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Los primeros días I: Sumer y Acad

jueves, 20 de marzo de 2008

Saludos. Comenzamos aquí un apasionante viaje hasta los primeros días de lo que ahora conocemos como Historia, es decir, ese fascinante y crucial paso desde el fin de la Prehistoria, el periodo final del Neolítico, hacia las primeras civilizaciones con registro escrito. Os prometo un recorrido lleno de sorpresas, y que nos dará una perspectiva totalmente nueva sobre nuestra “modernidad”. Se trata de un periodo verdaderamente fascinante, donde nuestros antepasados tuvieron que empezar realmente desde cero, sin referencias escritas, sin modelos anteriores de civilizaciones en las que inspirarse, sin héroes legendarios con los que compararse. Asistiremos al nacimiento del primer rey, el primer imperio, el primer ejército, la primera guerra y los primeros genios y los primeros héroes. Bienvenidos pues (*sonido de tambores del principio de “Conan el Bárbaro”*) a la Primera Edad del Mundo.


Imaginad esto. Entre el décimo y el cuarto milenio antes de Cristo, la tierra estaba prácticamente vacía de seres humanos. Los últimos neandertales se habían extinguido hacía seis mil años, desplazados por el Homo Sapiens, es decir, nuestra especie. Había grupos dispersos de la especie humana, en muy diferentes estados de avance. En el en el norte de Asia y Europa persisten los grupos de cazadores recolectores, habitantes de las cuevas. En las llanuras habitan las tribus esteparias, pastores de los primeros rebaños. Sin embargo, en el corazón de Oriente, Mesopotamia dos grandes ríos, el Tigris y el Eúfrates, han ido rellenando los valles por los que transcurren con un suelo arcilloso extremadamente rico en minerales esenciales. Estos ríos se unen antes de desembocar en el golfo pérsico, y en el delta de esta desembocadura, comienza aflorar un pantanoso terreno, extremadamente fértil. Fue aquí donde se dio el paso al Neolítico, donde diferentes tribus habían conseguido domesticar algunos animales y cultivar distintos tipos de cereales. No conocían aún los metales, pero sí dominaban la tecnología de la piedra y cocían recipientes cerámicos, hecho con la maravillosa arcilla que había junto a los ríos, decorados con distintos pigmentos. Estas tribus que ocuparon la tierra emergida del sur del delta procedían del este, y por la cerámica pueden emparentarse con los elamitas (ya hablaremos de ellos en otro artículo). De esta manera, estos emigrantes ocuparon una región que se conocería más tarde como Sumer. Tenían un idioma propio, no emparentado con ninguno de los que conocemos actualmente.

Sin embargo, aguas arriba del delta, una ola de inmigrantes de estirpe semita se asentó en el curso medio del Tigris y Eúfrates. Estos semitas fundaron así la tierra de Acad.

Estos dos grupos comenzaron a tener relaciones comerciales entre ellos. Los semitas de Acad no eran tan avanzados tecnológicamente como los sumerios, y éstos comerciaban con su cerámica y sus herramientas de piedra y arcilla con ellos.

El tiempo pasaba. Las técnicas agrarias y de regadío se perfeccionaron y pronto las cosechas comenzaron a dar enormes excedentes. Esto, unido a un clima benigno, permitió crear las condiciones para que se establecieran las primeras sociedades modernas, es decir, aquellas en las que la preocupación por la supervivencia pasa a un segundo plano al tener las necesidades primarias suficientemente cubiertas. Las aldeas fueron creciendo al aumentar la población. Los mercados aumentaron de tamaño. La población tuvo que empezar a tomar decisiones y a idear maneras de convivir, de medir y de valorar las mercancías. Eridú fue la primera ciudad, fundada en Sumer, a la que siguieron muchas más, como Ur. Nació así la primera escitura, conocida como cuneiforme, debido a que estaba escrita con una herramienta en forma de cuña sobre tablillas de barro. Comenzó así también el desarrollo matemático. Ya desde los primeros registros encontramos métodos de cálculo para conocer sobre todo, superficies y volúmenes, que son las primeras preocupaciones de un pueblo que cultiva la tierra y almacena su fruto.

