La Rus de Kíev

viernes, 6 de noviembre de 2009

Saludos. En el artículo de esta semana hablaremos del origen de las actuales Rusia, Ucrania y Bielorrusia. La historia de estos países comenzó hace mucho tiempo, con el movimiento de las tribus eslavas. Recordemos que los eslavos se habían puesto en movimiento desde su región de origen, y sus migraciones, producidas entre los siglos V y VIII, causaron profundos cambios étnicos en la parte oriental de Europa. Finalmente se distinguieron tres grandes grupos: los eslavos meridionales, que llegaron hasta las Balcanes, y cuyas relaciones con Bizancio ya vimos en su día; los occidentales, que se quedaron en el centro de Europa, en las actuales Chequia, Polonia, etc. y los orientales. Éstos últimos son la base de la Rus, y se asentaron en las extensas llanuras de Ucrania, Bielorrusia y Rusia, y continuaron expandiéndose hacia el este.
Hay que tener en cuenta, también que todos estos grupos terminaron absorbiendo a otros pueblos, que terminaron adoptando su idioma como propio. En el caso de los eslavos orientales, estos pueblos fueron tribus finesas, bálticas e incluso, a través de las estepas, pueblos iranios. Pues bien, durante el siglo VIII y la primera mitad del siglo IX comenzaron a aparecer las primeras unidades políticas de estos eslavos, que tomaron la forma de principados. Destacaron por su importancia el principado de Kíev, el principado del Norte (con capital en la hermosa Novgorod) y el principado de Polotsk.

Pues bien, a mediados del siglo IX, los varegos, o vikingos procedentes de Suecia, comenzaron a cruzar el Báltico y a remontar los grandes ríos procedentes de estas tierras. Realizando feroces incursiones, contactaron así con los principados eslavos, a quien pronto sometieron a tributo. Según la “Crónica de Néstor”, sus tierras eran fértiles, y disponían de abundante caza, y miel, y maderas. Sin embargo, los eslavos, en el año 862, consiguieron una precaria alianza y desafiaron a los varegos, rechazando el pago de los tributos. Al principio les fue bien, pero ante el éxito parcial de su alianza, pronto los principados comenzaron a luchar entre ellas por la hegemonía. Además, también los jázaros, desde la estepas, tenían a sometidos a tributos a otros principados. Algunos de ellos, los que estaban a orillas del Báltico, decidieron que buscarían unos reyes fuertes que gobernaran sobre ellos. De este modo, en lugar de estar sometidos a los tributos de dos enemigos, se aliarían con uno de ellos para luchar contra el otro. Así fue como decidieron ir a buscar a los varegos a su tierra a hacerles una oferta que no podían rechazar, y se inició la dinastía de reyes varegos entre los eslavos, llamada dinastía Rúrika.
Bien, a estas alturas, podéis observar que esta historia hace aguas. La “Crónica de Néstor”, un texto de la época, toma partido claramente por los varegos. La historia de que un pueblo se busca reyes extranjeros a los que someterse voluntariamente parece poco probable. Una versión, más acorde con otros hechos históricos anteriores y posteriores en el tiempo, es que, probablemente, algún príncipe eslavo pediría ayuda a los varegos contra sus rivales, y éstos, llegaron, vieron y decidieron que, ya que estaban allí, lo mejor era quedarse a gobernar, o bien, simplemente, Rúrik se quedó en Kíev, camino de Constantinopla. La “Crónica” serviría para legitimar el derecho de los varegos a gobernar a los eslavos.

El pueblo varego comenzó asentándose en Novgorod, pero pronto se extendieron hacia el sur. En el 880, el príncipe Oleg fundo la Rus de Kíev, y desde allí siguió lanzando importantes ataques e incursiones, una de las cuales le llevó hasta Bizancio, con quienes comenzaron una provechosa relación comercial.
Pues bien, “rus” era el nombre que los eslavos daban a los varegos, sin distinguir entre ellos a normandos, anglos, suecos o godos. De ahí que, bajo el gobierno de los rus, los principados eslavos terminaran denominándose Rus, aunque, en realidad, los varegos se integraron en poco tiempo con los eslavos. No obstante, las tropas de los príncipes eran reclutadas entre los escandinavos en su mayor parte, es decir, feroces, arrojados e intrépidos vikingos. De entre todos los principados, el de Kíev fue el más poderoso. Desde el siglo X dominó a otros principados eslavos, o bien consiguió su sumisión política, según el caso. Se aproximó a la cima de su poder bajo el gobierno de Sviatoslav Igorevich (945-972). Este príncipe implantó algunas reformas que reforzaron el papel del estado, como, sobre todo, un nuevo sistema de tributación. Hasta entonces, los impuestos se pagaban casi como los tributos que se pagaban antiguamente a los varegos. Sin embargo, con él se implantó un sistema que garantizaba un pago más regular. Además, la política exterior quedó fijada por él: se buscaría la amistad del imperio Bizantino, y se atacaría a todos los demás, sobre todo a los jázaros, pero también a otras tribus turcas, como los pechenegos, o bien baltos, como el pueblo lituano.

