La guerra de los carros III: Creta y los reinos micénicos.

sábado, 28 de junio de 2008

Saludos. Esta semana hablaremos de las civilizaciones que se desarrollaron en el entorno del mar Egeo durante la Edad de Bronce, y que acabarían siendo el origen de todo el mundo griego, y por lo tanto, la semilla de nuestra propia cultura. Aunque ya escribí un artículo sobre los reinos minoico y micénico, esta vez me he documentado más, de modo que ampliaré un poco el contenido.

Nuestro escenario está formado por la costa de la península de los Balcanes, las islas del norte del Egeo (Lemnos, etc.), las Cícladas y Creta. A modo de resumen, diremos que, hacia el 3000 a.d.C., mientras Egipto se unificaba bajo el dominio del primer faraón, Menes, y surgían la primera dinastía de Ur en Mesopotamia, la civilización mediterránea seguía derroteros algo distintos. En la costa de Grecia, y en las islas, ya había poblados fortificados. Hay que destacar que aunque los pobladores de los Balcanes eran pueblos “occidentales”, los habitantes de las islas habían llegado desde Anatolia, trayendo ciertos rasgos culturales orientales. Es en esta región donde se producirá una fértil fusión de estas protocivilizaciones.
La metalurgia del bronce era conocida tanto en el continente como en las islas. Pero debido a las peculiaridades geográficas, sobre todo la de las islas, estos pueblos carecían de muchos recursos cercanos a sus poblados, por lo que tuvieron que volcarse en lo que les ofrecían el mar y el comercio. Desde el 3000 a.d.C., las embarcaciones pasaron de ser propulsadas a remo a emplear las primeras velas, además de usar quilla.
Este factor hizo que los pueblos de las islas tuvieran acceso a un mayor número de ideas diferentes de lugares distintos, acelerando el intercambio de ideas. Además, la construcción de los barcos implicaba mucho trabajo de grupo, organizado y especializado, así como la necesidad de tener que buscar soluciones a numerosos problemas técnicos. Pronto se hizo necesaria una organización central para gestionar los escasos recursos. Así aparecen en los poblados construcciones de gran tamaño, llamadas “megaron”, donde existen espacios dedicados al almacén de provisiones, archivos, etc. Este sería el origen de los palacios minoicos y micénicos. Durante el tercer milenio, estos pueblos prosperaron, y avanzaron en muchas disciplinas: arquitectura, construcción naval, artesanía en mármol, bronce, oro y arcilla. Además, en Creta, algunos autores afirman que se dio la peculiaridad de haber recibido una oleada de emigrantes egipcios, que salieron de su región cuando Menes tomó el Bajo Egipto, unificando el país. Estos egipcios parecieron haber aportado numerosas ideas que fructificarían más tarde.

Desde el 2100 a.d.C., estas culturas parecen desaparecer bruscamente en todos los sitios salvo en Creta. Debido a una corriente migratoria de pueblos procedentes de las estepas euroasiáticas y pueblos danubianos, ambos de estirpe indoeuropea, las culturas mediterráneas, que ya estaban perfectamente formadas, son barridas y sustituidas por estos invasores, con una cultura esencialmente ganadera, y un idioma propio, indoeuropeo, que ahora conocemos como “protogriego”. Estos invasores llegaron en dos oleadas: 2100 y 1900 a.d.C. Pero, ¿todo fue destruido? No. Porque, alejada de la costa del continente, y accesible sólo a los pueblos que supieran navegar alejados de la costa, estaba la isla de Creta, con sus pobladores originales procedentes de Asia. En Creta no hubo retroceso, sino que se mantuvo a salvo, y quedó como la civilización más avanzada de la región. Y así comenzó a formarse la leyenda del esplendor del reino que ahora conocemos como minoico.
Por cierto, también, alrededor del 1800, se fundaba en Anatolia la sexta Troya, sobre cinco asentamientos precedentes. Esta Troya fue fundada por estos pueblos indoeuropeos que también llegaron a Grecia, y por lo tanto compartió la evolución de los futuros reinos micénicos. Además, aprovecharía su posición para controlar el comercio hacia el Mar Negro. A esta ciudad cantaría Homero en su Ilíada.
En realidad en Creta hubo al menos cuatro reinos distintos, pero todos ellos tenían características comunes. Creta era una isla, pero era muy grande. Combinaba el aislamiento insular con numerosos recursos propios, que permitían desarrollar la agricultura y el comercio marítimo. En esta época fue cuando la sociedad se terminó de especializar, apareciendo, ahora sí, perfectamente definidos, los palacios. Estas construcciones albergaban productos, servían de vivienda a los gobernantes y eran el lugar de trabajo de una ingente cantidad de funcionarios. Esto motivó la necesidad de desarrollar una escritura, que en esta época era ideográfica-jeroglífica (un signo= una idea). Se desarrolló la artesanía en metal, en piedra y la industria textil. El trabajo se especializó enormemente en los talleres.