Pero entonces, algo ocurrió. El mundo cambiaba a pasos agigantados. Los hielos de la última glaciación retrocedían, y el clima cambiante provocó una enorme inundación que destruyó la mayoría de los prósperos asentamientos mesopotámicos, tales como El Obeid. Sólo algunas ciudades, como Ur, que estaba fundada en un montículo, sobrevivió, y la mayor parte de la población pereció. Este hecho singular causó tanta impresión en los supervivientes que por siempre sería recordada, y sus ecos permanecerían en los textos que escribirían incluso miles de años después.

Cuando las aguas retrocedieron, los supervivientes se centraron en la reconstrucción de su sociedad, pero entonces llegó la primera invasión de bárbaros del norte. Actualmente los llamamos el pueblo de Uruk. Procedentes de tierras montañosas, este pueblo introdujo en la sociedad establecida el torno para la cerámica, la rueda y el conocimiento de la metalurgia del cobre. Estas técnicas no eran conocidas por los pueblos agricultores ya que habitaban terrenos aluviales, donde no hay minerales que explotar. Paradójicamente, los pueblos bárbaros e incivilizados de las laderas fueron los primeros en usar los metales. Estos invasores se amalgamaron con los supervivientes de Sumer y Acad.

Y el último ingrediente de la civilización sumeria llegó en forma de nueva invasión, alrededor del año 3000 a.d.C., por otro pueblo, denominado de Dsemdet-Naser (el nombre del yacimiento en el que se les identificó por primera vez). La inclusión en la cultura sumeria fue pacífica y se realizó de manera gradual, pero este pueblo aportó muchas cosas: mejoras en las construcciones, elaboraciones más complejas y ricas en cerámicas y edificios, perfeccionamiento y generalización de la escritura, etc.

Cuando este pueblo, que trató de unificar el poder político de Sumer y Acad, fue derrotado y expulsado, comenzó un periodo en el que Sumer fue asumiendo todo el poder, pero de manera centrífuga. Se organizó en un sistema de ciudades estado enormemente prósperas. La iniciativa individual en diferentes empresas y la apertura de rutas comerciales, así como el desarrollo de los sistemas de canales para el regadío, permitió un fluido intercambio de ideas y desarrollo tecnológico, aspecto en el que los sumerios destacaron más que los acadios. El aumento de poder y la dependencia de la tierra dio como resultado la organización de los primeros ejércitos, que lucharon en las primeras batallas entre estados: las guerras por el derecho al agua y la tierra se extendieron por la fértil tierra sumeria. Obviamente, las prósperas ciudades sumerias se implicaron en un feroz estado de guerra en pos de la hegemonía, y alrededor del 2600 a.d.C., la ciudad de Ur, la consiguió, estableciendo así su primera dinastía, aunque tras cinco generaciones, la hegemonía fue circulando por diferentes estados.

Mientras, en Acad, sometidos al mayor poder sumerio, aguardan su oportunidad. Habían estado aprendiendo todo lo que pudieron sobre la guerra y la organización política y militar de sus vecinos. Culturalmente estaban subordinados a los sumerios, pero habían mantenido su propio idioma. Y el largo periodo de guerras entre los divididos estados sumerios los debilitó lo suficiente para que los acadios encontraran su momento. Fue Sargón de Acad, en el siglo XXIV a.d.C. (sí, habéis contado bien: el dos mil trescientos y pico a.d.C.) quien lanzó a su pueblo a la mayor guerra de conquista conocida hasta aquel momento. Sargón llegó como una marea inexorable, y en cierto modo, consiguió establecer el primer imperio moderno: el reino unificado de Sumer y Acad. Los acadios desplazaron al estrato gobernante sumerio, aunque la vida urbana como tal continuó. Es decir, la cultura sumeria no fue erradicada bajo el domino de Acad, aunque sí se estancó.

