La Britania del Rey Arturo

miércoles, 29 de agosto de 2007

Conquistada con esfuerzo Britania era una de las provincias más leales del Imperio Romano (si exceptuamos la región al norte del Muro de Adriano) y contribuía al bienestar económico del Imperio aportando, entre otros productos, valiosa plata y estaño.
La población de la isla había sido romanizada y posteriormente cristianizada en torno a las principales ciudades, aunque en el campo el sustrato pagano celta sobrevivía, pero ambas comunidades habían aprendido a convivir más o menos pacíficamente.
Las cosas pintaban así de idílicas en Britania cuando en 383aD el emperador de origen hispano Magno Clemente Máximo ordena la salida de la isla de algunas de las tropas allí ubicadas. En un primer momento nadie pareció darle mucha importancia al asunto, hasta que en 407 los nativos contemplaron con asombro y profunda preocupación como todas las tropas regulares romanas eran retiradas de la provincia de Britania. Las incursiones navales de diversos pueblos germánicos en el este, las rapiñas de los irlandeses en el oeste y el miedo a un colapso administrativo hace que los britanos supliquen al nuevo emperador que envíe allí una guarnición para hacerse cargo del orden y la defensa, y cual sería su estremecedor sentimiento de desamparo cuando recibieron la respuesta: "defendeos solos".

Afortunadamente el desastre no sobrevino súbitamente tras la retirada de las tropas romanas; las ciudades (aunque en cierto declive en esta última época del Imperio Romano) siguieron subsistiendo, la sociedad nativa celta en sus colinas fortificadas siguió conviviendo en paz con los britanorromanos, el comercio con el continente siguió vivo y, en la ahora extensa zona fortificada de los Muros de Adriano y Antonino, un pequeño estamento de oficiales de origen romano seguía manteniendo el poder y el orden.
Y esa era la situación social: los britanorromanos mantenían el control de las ciudades y sus alrededores, los caudillos celtas se enseñoreaban de sus colinas fortificadas y los "romanos" de los muros seguían fieles a su Dux Britanniarum en York, y todos ellos aceptaban ser al menos "coordinados" por una autoridad central -el antiguo Comes Britanniarum- que mantenía el orden y la paz... al menos hasta la misteriosa figura de Vortigern.

Vortigern, desde su centro de poder en Wroxester, mantuvo operativa la administración legada por los romanos e hizo que los ciudadanos reparan y cuidaran tanto las viejas fortificaciones romanas como las antiquísimas colinas fortificadas celtas. El comercio con el continente seguía vivo y el cristianismo se afianzaba en la sociedad, a pesar de que el pelagianismo (una herejía predicada por un sacerdote britano que apostaba por la responsabilidad y la propia voluntad del individuo) se extendía entre las clases populares y las gentes de las colinas mantenían su religión celta ancestral.

Vortigern había estado reclutando mercenarios anglosajones para hacerse cargo del Comis Litoris Saxoni, una antigua linea de fortificaciones a lo largo de la costa oriental de Britania, para contener la amenaza de sus hermanos continentales.
El plan parecía ser ciertamente exitoso, pero alrededor de 446aD una fatídica plaga y una serie de malas cosechas impidieron a Vortigern contar con dinero o especie para pagar a sus federados germánicos y, como suele ocurrir siempre que tenemos mercenarios que no han recibido su sueldo, la situación fue complicándose hasta desembocar en una revuelta abierta.
Estos desórdenes sociales terminaron con el establecimiento de un domino anglosajón de facto de la zona sureste de la isla. Los habitantes nativos decidieron, o bien cargar con todo cuanto podían llevar consigo y establecerse más al oeste, o permanecer en sus hogares, donde se mezclaron sin demasiadas complicaciones con la minoría guerrera anglosajona convertida ahora en élite dominante.
Tan desesperada era la situación que los britanos volvieron a dirigir sus miradas a lo que quedaba de Roma y pidieron ayuda al general Aecio, héroe de los Campos Cataláunicos. Y también en esta ocasión las súplicas de los aun leales britanos volvieron a ser desoídas.

Esta desastrosa crisis provocó una confrontación de pareceres entre el Dux, el Comes y las autoridades urbanas que desembocó en la desaparición de la cohesión britana ahora que la unificadora presencia de Roma los había abandonado para siempre.