Creta se adueñó del mar de forma totalmente pacífica. Para los pueblos recién llegados a las Cícladas y a la costa de Grecia, los navegantes de Creta eran algo misterioso y casi mágico, con muchos más conocimientos que ellos, y que comerciaban con hermosísimos objetos y preciosas mercancías. Fue así como estos “protogriegos” los tomaron como modelo ideal. Desde su llegada, y hasta el 1600 a.d.C., estos pueblos fueron madurando socialmente hasta alcanzar el desarrollo necesario para comenzar a copiar directamente la civilización cretense. La influencia política de los reinos minoicos hizo que desde este momento apareciera la civilización micénica. Se llaman micénicos a los pueblos “protogriegos” que adoptaron el modelo minoico de reino: con una capital, gobernada por un palacio, y englobaban una gran cantidad de territorio. Tenían un sistema organizado y centralizado de producción. Estos micénicos también se llamaron aqueos, y sus reinos eran, al menos doce. Entre ellos encontramos Pilos, Micenas, Atenas, Tebas, Orcómenos, etc. Estos reinos ya hablaban en el griego que conocemos, pues habían fusionado el “protogriego” con elementos locales. Estos reinos estaban divididos en “damos”, territorios circundantes a cada asentamiento. Quedaos con esto que es importante.

En el siglo XVIII a.d.C., Creta sufrió muchos terremotos que provocaron la destrucción de muchos palacios de esta era. Sin embargo, la cultura estaba muy asentada, y volvieron a reconstruirlos, aún más hermosos y esplendorosos que antes.
Entre el 1600 y el 1450 a.d.C., los reinos micénicos y minoico convivieron en paz, dedicados al comercio. Desde los palacios se organizaba la producción: se distribuían las materias primas, se organizaban los envíos, etc. Había censos de artesanos, tiendas, lonjas, etc. La navegación se desarrolló aun más. Mercancías tales como artesanía en metal, aceite, tejidos, y otras manufacturas de estos reinos se han encontrado por todo el Mediterráneo (Chipre, Anatolia, Siria, Egipto, Sicilia, centro de Europa e incluso islas británicas). A cambio, los navegantes traían de vuelta oro, estaño, cobre y ámbar.
Además, la centralización de los recursos tenía muchas ventajas: se hicieron numerosas obras públicas: desecaciones de lagos, canales de abastecimiento, alcantarillado, fabulosas murallas, carreteras y edificios que siglos después, antes del esplendor del periodo Clásico, los griegos atribuirían a la mano de los dioses.
Alrededor del 1450 a.d.C. se produjeron por toda el archipiélago de las Cícladas una serie de terribles erupciones volcánicas y terremotos que destruyeron gran parte de los reinos de carácter minoico que había por allí. Estas erupciones fueron cuatro veces más potentes que la del Krakatoa en 1883, y muchos autores piensan que están relacionadas con hechos tales como el cruce del mar Rojo por parte de los judíos, las plagas de Egipto o el mito de la Atlántida.

El caso es que, aunque Creta estaba alejada, la influencia minoica en las Cícladas desapareció. Esto pareció favorecer a los reinos micénicos, que comenzaron formar ejércitos, y a luchar por el poder. A finales del siglo XV a.d.C., Creta fue invadida por micénicos. Todos los palacios, excepto el de Cnosos, fueron destruidos. En este palacio habitó un nuevo soberano micénico. Desde este momento, el idioma y cultura minoicas desaparecen, sustituido por el griego. Sin embargo, los reinos minoicos y su dominio pacífico del mar, llamado “pax minoica”, persistiría en el acervo cultural de los pueblos micénicos, que, a través de los griegos, llegaría hasta nosotros. Así desparecieron los reinos minoicos, y así se harían inmortales en nuestra memoria, personificados en la figura mítica del rey Minos. Los micénicos, además, aportaron sistemas de escritura silábicos, llamados lineal A y lineal B, a diferencia de los jeroglíficos minoicos.

