La Guerra de los Carros I: el reino Mitanni.

viernes, 30 de mayo de 2008

Saludos. Comenzamos una nueva serie ambientada en la Edad de Bronce tardía, un apasionante periodo que ya avanzamos en el artículo sobre Egipto. El tema de hoy es el reino hurrita de Mitanni, que duró desde el 1600 al 1328 a.d.C. aproximadamente, y que, en su relativamente corta historia, revolucionó la tecnología y táctica militar de la época, hasta convertirse en una auténtica potencia efectiva en Oriente Próximo, estableciendo así las reglas de las nuevas guerras, que se mantendrían vigentes hasta el “Apocalipsis” del Mediterráneo provocada por el advenimiento de los Pueblos del Mar y la nueva tecnología del hierro.

Para empezar, no podemos hablar de Mitanni sin saber quienes lo habitaban. Los hurritas eran un pueblo de Oriente Próximo, conocido por los sumerios. Se supone que los hurritas habitaban las laderas occidentales del Caúcaso alrededor del 2700 a.d.C. Su identidad, como la de muchos pueblos de esta época, viene definida por la lengua que usaban, el hurrita, un lengua no emparentada ni con las lenguas semíticas (árabes, judíos, acadios) ni con la sumeria ni con las indoeuropeas (indoarios, escitas, cimerios,etc.). En algún momento del tercer milenio a.d.C., los hurritas adoptaron el sistema de escritura cuneiforme pero aplicado a su propia lengua (imaginad que escribís árabe con el alfabeto occidental). Esto es lo que nos ha permitido saber como sonaba su lengua (el alfabeto cuneiforme no tiene secretos para los estudiosos de hoy en día).
Aproximadamente desde el 2400 a.d.C., los hurritas emigraron al sur, asentándose en la parte norte de Mesopotamia y en el valle del río Khabur, y quedando en la esfera de influencia de sumerios y acadios, con los que comerciaban cerámica y, sobre todo, los metales. En efecto, los hurritas, que venían de Anatolia, dominaban la tecnología del cobre. Tanto es así que los sumerios (recordad que en el artículo de los sumerios veíamos que éstos no tenían yacimientos de metal disponibles) tomaron todos los términos técnicos relacionados con el cobre del idioma hurrita (algo así como nosotros con los términos ingleses que aplicamos a las nuevas tecnologías: ipods, módems, etc.).
Además, el valle del Khabur era el centro de la ruta del cobre y la plata que desde Anatolia fluían hacia Sumer y Acad. Estos yacimientos estaban bajo el control hurrita. Sin embargo, los hurritas nunca tuvieron fuerza política y territorial suficiente, pues Sumer y Acad tenían un poder infinitamente mayor.

Con la aparición del poder Babilonio y sus guerras, los hurritas pudieron establecer su primer reino, Yhamad, en las tierras que ocupaban, allá por el siglo XVIII a.d.C. Sin embargo, los hititas (ya hablaremos de ellos en nuestro siguiente artículo), que dominaron Anatolia en este periodo, se hicieron con el control de este reino. Cuando finalmente, el rey hitita Mursil saqueó Babilonia y los casitas ocuparon Acad, se creó un gran vacío de poder al norte de Mesopotamia, justo la zona que habitaban los hurritas. Los hititas se retiraron rápidamente, y cayeron en una primera decadencia, que permitió así el nacimiento del nuevo poder hurrita, el reino Mitanni.
Falta sin embargo otro factor importante en el nacimiento de este reino: el componente indoeuropeo. Surgió una clase gobernante nueva, aristocrática y separada del resto del pueblo. Aunque hablaban la lengua hurrita de sus súbditos, usaban nombres procedentes del indoeuropeo, y sus nuevos dioses eran los mismos que los de los invasores arios-vedas de La India (ver “Melukhkhan y las guerras veda”). Por lo tanto, aunque no todos los historiadores están de acuerdo, parece que hubo una rama de los arios invasores del valle del Indo que se desvió, y cruzando Mesopotamia, sumida en el caos de la invasión casita, llegó hasta el valle del río Khabur, dominando a los pueblos hurritas allí asentado.
Ésta fue la chispa que prendió la llama Mitanni. La historia de este reino comienza con la conquista y unificación política de los distintos pueblos hurritas de esta zona. Así nació la figura del primer rey, Kirta, a medio camino entre la leyenda y la Historia. Mitanni nació en el 1595 a.d.C., y su capital fue la ciudad de Washshukanni.
Este reino extendió su poder e influencia rápidamente hacia el oeste, hacia la costa de Siria y Palestina, donde ya habían surgido muchas ciudades estado, como Ugarit o Aleppo.

