Saludos. En este artículo conoceremos algo de la historia de las principales órdenes militares que florecieron durante las Cruzadas. Hablaremos, por tanto, de la Orden del Temple, de los Hospitalarios y de la Orden Teutónica. El legado de estos monjes guerreros es inmenso y sumamente evocador. Mucho se ha escrito y fabulado sobre ellos en los últimos años, con más o menos acierto. Nos centraremos, sin embargo, en los datos históricos reales, que ya, de por sí, son lo suficientemente interesantes, sin añadir ninguna temática conspirativa.
LA ORDEN DEL TEMPLE
Bien, estamos de nuevo en el recién fundado Reino de Jerusalén. Godofredo de Bouillon, acaba de morir, y su hermando Balduino I se convierte, ahora sí, en rey. En ese momento, Balduino no tiene muchos recursos, y duras penas intenta controlar el territorio.
Sin embargo, la noticia de la conquista de la ciudad había llegado a Europa, y miles de peregrinos se dirigieron a Tierra Santa. El viaje aún era peligroso, sobre todo en el último jalón: el camino desde el puerto de Jaffa hasta la ciudad santa. Pues bien, en aquel momento, 1115, un piadoso caballero llamado Hugo de Payens, y su colega, Godofredo de Saint-Adhemar, conciben la idea de crear una orden religiosa que escolte a los peregrinos en este trayecto. Fueron a ver al Rey de Jerusalén, y a éste le pareció una excelente idea. Después de todo, el grueso de los cruzados había tomado el camino de regreso a Europa, y sólo unos pocos se quedaron para formar las fuerzas militares del reino. Como acababa de mover su palacio a la Torre de David, dejando las instalaciones de la mezquita de Al-aqsa, cede este espacio a la recién formada orden. La mezquita de Al-aqsa estaba (y está) donde antes estuvo el Templo de Salomón. De ahí tomó el nombre la orden: los Pobres Caballeros de Cristo y Templo de Salomón. Y tan pobres. La primera “promoción” estaba formada por nueve caballeros en total, y su séquito. No más de cuarenta personas. Podemos imaginar por tanto a aquellos nueve nobles caballeros, patrullando el polvoriento y peligroso camino desde Jaffa, protegiendo a los grupos de peregrinos a riesgo de sus propias vidas.
Bien, el patriarca de Jerusalén había autorizado la creación de la orden otorgándole una regla inicial de setenta y cinco artículos. Balduino escribió a los reyes y nobles de Europa solicitando contribuciones para la nueva orden. Hugo volvió también a Europa a apoyar la campaña. Y así, mediante donaciones y regales, la orden adquirió rápidamente un gran patrimonio, y comenzó a implantarse por toda Europa para gestionar los señoríos y encomiendas que recibían, explotándolos y administrándolos sabiamente, y enviando un flujo continuo de excedentes y beneficios al cuartel general.
Así fue cómo se enriqueció la Orden del Temple. No tuvo nada que ver con misterios ni conspiraciones. Fue, en mi opinión, el fruto del espíritu de los tiempos: esa atmósfera especial y cambiante que hace prosperar ideas que en otro momento hubieran sido desechadas. Si nos imaginamos en aquella época de fervor cristiano, y nos viene un noble caballero a pedir contribuciones para una orden que protege a los peregrinos, lo más seguro es que nuestra respuesta fuera: “¡Claro que sí!”.
Entre 1128 y 1145, la Orden recibió su regla definitiva, así como numerosos priviliegios por parte del Papa: sólo respondían ante él, quedan libres de la jurisdicción de los obispos. Podían tener sus propias fortalezas, capellanes y ejércitos. De modo que, aplicados en los negocios, y disfrutando de una vida sencilla y sin lujos, los Templarios comenzaron a ganar mucho dinero, incluso con labores de banca. Y todo ese dinero se enviaba a Tierra Santa, para proseguir las campañas, mantener las guarniciones, y seguir cumpliendo con su tarea principal: la escolta de peregrinos.
LA ORDEN DE LOS HOSPITALARIOS.
Aunque la orden templaria es más conocida, el hecho es que la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén es un poco más antigua. Se fundó en 1084, antes siquiera de que fuera proclamada la Primera Cruzada. Su origen lo tuvo en un comerciante amalfitano que solició al califa Husyafer permiso para construir un hospital para peregrinos. Recordemos que antes de la llegada de los Seljuk y de que los fatimíes controlaran Palestina, el califato abásida era quien gobernaba aquellas tierras, y las diferentes religiones y peregrinos eran permitidos. Por lo tanto, el hospital se construyó junto a la Iglesia del Santo Sepulcro, y fue consagrado a San Juan.