Con todo el Egeo controlado por los reinos micénicos de Grecia, incluso la legendaria Creta, pronto intentarían luchar entre así buscando más poder. Estos reinos se aliarían unos contra otros, lucharían, y finalmente llegarían a una estable red de alianzas que permitió una guerra organizada contra un enclave crítico para el control del tráfico marítimo: Troya. Así nació la leyenda.
Alrededor del 1275, los aqueos (los micénicos) se aliaron entre sí y marcharon contra esta ciudad.
En realidad, los ataques a Troya seguramente serían varios a lo largo del tiempo, y según muchos autores, todos fracasaron. Troya VI, la ciudad cantada por Homero, fue destruida por un terremoto, lo cual permite explicar varias cosas: parece ser que durante uno de los asedios de Troya, un terremoto derribó los increíbles muros de esta ciudad, permitiendo a los aqueos entrar y saquearla. Como los terremotos, para los griegos de aquella época, estaban causados por Poseidón, dios del mar, probablemente dejarían un monumento en su honor. ¿A qué adivináis cuál era el símbolo con el que se honraba a Poseidón? En efecto. Un caballo. Es probable que el “Caballo de Troya” fuera un enorme exvoto dejado allí por los aqueos en agradecimiento a este dios por haber permitido que Troya fuera tomada.

Finalmente, cuando Oriente Próximo caía bajo las invasiones de los Pueblos del Mar, allá por el 1200-1100 a.d.C., otros pueblos indoeuropeos, portadores del hierro, entraron a saco en los reinos micénicos: eran los dorios, que se asentaron por toda Grecia y muchas islas. Sólo el Ática y la Arcadia parecieron quedar a salvo. No obstante, el mundo micénico se colapsó, y comenzó así una edad llamada “Oscura”. Los reinos desaparecieron, y fueron las ciudades aisladas las que comenzaron a tomar preponderancia política. Recordemos que el territorio de estas ciudades se llamaba “damos”. “Damos” pasó a “demos”. Así nacieron las polis: ciudades aisladas tras el colapso de los reinos, que comenzaron a gobernarse de forma autónoma. Quedaron empobrecidas cultural y materialmente, pero seiscientos años después, resurgirían en el crisol de la Grecia Clásica. Pero eso es otra historia.

Bien, ahora analizaremos los ejércitos. Las listas para los reinos micénicos son:
I/18.- Micénicos y minoicos tempranos. Esta lista cubre el periodo de esplendor y coexistencia de los reinos micénicos y los minoicos. Se trata de la era de los Palacios. Los reyes son poderosos y los reinos son grandes (3000 km2 el de Pilos, por ejemplo). En realidad, los reinos minoicos no tenían ejército, o al menos, no hay representación militar de ningún tipo en los restos encontrados. No así entre los belicosos aqueos. La lista se compone de una peana de Hch que representa al general, y tres peanas de carros Hch o Lch. Esto representa a los nobles y familiares de la familia real. Los reinos eran amplios y podían sostener un amplio número de caballos. El uso de carros posiblemente se adoptara tras los contactos con las ciudades sirias y cananita. Por supuesto, comenzaron a usarse primero en el continente, pues en las islas no tenía sentido disponer de muchos carros. Era más fácil defenderse en el mar, y era poco probable que los enemigos pudieran enviar una gran fuerza embarcada. En las representaciones no se aprecia bien si son carros de tipo ligero o pesado, pero sin duda, las carreteras que se construyeron permitían el movimiento del ejército pensando en el uso de estos carros. Personalmente me inclino a pensar en que en una primera época serían más Lch, tomando el modelo “maryannu” de los Mitanni, que ya controlaban en esa época las ciudades de la costa siria. Posiblemente más tarde se fueran haciendo los carros más pesados alrededor del siglo XIII a.d.C., siguiendo la misma evolución que en Oriente Próximo. Se sabe que hubo ejércitos continentales micénicos que reunieron hasta doscientos carros.
Luego tenemos cuatro peanas de piqueros. Estas tropas son soldados prácticamente desnudos, equipados con yelmos y grandes escudos en forma de ocho o de torre. Se representan como Pk porque se supone que los palacios podían permitirse tener ejércitos regulares, y las formaciones de piqueros requieren entrenamiento para luchar con cohesión.
Luego hay tres peanas de Ps, y otra más opcional con una peana de Ax. Los Ax podrían ser pastores y otras tropas montañesas de los reinos, y los Ps representan a arqueros que solían apoyar el avance de la infantería pesada desde la retaguardia.