Al mismo tiempo que el poder de Mitanni llegaba a esta región, los egipcios expulsaban a los invasores hicsos y comenzaba el Nuevo Imperio Egipcio con la gloriosa XVIII dinastía al frente. Recordemos que en artículo de Egipto leíamos que éstos decidieron, para asegurar Egipto frente a nuevas invasiones asiáticas, expandirse por la costa de Palestina hacia el norte. Esto provocó que rápidamente se encontraran egipcios y mitannis en esta región, y, sin que cada uno hiciera mucho caso de lo que decía el otro, comenzaran las hostilidades. El faraón Tutmosis III se impuso en la batalla de Megido, alrededor del 1470 a.d.C., a una coalición de ciudades siriopalestinas y del reino de Mitanni. Sin embargo, estas tierras estaban tan lejos de Egipto que no pudo retener el control sobre ellas, y Mitanni siguió dominando Siria.
Algunos años después, a mediados del siglo XV a.d.C., el rey mitanni Shaushtatar extendió su poder hacia el este y saqueó Asur, la capital de Asiria, y con las riquezas allí obtenidas, fundió unas nuevas puertas para la capital mitani. Entonces, el reino alcanzó la cima de su poder, y hasta Egipto tuvo que pactar con ellos.
Nada une tanto como un enemigo común. Los hititas comenzaron a salir de un siglo de decadencia, y desde Anatolia, presionaron por la costa hacia el sur. La irrupción de este tercer estado en discordia hizo que Egipto y Mitanni optaran por aliarse. Se intercambiaron bienes y se pactaron matrimonios. Se repartieron Siria y Palestina, y se aprestaron para la guerra contra los hitititas.
Ésta llegó y fue terrible. Los hititas avanzaron y arrebataron a Mitanni el control de las ciudades de Siria, tales como Carquemish, Alalah y Aleppo, a mediados del siglo XIV a.d.C . Mitanni quedó separada de Egipto. Hititas y egipcios se encontrarían en la terrible batalla de Qadesh, pero eso es otra historia, y será narrada más adelante.
Para desgracia de Mitanni, Asiria comenzó a despuntar al mismo tiempo, y buscaron venganza por el saqueo de Asur. Tras una larga guerra, el rey asirio Azur-Uballit tomó Washshukani, la capital en el 1328 a.d.C., , y así desapareció el reino de Mitanni, roto en pedazos y devorado por hititas y asirios.

La sociedad mitanni es poco conocida, ya que lo que se sabe de ellos ha llegado de manos de sus enemigos asirios e hititas. Parece ser que el rey era el dueño de casi todo, y el pueblo trabajaba para él, a cambio de lo cual recibían pagos en especie. Los valles ocupados por los hurritas eran aptos para el pastoreo de cabras y ovejas, así como para la cría de caballos y la agricultura. Sobre el pueblo llano, la clase noble gobernante imperaba, pero estaba subyugada al rey. Las ciudades estado de Siria y Palestina rendían pleitesía al rey de Mitanni, al que enviaban tributos, pero se gobernaban con cierta autonomía.

El poder de Mitanni se basó en la creación de un nuevo tipo de guerrero: el mariyannu (o “joven guerrero” en indoeuropeo). Este arquetipo era el auriga perfecto. Si bien los carros ya estaban siendo utilizados, los gobernantes indoeuropeos de Mitanni unieron a sus carros los conocimientos metalúrgicos de los hurritas. Así desarrollaron un nuevo tipo de carro de guerra, ligero, aunque más robusto que el egipcio, con dos caballos, un conductor y el noble. Pero el toque maestro llegó con el uso de las armaduras. Los hurritas desarrollaron la cota de escamas de bronce, que los nobles mitanni usaron para cubrirse tanto ellos como sus caballos. De este modo, los veloces carros, dirigidos por un auriga y con un guerrero protegido de la cabeza a los pies, equipado con un poderoso arco, y con caballos también parcialmente protegidos, se convirtieron en el núcleo del ejército. El efecto de este ejército sobre la infantería enemiga era terrorífico, y el continuo entrenamiento de los nobles les dio cierta superioridad sobre los cuerpos de carros enemigos. El concepto de “maryannu” fue rápidamente copiado por todo Oriente, y en él se basaron tanto egipcios como hititas y ciudades estados de Siria y Palestina para mejorar sus carros. De hecho, este tipo de guerrero sería, tras la caída del reino, el mayor legado de este valeroso pueblo. Una nueva arma que revolucionaría la Baja Edad de Bronce.