En sus primeros años, la orden estuvo centrada en su función hospitalaria, curando a los peregrinos que hasta aquellas lejanas tierras llegaban. Entonces llegaron los fatimíes, los turcos y la Primera Cruzada. En aquellos años turbulentos, la orden vio el nacimiento de los Templarios, pero siguió siendo hospitalaria, hasta el gobierno de su segundo Gran Maestre, Raimond du Puy, en 1127. En ese momento, con las dificultades que tenía Balduino para encontrar tropas, la orden cristaliza como una organización militar al estilo de los Templarios.
En 1142, reciben permiso para instalarse en una antigua fortificación musulmana cerca de Trípoli. Allí, los Hospitalarios construirían una de los más hermosos castillos jamás concebidos: Krak de los Caballeros, una fortaleza de una belleza verdaderamente onírica.
LOS CABALLEROS TEUTONES
Para hablar de esta orden necesitaremos adelantarnos algo en el tiempo. Los Caballeros Teutones nacieron al calor de la tercera cruzada, la de Ricardo Corazón de León, de la que ya hablaremos en próximos artículos. Se fundó en San Juan de Acre, en 1190, después de que el bravo Saha-Laddin, o Saladino hubiera conquistado Jerusalén. Sus comienzos estuvieron dedicados, al igual que sus semejantes, al cuidado caritativo de los peregrinos, pero en 1192 se reformó para darle carácter militar. En 1198, el Papa la reconoció oficialmente.
LAS ÓRDENES MILITARES Y LOS ESTADOS CRUZADOS
Bueno, como ya hemos comentado anteriormente, ya desde los comienzos del reino de Jerusalén, sus reyes tuvieron un serio problema a la hora de defender los territorios conquistados. En efecto, una vez se apagó el ímpetu de la Primera Cruzada, la mayor parte de los caballeros y soldados decidió regresar a Europa. Y aunque el flujo de voluntarios y peregrino era constante, la población europea residente en los estados cruzados nunca tuvo mucha estabilidad.
Los que se asentaron, se establecieron como una clase social separada del resto, que heredó los privilegios de los que disfrutaban los gobernantes musulmanes. Aunque en Jerusalén fueron expulsados, en el resto de tierras siguieron viviendo de acuerdo al régimen de propiedad previo.
Además, con la nueva generación nacida en Tierra Santa, pronto dejaron de verse como occidentales extranjeros. Esta clase europea se orientalizó rápidamente, tanto cultural como lingüísticamente.
Como consecuencia, cuando el estado cruzado necesitaba reunir un ejército, éste resultaba muy pequeño en número de nobles laicos que acudieran con su séquito. Y es en este contexto donde las órdenes religiosas adquirieron un papel protagonista en la formación de ejércitos cristianos. Porque Templarios y Hospitalarios disfrutaban de una estructura plenamente militar en Tierra Santa, por más que en Europa predominara su faceta más monacal. Por lo tanto, las tropas que aportaron fueron indispensable para los reyes de Jerusalén, condes de Edesa y príncipes de Antioquía.
Los destacamentos organizados por las órdenes a menudo se ponían al servicio del general al mismo tiempo desde dos órdenes distintas. Os podéis imaginar que Hospitalarios y Templarios se miraban con frecuencia de reojo con cierta desconfianza. En ocasiones, esto afectó negativamente al desarrollo de las batallas.
En cuanto a la organización de las tropas, los Templarios fueron los creadores del modelo, copiado posteriormente por las demás órdenes. El núcleo de sus tropas estaba formado, por supuesto, por los caballeros. Los beneficios de los negocios en Europa se invirtieron en un excelente equipo y entrenamiento militar. Por lo tanto, formaban escuadrones de caballería pesada especializados en la carga.
Pero obviamente, en Oriente Medio pronto se dieron cuenta de que necesitaban modificar las tácticas frente a los ligeros ejércitos de los turcos seljuk. Por lo tanto, los Grandes Maestres organizaron también cuerpos de infantería auxiliar. Básicamente estaban formados por lanceros a pie, llamados “sargentos”, y un gran número de ballesteros a pie y arqueros a caballo turcopolos. Los turcopolos eran tropas locales, tanto turcos cristianizados como sirios o armenios, equipados como caballería auxiliar, que luchaban como arqueros a caballo o como segunda línea de carga, más veloces que los caballeros, para poder dar alcance a los rápidos enemigos turcos. Los turcopolos eran mercenarios, y dentro de la orden, respondían ante un caballero llamado Turcopolier, el jefe de los mercenarios, que se encargaba de contratarlos y dirigirlos en batalla.