I/26. Micénicos tardíos y la guerra de Troya.- Esta lista representa los últimos años de los reinos micénicos antes de su caída, durante su lucha contra Troya, y las luchas internas en busca de la hegemonía (como lo que vemos al principio de la peli “Troya”). Esta lista está escrita siguiendo las descripciones de la Iliada. Tiene una variante para Troya y otra para los aqueos, ambas muy parecidas.
Los elementos comunes son cuatro peanas de carros ligeros, que pueden desmontar como Bd. Esto sigue al pie de la letra las descripciones de la Iliada, por si no la habéis leído. Los aurigas, al menos los generales, irían equipados con armadura tipo dendra (de enormes placas de bronce), y descenderían para luchar a espada..
Luego tenemos cuatro peanas de Sp, que son los mismos piqueros que la lista anterior. El hecho de clasificarlos como Sp se debe a que en esta época, los ejércitos ya no eran regulares. Las tropas de la Iliada no son profesionales. Sp representa mejor esta cualidad..
También hay dos peanas de Ps, los arqueros iguales a los de la lista anterior.
Vamos con las diferencias: los aqueos pueden desplegar dos peanas de Sp como las anteriores; o dos peanas de Pk, que representan las tropas el rey Néstor de Pilos, cuyo reino se mantuvo con más esplendor que los demás, guardando viejas tradiciones; o bien dos peanas de Wb, que representan a Aquiles y sus Mirmidones. Estos guerreros salvajes debían ser las tribus dorias y acompañantes que estaban fuera de los reinos micénicos, y que terminaron invadiéndolos provocando su caída. Eran menos civilizados, pero enormemente fieros.
Para los troyanos encontramos opcionales 2 Sp como los de antes, o bien una peana de Ax, que representan aliados de las tribus de Anatolia, o una peana de 3Bd, que puede representar a las tribus Lukka, aliados anatolios, y que luego formaron parte del movimiento de los Pueblos del Mar. Se representan como Bd para reflejar el efecto de sus armas de acero sobre el bronce de los demás guerreros de esta época.

Museum, Essex y Chariot tienen minis para estos ejércitos. Personalmente, encuentro las de Chariot INIGUALABLES.

Nota: Las miniaturas que ilustran el artículo pertenecen a la colección de Gorgoroth.

La guerra de los carros II: El imperio hitita.

jueves, 12 de junio de 2008

Saludos. Esta semana hablaremos de uno de los mayores imperios de la Antigüedad, cuya caía fue tan fulminante y su destrucción tan absoluta, que su memoria se perdió y hasta el siglo XX no se encontró el rastro de su paso por la Historia.

Antes de hablar del pueblo hitita, es preciso describir el entorno geográfico donde se desarrolló. En los primeros días de la Historia, allá por el año 3000 a.d.C., ya vimos como se habían desarrollado la cultura sumeria, egipcia y del valle del Indo, alrededor de grandes ríos, en terrenos favorables para la agricultura. Pues bien, nuestro escenario se la península de Anatolia, la actual Turquía, cuya geografía era muy distinta: montañas, colinas, algún valle, ríos cortos y veloces… En Anatolia la Historia surgió mucho más tarde. De hecho, durante la primera mitad del tercer milenio a.d.C., la población era escasa y se agrupaba en ciudades amuralladas, gobernados por aristócratas locales. Esta población parece proceder (aunque no está claro del todo) de la primera serie de invasiones indoeuropeas que se extendieron por el Mar Egeo). Estas ciudades, de carácter neolítico, comarciaban con los sumerios, suministrando algunos metales (la riqueza de la región estaba enterrada en el corazón de las colinas, ricas en todo tipo de metales, a diferencia de los valles de los grandes ríos Nilo, Tigris, Eúfrates e Indo), cerámicas, etc. Es aquí donde se funda Troya, es decir, el primer nivel de Troya (la de la Iliada es la VI fundación de la ciudad).