Fue en ese momento cuando apareció la nebulosa figura de Ambrosius, un nativo celta de las colinas. Muchos de los celtas, profundamente preocupados por lo alarmante de la situación, decidieron emigrar a la región de Armórica, en la actual Francia, fundando lo que aun hoy conocemos como Bretaña.
Los que se quedaron con Ambrosius decidieron luchar por su tierra. Consiguieron contener a los anglosajones y repararon parte del Muro de Adriano, aunque este estaba casi abandonado en su zona occidental y en torno a Yorkshire y la Comis Litoris Saxonis estaba perdida para siempre.

Tras la encomiable pero no demasiado decisiva labor de Ambrosius surge otro misterioso héroe llamado a permanecer vivo en las tradiciones orales y escritas hasta nuestro días: Arturo.
Entre los documentos en los que aparece Arturo y que han llegado hasta nuestros días los más importantes son el poema épico Y Gododdin, en el siglo VII e Historia Brittonorum redactada por Nennius en el sigo VIII. Posteriormente el interés por su figura se reviviría en el siglo XII se le mencionaría en Historia Regnum Britanniae de Geoffrey de Monmouth y Le Morte d'Arthur, de Chrétien de Troyes, inspirados ambos en los relatos que aun se mantenían vivos en las memorias de los exiliados en Bretaña.

Se ha identificado a Arturo con diferentes origenes: el hijo de un britanorromano y una celta, el hijo de un celta y una britanorromana, el descendiente del Dux o varios héroes galeses como Owain Ddathgwyn.
Presumiblemente la teoría del héroe mestizo (con las últimas investigaciones está cobrando mucha fuerza la postura que defiende su origen de madre romana y padre celta) podría explicar el éxito que logró unificando intereses en contra del enemigo común anglosajón. Y, al parecer, su postura más que permisiva con la población que se mantenía fiel a su paganismo y algún expolio a iglesias y conventos para financiar sus actividades militares, pueden ser la causa de que no se le mencione en Excidio Britanniae y que Gildas lo situe entre los "superbus tyrannus" epíteto que dedica a los nobles britanos.

El liderazgo de Arturo parece haber conseguido no solo establecer un vínculo de unidad entre los britanorromanos y los celtas nativos, si no que logró una serie de decisivas victorias -siendo la más recordada la famosa Batalla de Baddon Hill en 516- sobre los anglosajones. Tras su muerte en 537 durante la Batalla de Camlann (Gueith camlann in qua Arthur et Medraut corruerunt) sus azañas aseguraron una paz que duraría casi un siglo y le labraron un hogar en la memoria de la humanidad y le elevaron al nivel de mito.

Las guerras anglosajonas (o el Exordio Britanniae, que queda más espectacular) pueden ser un excelente trasfondo de campaña para DBA y deja un abanico muy amplio a la hora de escoger ejército además del II/81. Sub-Roman British. 407AD-945AD su lista de enemigos y aliados es amplísima E= (a) II/54a, 68a, 73, 81a. (b) II/54ab, 68a, 73, 81b. (c) II/54b, 65b, 68ab, 73, 81c, 82a. (d) II/54b, 68b, 73, 81d, III/19a, 24ab, 40ab, 45a. A= (a) II/78a. (b) II/73 o II/83a. (d) III/40ab. Un escenario de campaña similar a Ard Ri podría ser una buenísima opción.
Existen varias marcas de miniaturas que tienen en stock miniaturas para representar los ejércitos britanorromanos en DBA, como Donnington o Essex, con un amplísimo catálogo tanto para los britanos como para sus numerosos enemigos. Las miniaturas que podéis ver en este artículo son Essex. También tenéis todo un artículo sobre la construcción y el pintado de un ejército Sub-Roman British en esta misma página.

Fuentes:
- Osprey. Men At Arms 154. Arthur and the Anglo-Saxon Wars, por David Nicholle.
- Crónicas del Señor de la Guerra, de Bernard Cornwell.
- Wikipedia, por varios wikiautores.
- Imágenes de mi colección personal o tomadas prestadas de la red de redes.

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