Según las escasas fuentes disponibles, el ejército mitanni se organizaba en dos alas de carros (derecha e izquierda), con una retaguardia de infantería no especializada, cuyas funciones eran de apoyo y de sostenimiento del centro del ejército cuando las alas de carros se lanzaban al combate.
El cuerpo de infantería se componía de infantería equipada con escudos y lanzas cortas, que no luchaban en falange, sino que se comportaban como una infantería media auxiliar, dando apoyo al sistema de carros. También se usaron “corredores”, tropas ligeras que corríand detrás de los carros para auxiliar a los aurigas, protegerlos si caían o incluso, apoyar en sus ataques a los carros enemigos.
También se reclutaron tropas de infantería ligera entre feroces tribus menos culturizadas, como los Apiru, que luchaban como hostigadores, y que eran conocidos tanto entre los egipcios como entre los mitanni.
A pesar de contar con recursos humanos inferiores a los de Egipto y los hititas, los Mitanni, con la ayuda de las ciudades estado subyugadas, y desplegando un buen número de nobles maryannu, se batió con dureza a lo largo y ancho de Oriente Próximo.

La lista que en DBA representa al ejército del reino de Mitanni es la I/19. Se compone de seis peanas de carros ligeros, los maryannu, siendo una de ellas el general. de estas peanas, tres o cuatro podrían ser los aristócratas de Mitanni, y las restantes serían maryannu procedentes de las ciudades palestinas y sirias sometidas, como Aleppo.
Luego hay dos peanas de Aux que representan a las tropas Alik-ilik, los lanceros auxiliares. Tres peanas más de Ps vienen a continuación. Dos de ellas deberían representar a los “corredores”, y una de ellas a los aliados Apiru u otras tribus. Por último, hay una peana de hordas, que representan a levas obligatorias procedentes de los campos, enroladas por orden del rey.
Este ejército, como muchos de la Era de los Carros, queda verdaderamente espectacular sobre la mesa, y no es difícil imaginar el polvo levantado por los carros recorriendo la llanura, con aurigas refulgiendo en bronce.
Que yo conozca, Essex y Magíster Militum tienen gamas para este ejército. Sin embargo, hay que decir que Magíster Militum es la mejor en el periodo de la Edad de Bronce. Sus miniaturas de carros son espectaculares, e incluye carros tanto del mismo Mitanni como de las ciudades-estado sometidas a vasallaje.

Informe de batalla: Alejandro contra el Medo

jueves, 15 de mayo de 2008

Saludos. Retomamos aquí la serie de informes de batalla. Esta vez me enfrentaba con un nuevo ejército de mi colección, el I/40 c, los medos, que presentaba una interesante combinación de tropas: mucha Cv, una LH, un bloque potente de lanzas y n par de peanas de arqueros persas. Mi oponente era el todopoderoso alejandrino imperial de mi colega Filu, con artillería incluida.

Éste era el despliegue. Filu salió defensor. Intenté quedarme en el lado de la carretera (cosa que conseguí) para que Filu no pudiera redesplegar sus tropas de manera sencilla (su estrategia favorita). Una colina difícil y un bosque provocaban un estrechamiento del terreno en el centro. Una colina fácil quedó en el centro del área de despliegue de Filu.
Los alejandrinos dejaron la falange extendida en una fila en el centro. La artillería y los Ps protegía su flanco derecho, y los poderosos Compañeros (Kn) el izquierdo.
Yo coloqué mi caballería entera en el flanco izquierdo, frente a la artillería. Aunque era un enemigo formidable, consideré que podía conseguir suficiente superioridad para eliminarla, y luego seguir haciendo daño en ese flanco. Mis lanzas se quedaron en la izquierda, con el Ps detrás (así darían un +1 contra montados a las tres peanas de lanzas colocadas delante del Ps) y coloqué los arqueros en la carretera. Aquí cometí un error, porque no me acordaba de que mi mesa es de 65 cm., por lo la mitad de la mesa es más de 1200 pasos. Mi general quedó lejos de los arqueros. Aghh, ahora me costaría 2 pips moverlos. No obstante, los arqueros quedaron frente a los Kn enemigos, que era lo que yo quería. Así protegería a mis lanzas de los peligrosos Kn.