En la segunda mitad de este milenio, sobre el 2500 a.d.C., comienza la Edad del Bronce medio. Es entonces cuando en las orillas del río Halis, en el centro de Anatolia, y expandiéndose hacia el este (¡cuanta Historia ha cruzado este río, amigos!) apareció la cultura Hatti. Desarrollaron la artesanía con metales preciosos, que exportaron por el Egeo y por Mesopotamia. No eran indoeuropeos, sino que tenían una lengua propia no emparentada con ninguna otra. Su estilo era muy creativo y verdaderamente inconfundible. Sus ciudades mostraban hermosos bajorrelieves también muy característicos, con una rica profusión de imágenes humanas, celestiales y de dioses con forma de pájaros o, incluso humanos alados.
Alrededor de esta cultura, había otros muchos pueblos menos avanzados: los pelasgos y léleges (autóctonos de Anatolia, no invasores indoeuropeos), que vivieron en la parte occidental de Anatolia y la Grecia continental (las ciudades fundadas por los pelasgos acababan en –nthos o –assos, como, parece ser, Corinthos, o Sagalassos). También estaban nuestros conocidos hurritas, al sur de Anatolia, lindando con Mesopotamia. También llegaron embajadores asirios, que establecieron principados comerciales a partir del 2000 a.d.C., para favorecer los negocios entre los Hatti y Asiria. Estos asirios introdujeron la escritura en la península, y gracias a ellos se conoce. Y por último, procedentes del norte, se fue introduciendo un nuevo invasor indoeuropeo, cuya llegada no parece ser violenta, que terminaron convirtiéndose en los hititas.

Esta población indoeuropea había comenzado su penetración en la región a finales del tercer milenio a.d.C. Rápidamente reconocieron a los Hatti como una cultura superior, y de ellos absorbieron y aprendieron las nuevas artes y técnicas. Los hititas fundaron una serie de ciudades, cuyas formas de gobierno, a través de un Palacio arcaico (como las talasocracias minoicas y micénicas), fueron también copiadas de los Hatti.
De este modo, entre el 2000 y el 1800 a.d.C., coexistieron en Anatolia los pequeños reinos palaciegos hatti, hurritas e hititas, y principados comerciales asirios. Había numerosos intercambios comerciales. Las mercancías fluían. Olía a prosperidad y riquezas, focalizadas en los palacios. Y las riquezas son el motor que pone en marcha la conquista. En el 1800, en la ciudad hitita de Nesa, se supone que nació el primer poder hitita en Anatolia. La ciudad de Nesa era la capital del pequeño reino de Kütelpe. Sus habitantes eran hititas, es decir, de estirpe indoeuropea. El primer gran monarca hitita fue Anitta, que comenzó a conquistar ciudades vecinas, y a expandir su dominio a otras ciudades hurritas y hatti. Así, su reino englobó las ciudades de Kussara, Nesa, Hattusa (hatti), Mama (hurrita) , Taisama y Sibuha. Los monarcas hititas que sucedieron a Anitta asumieron nombres hatti, intentado ganarse el respeto y la simpatía de las nuevas poblaciones dominadas, y tomaron para sí todos los signos de poder hatti (entre los que se encontraban unos característicos estandartes: sobre cuernos de buey dispuestos horizontalmente, un disco solar metálico, con huesos de pájaro colgando, y figuras de ciervos y otros animales. Tal vez os suene de la imaginería de “Conan, el Bárbaro”, u otros estandartes de juegos de fantasía como Warhammer). La religión también mantuvo las características hatti. De hecho, los sacerdotes hititas hacían rituales pronunciando palabras antiguas hatti que no llegaban a entender completamente (algo así como nuestras ya extintas misas en latín, en la que los fieles repetían lo que decían los sacerdotes sin entender completamente el significado de las palabras).
En el 1660 a.d.C., subió al trono el rey Hattusili I (un rey de estirpe hitita pero con nombre hatti), que se extendió hacia el norte y el oeste, llegando al mar. El príncipe Mursil sucedió a su padre en el 1630 a.d.C. Su nombre ya nos es conocido: fue el rey Mursil el que conquistó Aleppo y saqueó Babilonia, poniendo fin a la dinastía de Hammurabi y abriendo el camino para los casitas en Mesopotamia.
Sin embargo, este primer reino hitita cayó tan rápido como había aparecido. Mursil fue asesinado, y sus sucesores no pudieron mantener sus nuevos dominios, que fueron independizándose o cayendo bajo dominio hurrita de los Mitanni o egipcio, con la dinastía XVIII al frente, expandiéndose por Palestina. En este periodo, en el que Mitanni y Egipto lucharon por la supremacía, cuando las reglas de la guerra cambiaron y aparecieron los ejércitos de nobles en carros, cuando el poder hitita quedó reducido a su origen, el reino de Nesa y Kussara.