Sin embargo, el poder no era fácil de mantener. Una nueva invasión de las fieras tribus de las montañas, que codiciaban la riqueza ubicua en el imperio de los acadios. Marcharon contra Acad y vencieron, derrocando a la dinastía de Sargón. Estas tribus, el pueblo guti, fracasó no obstante en su intento de asentarse como clase dominante. Carecían del conocimiento político para mantener una organización como la que habían creado los sargónidas. De modo que se mantuvieron a duras penas en el norte, en Acad, mientras las ciudades sumerias encontraron inesperadamente la libertad suficiente para volver a tomar las riendas. Siglo y medio después, expulsaron a los invasores, y Sumer y Acad volvieron a ser libres, y se unieron más que nunca bajo el dominio de la III dinastía de Ur.

Esta situación hasta el 2000 a.d.C., cuando una nueva invasión desde el este, por parte de los elamitas y los amorritas, atacando directamente a las ciudades de Sumer, el centro de poder del reino unificado, derrocó a la III dinastía de Ur. Esta victoria extranjera fue acompañada por una posterior devolución de la libertad de los ciudadanos. Es decir, los gobernantes extranjeros dejaron que la vida ciudadana y económica siguiera su curso, y relajaron la implicación del estado en la vida diaria (impuestos, etc.), lo que sirvió para que se mantuviera la intensa vida económica de Sumer. Aun así, Ur y otras ciudades habían sido destruidas, y esas pérdidas fueron terribles.

Al norte, sin embargo, alejados de los núcleos de poder amorrita, los semitas acadios no estaban dispuestos a ser gobernados por extranjeros. Fue entonces cuando la dinastía local de Babilona aglutinó el apoyo del resto de los acadios, y así nació el primer imperio babilonio.

En 1783 a.d.C, el rey de Babilonia era Hammurabi, creador del código legal escrito más antiguo que conocemos. Sumer seguía en manos extranjeras, pues una nueva invasión elamita había situado a un rey de este pueblo a la cabeza de los sumerios, y Hammurabi le declaró la guerra, una guerra antigua y terrible, que terminó con la victoria de Babilonia y la reunificación de Sumer y Acad. A continuación, Hammurabi extendió su dominio hacia el norte y el este, hasta las fronteras de los montes de Elam y más allá de Nínive. Babilonia se convirtió en el centro del mundo.

La dinastía de Hammurabi perduró dos siglos más, pero fue un periodo de lenta decadencia. A su hijo, Samsu-Iluna, se le declaró una rebelión interna que debilitó al imperio lo suficiente para que las tribus indoeuropeas de los casitas fueran asentándose al norte de su imperio, amenazando directamente su poder. Y finalmente, alrededor del 1600 ad.C, una nueva invasión indoeuropea, los hititas, con su rey Mursil al frente, entró a hierro (metal prácticamente desconocido para los babilonios) y fuego en Babilonia, saqueando la ciudad y robando la imagen del dios Bel-Marduk. Así se desintegró el imperio. Al norte, los casitas aprovecharon la incursión hitita para establecerse como dominadores de Acad. Al sur, Sumer quedó aislada, pero pudo mantenerse a salvo concentrándose en las tierras pantanosas, desde donde sus nuevos “Reyes del País del Mar” establecieron una férrea defensa. Sus días de gloria, no obstante, acabaron.


Las ciudades estado de Sumer y Acad se organizaron del siguiente modo: para empezar, cada una de las ciudades estados tomó un dios del panteón común como poder tutelar de la ciudad. De este dios emanaba la autoridad de los reyes de cada ciudad-estado. Las ciudades tenían una morfología similar: un centro religioso político cerrado, llamado “temenos”. Alrededor, la ciudad amurallada, y en el exterior, la villa de extramuros, lugar por donde terminaban creciendo las poblaciones. Las casas sumerias no nos resultarían nada extrañas: alrededor de un patio central, pavimentado con ladrillos de barro, se elevaban dos plantas, con paredes de adobe y madera. Los tejados eran de tejas de arcilla, por supuesto. Los canalones y pendientes dirigían el agua de la lluvia al patio, donde se almacenaba en aljibes.

La sociedad puede conocerse gracias al código de Hammurabi. En él se legisla para tres estamentos distintos: nobles, plebeyos y esclavos. Se supone que los nobles eran los principales propietarios de tierras, bienes y esclavos. Los plebeyos solían trabajar en diferentes oficios y profesiones liberales, y formaban el núcleo del ejército. Podían incluso tener esclavos.