Gran parte de las relaciones entre Bizancio y Kíev se basaron en la cristianización de la Rus. Hasta entonces, los eslavos y varegos habían mantenido sus cultos paganos: Perun, el dios del Trueno, y todo el panteón vikingo, y también Jors, que era una deidad irania. El proceso de cristianización había comenzado en el siglo IX (con san Cirilo y san Metodio), pero se completó en el reinado del sucesor e hijo Vladimir Sviatoslavich (es decir, Vladimir, hijo de Sviatoslav), también conocido como Vladimir el Grande, o san Vladimir, ya que fue santificado. Desde ese momento, los altos cargos serían enviados por Bizancio, aunque el papel de la Iglesia en la Rus sería separado totalmente del gobierno. Y durante mucho tiempo, la nobleza mantendría también cultos paganos, sobre todo a Perun y Jors.
Los príncipes de la Rus fueron muy ricos, y en sus cortes podían encontrarse exquisitas mercancías, vinos y aguamiel, etc. Como ya hemos dicho, la riqueza provenía del comercio entre el Báltico y Constantinopla: ámbar, miel y cera de abejas de los bosques rusos, pieles y, sobre todo, maderas.

Vladimir unificó finalmente a todos los principados, y colocó a sus descendientes al frente de las nuevas “provincias”-principados. Desde ese momento, el príncipe de Kíev ostentaría el título de “Gran Príncipe”, para diferenciarse de los demás. Sin embargo, tras su muerte, el proceso de descomposición de la Rus dio comienzo. El principado fue dividido entre los hijos de Vladimir, Iaroslav el Sabio y Mstislav. Cuando éste murió, Iaroslav unificó de nuevo el territorio. Sin embargo, a su muerte, sus hijos disputaron duramente, e hizo aparición el pueblo de los cumanos, o “kypchaks”, otro pueblo turco, desde las estepas del sur, que habían desplazado a los pechenegos. Desde ese momentos, los príncipes lucharon a menudo entre ellos, o bien lucharon unidos contra los cumanos, o bien con los cumanos contra el resto de los príncipes.
Durante la segunda mitad del siglo XI y el primer tercio del XII, la Rus se mantuvo a duras penas unida, aunque sus príncipes locales tenían cada vez más independencia. Este periodo terminaría con el reinado de Vladimir II Monómaco, entre los años 1113 y 1125. A Vladimir II debemos dos de los primeros exponentes de la literatura de los rus: la “Instrucción”, y su “Homilía”, obra en la que él, consciente de los peligros que acechaban a la Rus en descomposición, trató de plasmar su experiencia y sus recomendaciones a los futuros príncipes. También, durante su reinado, tuvo el poder y la iniciativa suficiente como para construir un largo muro en la estepa para protegerse de los cumanos, vigilada por sus valientes boyardos.

Tras la muerte del Gran Príncipe Vladimir II, la nobleza, que eran denominados “bogatires” o “boyardos”, llevaba ya un siglo ampliando sus parcelas de poder. Este proceso provocó una “feudalización”, y los príncipes tuvieron que apoyarse cada vez más en sus boyardos. Esto puede apreciarse, a modo de anécdota, en el papel que los boyardos tienen en los cuentos tradicionales rusos de temática heroica, o “bilinas”, en los que casi siempre los protagonistas son boyardos que, leales a algún príncipe, cumplen arriesgadas misiones en defensa de la tierra rusa. Curiosamente, los príncipes de estos cuentos están siempre en sus palacios, y rara vez se ponen al frente de sus ejércitos o se exponen a algún peligro. Yo crecí leyendo estas historias, que conocí incluso antes de la mitología griega: Ilyá Múrometz, Dobrinia, Aliosha Popóvich, Dunai y Nastasia...
Pues bien, la Rus unificada se dividió en tres estados principales: Rus de Vladimir Suzdal en el norte, la de Volinia-Galitzia en el sur, y el principado independiente de Novgorod, ciudad dedicada al comercio, próspera y opulenta, y que daría origen a un personaje de cuento maravilloso llamado Sadkó de Novgorod: astuto y afortunado mercader, y maestro en el arte de tocar el salterio. Ya en la segunda mitad del siglo XII Kíev fue perdiendo importancia, al tiempo que los cumanos aumentaban la presión sobre las tierras rusas.