Pero la historia hitita no quedó ahí. Dos siglos después, apareció un nuevo rey, llamado Suppiluliumas, en el 1380 a.d.C. Este gobernante comenzó siendo general del rey Tudhalilya II. Hábil y astuto, Suppiluliumas derrotó a una de las principales amenazas del reino: las tribus más primitivas de gasganos y Azzi-Hayyasa (respectivamente, al norte y al sur del reino hitita), que habitaban en las colinas, y amezaban las fronteras. Esto aumentó su prestigio, y al a muerte del rey Tudhaliya II, cuando la corona la heredó su hijo Tudhaliya III, Suppiluliumas lo ordenó asesinar, ascendiendo así al trono hitita. Comenzaba así la era de esplendor del imperio.
Suppiluliumas no perdió el tiempo. Hacia el sur, en Siria y Palestina, Mitanni y Egipto habían pactado y estaban aliadas en contra del poder que representaban los hititas en plena expansión. Pero los hititas no habían estado ociosos, y fueron estudiando a sus futuros enemigos. En esta época, los hititas adoptaron las nuevas tácticas y nuevos diseños de carros, preparándose para los nuevos tiempos. Pues bien, los hititas se lanzaron como un relámpago a por los reinos vasallos de los Mitanni, como Aleppo y otras ciudades de Siria, y las conquistaron. Esto hizo que Mitanni perdiera una gran fuerte de su poder. En inferioridad numérica, y como ya hemos visto, un debilitado reino Mitanni fue conquistado por los asirios, lo que eliminó una variable más de la ecuación, en el siglo siguiente.
Una vez debilitado Mitanni, Suppiluliumas centró su atención en Egipto. En ese momento, subió al poder un débil faraón llamado Akhenatón, que se embarcó en una reforma religiosa en Egipto, prestado poca atención a los asuntos fronterizos. El rey hitita aprovechó la situación. Se lanzó a por Siria y Canaán, conquistando numerosas ciudades bajo dominio egipcio. Las fronteras del faraón retrocedieron cientos de kilómetros.
Suppilulimas fue víctima de sus victorias. Entre los numerosos prisioneros egipcios capturados había una plaga, que se extendió al corazón del reino hitita. Suppiluliumas murió de esta extraña enfermedad, así como su hijo y sucesor, Arnuwanda II.

Tras estos hechos, el nuevo rey fue Mursil II. Al mismo tiempo, en Egipto ascendía el nuevo faraón Ramsés II. La tensión entre hititas y egipcios se hizo insostenible, y el conflicto desembocó en la terrible batalla de Qadesh, la mayor batalla de carros que hubo en la historia. Fue en esta batalla cuando los hititas introdujeron tácticas nuevas con los carros, aumentando el número de tripulantes y caballos, y buscando un choque frontal con el enemigo, a diferencia de los carros egipcios, que tendían más a buscar un hostigamiento con arcos y armas de proyectiles. A pesar de que Ramsés II se apresurara a volver a Egipto para describir su victoria en diversos monumentos, la verdad es que la victoria, aunque de manera marginal, fue para los hititas, ya que desde entones, los egipcios renunciaron a seguir expandiéndose por el Levante. Esto permitió que un ya anciano Ramsés II y el nuevo rey hitita, Hatussilli III, firmaran un tratado de paz en el 1269 a.d.C., y que desde ese momento, y durante casi un siglo, inició un periodo de paz nunca conocido antes en la región. Esta paz trajo prosperidad económica, pero también sirvió para que egipcios e hititas estancaran sus conocimientos militares.