A pesar de los grandes esfuerzos económicos de las órdenes, estos ejércitos de élite en realidad no eran muy numerosos. Se sabe que los templarios llegaron a mantener seiscientos caballeros, algo más del doble de sargentos y alrededor de dos mil mercenarios. Obviamente, no eran suficientes para mantener una estrategia ofensiva en Tierra Santa. Por ello, después de su aparición como fuerzas militares efectivas, la estrategia de los líderes cristianos fue defensiva, basándose en líneas de fortificaciones que protegían las rutas de invasión de los turcos seljuk o de los fatimíes y, posteriormente ayubíes, de Egipto. Por ello, el siglo XII es la era de los castillos de Templarios y Hospitalarios: Krak de los Caballeros, Montfort, etc.
LAS ÓRDENES MILITARES EN COMBATE
En el siglo XII, el modo europeo de combate estaba basado casi exclusivamente en los carga de caballeros más o menos descontrolada. Pero cuando tuvieron que presentar batalla antes los ágiles turcos, aprendieron con dolor que aquel tipo de guerra no era la más adecuada. Los turcos evadían y hostigaban con sus arqueros a caballo, y sólo atacaban cuando buena parte de los caballeros ya habían mordido el polvo, habían sido separados del resto de ejército gracias a sus incontroladas cargas y estaban agotados e indefensos.
Con la experiencia, las órdenes militares fueron las que perfeccionaron las estrategias, adaptando a Oriente el modo de combate de los caballeros. Y así, aunque éstos eran la fuerza principal, definieron mejor el papel de la infantería de apoyo, y sobre todo, la caballería auxiliar.
Para empezar, se dieron cuenta de que debían lanzar las cargas muy controladas, en lugar de lanzarse a lo primero que veían, como se había hecho antes. Los caballeros templarios hacían muchos ejercicios en formación para mantener la cohesión, y basaron su comportamiento en el campo de batalla en la disciplina. En todo momento estaban organizados por escuadrones, y cada uno seguía a un gran estandarte de batalla llamado “Beau Seant”. En el polvoriento y confuso combate, los caballeros seguían ciegamente al estandarte. Era un objeto sagrado para los caballeros, y tras él se lanzaban a la carga o bien se detenían o cambiaban la dirección del galope. Si un escuadrón perdía su “Beau Seant”, tenían órdenes de unirse a otro, el más cercano, aunque perteneciera a otra orden, con tal de no quedar sin nadie que les dirigiera. Obviamente, el portaestandarte debía ser un oficial veterano, con la suficiente sangre fría para tomar importantes decisiones durante la batalla.
Por otro lado, la función de la infantería, los ballesteros y, sobre todo, los turcopolos, consistía en estorbar las maniobras de envoltura que solían hacer los enemigos. Los lanceros podían proteger la retaguardia, los ballesteros ahuyentar a la caballería ligera enemiga, y los turcopolos, acosarla hasta hacerla retroceder.
En la doctrina de las órdenes militares, los caballeros tenían prohibido dar cuartel o pedirlo. Si se rendían, sabían que la órden no movería un dedo por rescatarles. Los turcos lo sabían, y solían torturar a los pocos que capturaban vivos, y luego decapitarles. Una poderosa guarnición templaria de ochenta caballeros fue decapitada en una ocasión en la que fuer tomado un puesto de defensa, a pesar de que se les había prometido salvar la vida a cambio de la apostasía.
LAS ÓRDENES DESPUÉS DE LAS CRUZADAS.
Las diferentes órdenes sufrieron una suerte dispar, sobre las que se han forjado muchas leyendas. Aunque veremos con más detalle la historia después de la Primera Cruzada, os adelantaré que en 1187, Saha-Laddin, o Saladino, derrotó aplastantemente a los ejércitos cristiando en la batalla de Hattim. Nobles, caballeros templarios y hospitalarios perecieron allí. Meses después, tomó la ciudad de Jerusalén, y pronto cayeron otras ciudades como Acre, Jaffa, etc. Esto provocó en Europa la proclama de la Tercera Cruzada, en la que participó Ricardo Corazón de León. Bien, cuando éste llegó a Tierra Santa, tomó la ciudad de Acre, y puso sitio a Jerusalén. Sin embargo, las noticias de Inglaterra (su hermano Juan “Sin Tierra”, el malo de “Robin Hood”) le obligó a firmar la paz con Saladino. Por lo tanto, Jerusalén siguió en manos musulmanas, aunque el tratado permitía a los peregrinos llegar a la Ciudad Santa.