Las divisiones aumentaron tanto que cuando, los mongoles invadieron la Rus, en el 1220, no había fuerza capaz de hacerles frente. Fue Batu Kan, al frente de la Horda de Oro, quien arrasó el país. La llegada de los tártaros fue tan terrorífica para los rusos que muchos huyeron a las tierras boscosas, a la espesura, donde los mongoles no se atrevían a penetrar. Muchas bilinas, como la de Aliosha y el tártaro Tugarin, muestran a los tártaros como seres monstruosos, deformes y gigantescos.
La conquista mongola tuvo graves repercusiones. En el futuro haré una serie de artículos sobre el imperio mongol, en los que trataré esto con más detalle, pero por ahora basta decir que los mongoles no se anexionaron esta región, pero sí sometieron a sus príncipes a un duro vasallaje (os recomiendo leer la historia de Aliosha Popovich). Favorecieron la preminencia de Moscú, situada más al este que Kíev, como nueva sede de poder de los gobernantes rusos, mientras la antigua capital de la Rus era aislada y caía en el olvido. No fue hasta Ivan el Terrible cuando los rusos recuperaron su independencia. Por lo tanto, detendremos aquí el relato de los hechos históricos.


LOS EJÉRCITOS DE LA RUS EN DBA
En DBA, encontramos dos listas distintas para el periodo descrito en este artículo. Aunque la composición de los ejércitos cambia, la organización de los ejércitos se basa en lo siguiente: el Príncipe poseía un ejército propio, denominado “druzhina”. A este contingente, los príncipes podían unir tropas locales, aportadas por las ciudades, en caso de necesidad, o incluso mercenarios provenientes de pueblos esteparios con los que a veces se estaba en guerra, y a veces, se colaboraba. Con este esquema en la cabeza, veamos ahora los ejércitos.
III/48, Rus.- Esta lista representa a los ejeŕcitos de los príncipes de la Rus desde la llegada de los reyes vikingos hasta la feudalización de los principados. Encontramos pues la peana del general como Cv o bien como Bd. Ésta peana es la “druzhina”, y son vikingos. Luego hay siete peanas de lanzas, obligatorias. Los lanceros rus, es decir, autóctonos, usaban largas, al modo escandinavo, lanzas y escudos. Inicialmente eran redondos, también como el de los vikingos, pero fueron cambiando al diseño cuadrado. También estaban equipados con hachas. Eran conocidos por su ferocidad y por la fuerza de sus formaciones cerradas. Luego hay dos peanas con opción de ser lanceros rus o bien, arqueros hostigadores, Ps, que solían disparar desde detrás de las formaciones de lanzas. Por último, otras dos peanas que pueden ser más lanceros rus, o Bd, que representan a mercenarios varengos, o bien LH, que pueden ser búlgaros del Volga, magiares, polacos o pechenegos: arqueros a caballo, vamos.
III/78 Rusos tempranos. Esta lista representa ya a los ejércitos en los que participan los boyardos. El general y cuatro peanas más son Cv. Ésta es la nueva “druzhina”, conformada por los jinetes bogatires: equipados con arcos, mazas y espadas, y equipados con hermosos armaduras y arreos. Luego hay dos peanas de caballería ligera, que eran tropas aportadas por las ciudades, formadas por boyardos empobrecidos o campesinos pudientes, y que tenía funciones de exploración, pero también puede representar a mercenarios húngaros, pechenegos o cumanos, o bien “kazak”, que eran turcos asentados en las fronteras de la Rus. Siguen dos peanas de lanceros rus, dos de arqueros y la última, que tiene tres opciones: una Hd, representando a milicias locales; Ax, representando a tropas rusas procedentes de los bosques, y una extraña peana de 3 ó 6 Kn, que son caballeros mercenarios germanos, en formación estándar (3Kn) o bien en cuña (6Kn).

Las gamas de rus, sobre todo los boyardos, suelen ser muy atractivas visualmente. Que yo conozca, Essex y Old Glory tienen una bonita gama, aunque mi favorita es la de Mirliton.