Es entonces cuando se inicia a fuego y sangre la Edad de Hierro. Desde el 1200 a.d.C., Anatolia comienza a sufrir las invasiones de pueblos de la Europa oriental, tribus que de repente, se ponen en movimiento con todas sus mujeres e hijos, con carros tirados por bueyes, y equipados con armas de hierro. El hierro era ya conocido en Anatolia, siendo un metal precioso (en muchas ocasiones, los objetos se hacían con hierro meteórico, pues muchos pueblos no eran capaces de alcanzar en sus hornos la temperatura necesaria para hacer hierro, y les era más fácil utilizar el que cayera con cualquier meteorito), pero su uso en armamento requería la inclusión de carbono. Así nació el acero, y fueron estas tribus del este de Europa y algunas otras regiones menos civilizadas de Anatolia las que hicieron las primeras armas de este tipo. Estas tribus atravesaron el imperio hitita de una punta a la otra, de norte a sur, causando tal destrucción que hasta el siglo XX, los hititas fueron olvidados. Las ciudades ardieron y los ejércitos hititas fueron derrotados una y otra vez. Luego, estos invasores llegaron a Siria y Canaán (al mismo tiempo que otros invasores que conocían el hierro y el acero, los dorios, entraban en Grecia y barrían los reinos micénicos). Ugarit fue destruida bajo el fuego. Luego, siguieron hacia el sur.
Ramsés III, faraón de Egipto, tuvo noticias de estos pueblos, y supo que llegarían hasta Egipto. Los derrotó en dos batallas desesperadas, la segunda de las cuales fue una terrible batalla naval en la desembocadura del Nilo. Tras vencer, en los monumentos conmemorativos de su victoria denominó a estas tribus “Pueblos del Mar”, y con este nombre pasarían a la Historia.
El advenimiento de los Pueblos del Mar sumió el Mediterráneo en una época de oscuridad e ignorancia, pues una vez destruidos los palacios, todo órgano de poder desapareció.
Sin embargo, en el sureste de Anatolia y norte de Siria, donde no llegaron estas tribus, una pequeña llama de cultura hitita sobrevivió. Los restos del imperio subsistieron entre algunos núcleos de población hitita y otros pueblos dominados por ellos durante el imperio, como los arameos y los fenicios. Así, mientras las ciudades griegas nacían y enviaban colonias (siglos X-VII a.d.C.), en esta región, fenicios, neo-hititas y arameos aportaban elementos artísticos, culturales y mitológicos a estos griegos, y así llegaron hasta nosotros (como las figuras de leones y grifos, y otras criaturas aladas, que son de procedencia hatti e hitita).
Mientras, el vacío de poder en Anatolia lo llenaban los invasores indoeuropeos tracios, que fundaron el reino de Frigia, y los lidios, carios y licios, que, también con lenguas indoeuropeas, presentaban también rasgos culturales pre-indoeuropeos. Pero eso, es otra historia.

El imperio hitita tuvo éxitos notables en muchos campos. Para empezar, los hititas eran los mejores constructores de fortaleza de su época. En sus ciudades como Hattusa, se han encontrado grandes murallas ciclópeas, (es decir, hechas con grandes piedras, muy muy grandes, y sin argamasa, a diferencia de los muros de ladrillo o sillares de piedra), cuajadas de pasadizos que permitían atacar por sorpresa los flancos de los enemigos. También crearon maravillosas acrópolis, donde situaban los palacios, los centros administrativos y auténticos nodos del poder del imperio. También hicieron maravillosos templos para sus numerosísimos dioses, entre los que destacaban el dios de las Tormentas, Taru; su esposa, la deidad solar Arinna y el hijo de ambos, Samurru. (Estos dioses fueron la primera “trinidad” conocida en las religiones antiguas). Como características principales, se puede decir que los hititas no usaban columnas circulares, sino de bloques cúbicos o prismáticos, y su arquitectura buscaba insistentemente cierta asimetría muy característica.

