otro ejército consular muy numeroso. Aníbal les esperó cerca del lago Trasimene, que daría nombre a esta terrible batalla. Aníbal fingió acampar en la orilla norte del río, en un estrecho paso entre el bosque y el lago. De noche, dejó cientos de fogatas encendidas, y algunas tropas en la orilla, pero él y el grueso del ejército se escondió en el bosque. La mañana amaneció con niebla, y los romanos decidieron rodear el lago rápidamente, antes del alba, y atacar el campamento de Aníbal. De este modo, dispuestos en una larga columna, irrumpieron contra las pocas tropas de Aníbal que defendían el campamento. En ese momento, el terrible grito de decenas de miles de cartagineses sonó entre los bosques, y cargaron contra la columna romana. Éstos, sorprendidos, se vieron de repente atacados por el flanco y con el lago a sus espaldas. El pánico cundió rápidamente, y muchos soldados se lanzaron a las gélidas aguas del Trasimene, donde se ahogaron rápidamente. En un abrir y cerrar de ojos, el ejército romano fue ampliamente derrotado, y el orgullo de Roma, pisoteado. Mientras, en la capital, el senado otorgó poderes a un dictador, para que redirigiera la guerra. Éste cambió la política de Roma, y decidió no atacar a Aníbal a campo abierto.

Aníbal no tuvo oposición para recorrer Italia destruyendo y saqueando, y consiguiendo más aliados entre las tribus que habían sido vencidas por Roma. Cuando se acercó a Roma, los ciudadanos gritaron "¡Anibal ante portas...!" (Aníbal a la puertas de Roma). Sin embargo, el periodo de seis meses de la dictadura de acabó, y Roma decidió organizar el mayor ejército hasta el momento. Hasta 80.000 soldados, un tamaño inmenso para la época, fueron reunidos para acabar con Aníbal de una vez por todas. Éste, sin nuevos suministros de Cartago, contaba ya sólo con 30.000 efectivos, entre los que se encontraban numerosos mercenarios íberos y la magnífica caballería númida. El lugar elegido por Aníbal para la batalla fue Cannas. Los romanos formaron en un amplio rectángulo de infantería, con escasas unidades de caballería en ambos flancos, y avanzaron contra Aníbal. El ejército de Aníbal, cansado y triplicado en número, parecía condenado, pero entonces, Aníbal dio lo mejor de sí. En un despliegue que todavía hoy se estudia en las academias militares, Aníbal formó una delgada línea de infantería ligera oponiéndose al frente romano, y le dió forma de media luna, apuntada hacia los romanos. En ambos flancos cartagineses, situó a la caballería númida, y detrás, a los lanceros veteranos cartagineses, sus mejores tropas. Entonces, la batalla dio comienzo. Aníbal, expuesto en la delgada línea central cartaginesa, dio orden de recibir la carga de la infantería romana. El choque fue brutal, y los cartagineses, guiados por Aníbal, comenzaron a retroceder ordenadamente, dentro de un terrible y brillante plan de batalla. Lentamente, la media luna cartaginesa se curvó hacia atrás hasta que formaron de nuevo en media luna, pero esta vez, hacia atrás, lo que estiró la formación romana, que penetró descontroladamente en las líneas cartaginesas. Entonces, la caballería númida atacó a la romana y la puso en fuga. El flanco de los romanos estaba descubierto, y Aníbal dio la orden para que los lanceros cartagineses avanzaran por ambos flancos y atacaran a los romanos. De repente, los romanos estaban trabados por el frente y sus flancos, y comenzaron a retroceder. Pero en ese momento, la caballería númida detuvo su persecución, y se giró para cargar la retaguardia romana. El inmenso ejército romano quedó totalmente rodeado. Estas operaciones fueron bastante rápidas, pero la batalla no acabó hasta la noche. Aníbal, decidido a terminar con Roma, necesitaba una victoria total, y para ello, buscó el exterminio de las tropas. Por ello, el resto del día se dedicó a matar uno a uno a las cercadas tropas romanas. Desorganizados, sin mandos, los romanos lloraban desesperados y enterraban su cabeza en la arena mientras los cartagineses los pasaban a cuchillo. Aquel día murieon 50.000 soldados romanos, más que, por ejemplo, marines americanos en toda la guerra de Vietnam. Más muertos que el Día D en Normandía. Pero Roma no se rindió, y volvió a no presentar batalla a Aníbal en Italia. Éste, sin suministros ni refuerzos, se vio obligado a abandonar la península llamado por el senado Cartaginés, en defensa de su ciudad, algunos años más tarde. En efecto, mientras Roma cerraba sus puertas, Escipión, el joven valeroso de la batalla de Trebia, fue puesto al mando de un ejército que invadió Hispania, atacando la base del poder cartaginés. Tras conseguirlo, su ejército marchó hacia Cartago. Aníbal volvió allí para defender la ciudad, y volvieron a encontrarse ambos en la batalla de Zama (si recordáis "Gladiator", es la batalla que representan con carros en el circo). Esta vez, Escipión, que había reformado el ejército según las tácticas aprendidas del propio Aníbal, le venció, y el poder de Cartago fue de nuevo sometido. No obstante, Aníbal terminó su vida bastantes años más tarde.

Las listas para representar la Segunda Guerra Púnica son: II/32, Later Carthaginian y la II/33, Polybian Roman. Corvus Belli tiene magníficas miniaturas para estos ejércitos, aunque la de romanos es más Temprano imperial. Los de Mario pasan mejor por los polybian Roman. Xyston sí tiene una gama exclusiva de romanos de Polibio.
Paso a comentar las listas. En DBA, la composición de los ejércitos se ha documentado magníficamente. Veréis:
- Later Carthaginian: Se trata de una lista con gran número de elementos distintos, representando la variada composición del ejército mercenario de Cartago. Así, vemos Cv y Lh (caballería y caballería ligera), representando caballería cartaginesa y númida;algunos Sp(lanceros), que representan a los lanceros veteranos cartagineses; Wb (warbands, sin traducción oficial), que representan a los celtas íberos y galos que se unieron a Aníbal contra Roma, El (elefantes) y Ps (psiloi), que representan a auxiliares íberos.
- Polibyan Roman. El ejército romano que describe el historiador Polibio en las guerras púnicas contiene un enorme número de tropas de infantería pesada (Sp y Bd, legionarios armados con pilum y gladius, respectivamente). Hay una escasísisma presencia de caballeria (Cv), que creo recordar que se llamaban "Equites Alares", y muy pocos Ps (psiloi o tropas ligeras), exploradores romanos. Es un ejército muy potente en combate cerrado, pero poco maniobrable.