Lo que Saladino no estaba dispuesto a tolerar era la presencia de las órdenes militares. Éstas se retiraron a Acre primero, y cuando ésta cayó, a Chipre. Los Templarios y Hospitalarios siguieron lanzando ataques e intentando conseguir una nueva cabeza de playa en Palestina, pero entonces, los apoyos europeos comenzaron a flaquear. De repente, los reyes y el Papa ya no estaban tan interesados en Oriente Próximo. Los mercaderes italianos tenían establecidas ya sus rutas hacia Oriente, por lo que no estaban dispuestos tampoco a apoyar más guerras. De hecho, ellos fueron los que dirigieron la Cuarta Cruzada contra ¡Bizancio!, en lugar de Jerusalén.
Pero aquella nueva política no era fácil de asimilar por las órdenes. Su misma esencia se basaba en la guerra contra el infiel. No podían aceptar aquella situación. Sobre todo los templarios.
Éstos siguieron luchando cuando ya nadie más quería atacar, gastando en ello todos los beneficios de sus posesiones. Habían seguido prestando dinero, y el más endeudado con ellos era el rey Felipe IV de Francia, que, a su vez, tenía al Papa bajo su completo dominio. Por ello, basándose en acusaciones falsas lanzadas por un renegado templario, consiguió que fueran detenidos y procesados con acusaciones más que disparatadas. La detención masiva se realizó el viernes 13 de octubre de 1307. El proceso se alargaría aún unos años más, hasta la disolución definitiva en 1312. El Papa apoyó al rey francés, y así fue como desaparecieron los Templarios, su patrimonio se repartió entre los reyes de los países donde tenían propiedades, la Iglesia, y otra orden rival: los Hospitalarios.
Los Hospitalarios, una vez rendidos en Tierra Santa, volvieron a su labor original de atención a los peregrinos en los hospitales de la orden. En 1310, se intaló en Rodas. Desde ese momento, la orden pasó a ser conocida como los Caballeros de Rodas. Desde allí siguieron ejerciendo labores de “piratería” con su potente flota contra los turcos, hasta que en 1522, Solimán el Magnífico tomó la isla, y éstos huyeron a Malta. Después de 1530, sufrieron otro gran asalto otomano, del que sólo fueron salvados por la respuesta del Imperio Español, que se lanzó al rescate.
Desde entonces, la orden ha seguido existiendo, llamándose ahora la Orden de Malta, dedicada a las labores humanitarias. Un ex-forero que muchos de nosotros conocemos nos puede contar que estuvo presente en una cena de entrada en la orden de un nuevo miembro.
Los Caballeros Teutones fueron los primeros en abandonar la causa de Tierra Santa. En 1291, tras la última conquista de Acre por los musulmanes, se retiraron a Transilvania, de donde fueron expulsados de nuevo por Andrés II de Hungría. Entonces se asentaron definitivamente en Prusia, donde se les otorgó un estado propio, y comenzaron las Cruzada Bálticas, contra el reino de Polonia, el ducado de Lituania y otros pueblos bálticos no cristianizados. Después de la derrota de Tanneberg, en 1410, entraron en decadencia, que culminó en 1525, con la conversión al Protestantismo del Gran Maestre Teutón. Sus tierras fueron secularizadas para formar el Gran Ducado de Prusia, y la orden siguió existiendo hasta hoy, asociada a la casa de Habsburgo hasta la Primera Guerra Mundial, y por libre posteriormente, dedicada a labores humanitarias.
ÓRDENES MILITARES EN DBA
Para el periodo de las Cruzadas, la lista a usar es la IV/17, Cruzados Tardíos. Esta lista puede hacerse tanto para representar el ejército de una sola orden, o bien, un conjunto de caballeros seculares, Templarios, Teutones y Hospitalarios. Consiste en tres peanas de Kn, una de ellos general. Éstos son los caballeros. Luego hay una peana opcional de Cv (turcopolos) o Kn (más caballeros. Luego hay cinco peanas de sargentos (lanceros a pie, Sp). Por último, tres peanas de ballesteros, tanto seculares (3 Cb) como de alguna orden (4Cb), y una peana de arqueros Bw, que son arqueros mercenarios sirios o turcos.
Los fabricantes más conocidos para este periodo son Legio Heroica, Essex, Old Glory y Minifigs, aunque hay muchos más.