En cuanto a las leyes, los hititas fueron muy originales y distintos de sus contemporáneos. En sus textos legales se encuentra muy valorado la vida del individuo. No existen los castigos humillantes ni deshonrosos como la mutilación, ni los empalamientos, ni se desollaban a los prisioneros. Incluso los esclavos tenían una serie de derechos recogidos en las leyes en cuanto al trato dado por sus amos.
El gobierno de los reyes hititas era de carácter “primero entre iguales”. Los nobles hititas gobernaban los nuevos territorios, y el rey no podía actuar contra ellos con su justicia, sino que existía un consejo especial para tratar esos asuntos entre aristócratas. Este modelo se vuelve a encontrar en la Edad Media europea. Los nobles poseían tierras, que eran feudos propios. Junto a ellos, estaban los gobernantes de las ciudades vasallas, que no tenían poder en estos feudos, sino que gobernaban en nombre del rey únicamente en estas ciudades. Por otro lado, los nobles sí tenían la obligación de aportar carros al ejército imperial, mientras que los gobernantes vasallos pagaban tributo al imperio, y aportaban el grueso de las tropas del ejército (infantería, no carros).
Las ciudades también tenían la obligación de mantener los caminos aptos para el movimiento del ejército y sus carros.
El resto de la sociedad era eminentemente campesina. Sin embargo, en las ciudades se practicaba el comercio, y había muchos funcionarios, pues los palacios centralizaban toda la administración, y se requería personal con un alto nivel cultural para gestionar los archivos y la información.
Se importaban tejidos y estaño y se exportaban todos los demás metales preciosos: oro, plata y cobre. También los hititas sabían usar el hierro en herramientas y otros objetos de carácter precioso, aunque todavía no sabían hacer acero.

En DBA encontramos diferentes listas que reflejan toda la evolución de los hititas:
- I/16: Reinos hititas Antiguo y Medio.- Esta lista representa el primer periodo de expansión hitita, que comienza con Hattusili I y termina con la ascensión de Suppiluliumas. Se recoge aquí la primera expansión hitita, con el saqueo de Babilonia ejecutado por Mursil, y luego la rápida decadencia retroceso de su poder.
El ejército se compone de un general en carro ligero y otra peana opcional del mismo tipo, que representa a los nobles. En esta época, sólo los gobernantes tenían el dinero para aportar carros, y la fuerza del ejército dependía más de la infantería. En este apartado, encontramos entre seis y ocho peanas de 3 lanceros, que representan a soldados regulares equipados con largas lanzas y escudo, y armaduras ligeras. También hay una peana opcional de Bd, que representan a un cuerpo de élite que escoltaba al rey. Por último, hay un par de peanas de Ps, que representan arqueros u honderos con funciones de exploración, y una opción de horda, que representa las levas que a veces se veían a organizar las ciudades, con artesanos y otros profesionales sin formación militar destacable, para aportar al ejército del rey

- I/24. Imperio hitita.- Esta lista representa el periodo desde Suppiluiumas hasta la caída de los hititas ante los Pueblos del Mar. El cambio es importante. Esta lista tiene dos variantes: antes de la batalla de Qadesh (opción a), y desde la batalla en adelante (opción b). En la lista anterior a Qadesh, encontramos cuatro peanas de carros ligeros, que representan a los nobles hititas y el nuevo arma del ejército, el carro ligero, copiado de Mitanni. El resto de las tropas son los lanceros hititas, los psilois y las levas.
Sin embargo, en la lista que va desde Qadesh en adelante, encontramos que tres de los carros ya son carros pesados (es decir, se comportan como Kn). El resto de la lista es idéntica a la anterior en cuanto a tropas de infantería. La peana de carros ligeros que no cambia representa a los súbditos cananitas y sirios, que seguían usando el guerrero tipo “maryannu” de los Mitanni.

- I/31.- Neo hititas y armenios tardíos. Esta lista representa el último reducto de la cultura hitita. Se ve un claro declive en cuanto a poder militar. El general va en carro, pero el resto de tropas son Ax y Ps, representando tropas irregulares procedentes de los terrenos montañosos a los que se vio relegada la civilización hitita.

Magíster Militum y Essex, que yo conozca, tienen gama de tropas hititas.

Nota: Las miniaturas de este artículo pertenecen a la colección de Buks.