Por último, los esclavos eran muy numerosos. Las continuas guerras entre ciudades-estado proporcionaban abundantes prisioneros que eran esclavizados. Éstos eran la principal mano de obra en los trabajos más duros, y por lo tanto, el estado tenía mucho interés en ellos. En cierto modo, las mismas leyes que los condenaban a muerte en caso de rebelión también los protegían del daño que pudieran causarle un mal amo, ya fuer

a noble o plebeyo.

EJÉRCITOS SUMERIOS Y ACADIOS PARA DBA.

Hay numerosas listas de sumerios y acadios para este juego, que muestran la evolución de estas sociedades:

  1. I/1: Sumerios tempranos. En este ejército, con cuatro opciones distintas según el periodo elegido, se encuentran los ejércitos sumerios hasta el imperio de Sargón. La opción más antigua representa a un núcleo de 8 peanas de Bw, las primeras tropas, con el general y su escolta como Bd y 3 peanas de Ps, representando a los exploradores y habitantes de los pantanos. Sin embargo, en las listas siguientes ya se ve la regularización del ejército. Para empezar, el general va a la batalla en un carro tirado por cuatro asnos (los caballos todavía no eran usados), junto a los nobles. Los carros tenían un auriga y un guerrero equipado con hachas y jabalinas. Estas penas son HCH. Luego, el núcleo del ejército. La falange de ciudadanos enrolados para el combate. Los ejécitos, si bien eran irregulares, formados por los ciudadanos, la capa productiva de la ciudad, solían tener alguna preparación. La falange estaba formada por soldados equipados con casco de bronce, grandes escudos rectangulares y largas lanzas, y se clasifican como Pk. La falange era una opción adecuada para soldados con escasa habilidad individual y que no podían permitirse muchas bajas, ya que la misma formación proporcionaba protección. Luego hay una élite de guerreros protegidos con capas de piel y cascos de bronce, equipados con espadas curvas y hachas, clasificados como Bd. Por último, hay tres peanas de tropas Ax y Ps, luchadores en formación abierta y hostigadores.

  2. I/11: Acadios y III dinastía de Ur. En principio, esta lista es parecida. El general y la falange de Pk forman el núcleo. Sin embargo, los acadios sí funcionaron como ejército regular bajo el mando de Sargón, que creó un cuerpo regular de guerreros, representados por las dos peanas de Sp. El resto del ejército son Ax y Ps, ya que los acadios apostaron por la lucha en formación abierta, más adecuada en los terrenos difíciles en los que lucharon. Por último, hay una peana de Hd, levas obligatorias entre los pueblos dominados.

  3. I/12: Estados sumerios sucesores: Esta lista representa la evolución de Sumer bajo dominio amorrita y elamita, mientras al norte nacía el imperio babilónico, también reflejado en esta lista. Los generales son distintos: son elamitas, y luchan en carros ligeros o como arqueros. Luego hay un núcleo de falange ciudadana como Pk o Sp, y el resto del ejército son Bw, clara reminiscencia elamita, y Ax y Ps, tropas montañeses de los amorritas y habitantes de los pantanos. También, por el lado babilonio, representan a las tropas acadias que ya encontrábamos con Sargón.

  4. I/21: Casitas y babilonios tardíos. Esta lista representa la última etapa del imperio babilonio antes de caer, y la dominación de los casitas tras la acometida hitita. Las tropas más profesionales invasoras desplazan del ejército a los ciudadanos dominados. Así encontramos unos generales que ya luchan en carros ligeros (influencia indoeuropea) y las tropas auxiliares de montañeses casitas o guerreros acadios, según el ejército que se intente representar. La opción b de esta lista queda fuera del periodo estudiado en este artículo.

Que yo sepa, hay minis de Essex y Chariot para estos ejércitos. Las de Chariot son verdaderamente bonitas, aunque el carro de asnos de Essex también es francamente bueno.


Nota: Las miniaturas de este artículo pertenecen a la colección de Greg Kelleher. Representan un ejército de los Estados Sucesores Sumerios y son de la marca Essex.