Comienza la batalla. Como yo era el atacante, yo moví primero. Formé una columna de caballería, encabezada por la LH (luego veréis por qué), y la lancé a toda velocidad por el extremo derecho del tablero, pasando por detrás de la colina escarpada. El general lo dejé por ahí en el centro. Como mi frente tenía como objetivo atacar los dos extremos de la línea de Filu, necesitaba al general centrado para controlar ambos flancos. Avancé ligeramente mi flanco derecho, adelantando los arqueros por si los Kn se lanzaban al ataque.
Filu, en respuesta, adelantó sus Ps para ocupar la colina escarpada y desplazó a dos peanas de piqueros a su flanco derecho para reforzar la zona. Por lo demás, avanzó el resto de su frente sin muchas ganas.

Inicio mi plan. Como las LH pueden moverse más de una vez mientras se mantengan a 4 cm. del enemigo, mi LH, que encabezaba la columna, se dio una carrerita de dos movimientos consecutivos hasta rodear a la artillería enemiga y colocarse a su retaguardia. Luego avancé el resto de la columna de Cv (los de la túnica roja, por si no los veis bien). Establecía así una pinza sobre el flanco derecho de Filu.
Él respondió muy bien, avanzando el Ps por la colina escarpada (los Ps no tienen penalización por moverse en terreno difícil), amenazando y zoqueando a las dos últimas peanas de la columna. Mientras, el resto de su línea siguió avanzando. En su fase de disparo, tragué saliva cuando su artillería disparó sobre la cabeza de la columna. Él tenía +4 contra montados y yo +3 contra infantería. Los dados salieron 3 y 4 respectivamente, con lo que hubo empate, así que no pasó nada. Ya no tendría otra oportunidad para disparar.

Aquí tenéis una foto de los ataques. Saqué una mala tirada de PIPs y no pudo ser todo lo letal que hubiera querido. Sólo pude cargar con una Cv a la artillería, mientras mi el resto de la columna se quedaba en mala posición respecto al Ps. Éste cargó a una de mis peanas de Cv, la última de la columna. La di por perdida, pero era aceptable, porque aun así tenía suficiente peanas en el flanco derecho de Filu para hacerle mucho daño. Veamos los factores. El Ps tenía +2 contra montados, con un +1 por estar más alto (la colina escarpada). Yo tenía +3 contra infantería, pero tenía un -2 por luchar contra infantería en terreno difícil. 3 a 1 a su favor. Un simple retroceso me sacaría del tablero y perdería la peana. No obstante, sí tuve suerte en los dados, y volvimos a empatar.
Filu desplegó los dos Pk de ese flanco, porque contra Cv, la fila trasera de piqueros no da +3 al combate. El resto del frente de Filu avanzó hacia mi general, al que tuve que dejar expuesto para controlar todos los frentes.

Cambian las tornas. Ahora mi Cv envuelve al Ps, y reorganizo la otra Cv y LH para formar un frente encarado con el flanco de las picas. En los combates, repasemos los factores: el Ps tiene +2 contra montados, +1 por estar más alto y -1 por tener un enemigo por el flanco. Yo tenía +3 contra infantería con -2 por combatir infantería en terreno difícil. 2 a 1 a su favor, pero ahora, uno de los dos iba a morir: si yo retrocedía, saldría del tablero. Si él retrocedía, moriría por la peana de Cv de su flanco. Los dados me sonrieron y gané por la mínima. 5 a 4 en total. Ya llevaba dos bajas.
Mientras, Filu avanzó hacia mi general, y la Lh de su extremo izquierdo se me acercó. Tenía la intención de chocar de frente con sus picas contra mi general y trabarme por el flanco contra la LH.

Mi respuesta llegó. Para anular la amenaza de la LH de Filu, avancé un frente de 3 lanzas con apoyo de Ps, zoqueando a la LH. Dejé atrás a una peana de Sp y los arqueros, ya que moverlos implicaba gastar muchos pips porque iban a chocarse con el bosque. Fue una decisión difícil, pero juzgué que con las tres lanzas podría ocuparme del asunto. Filu, bloqueado en su flanco izquierdo, decidió recolocar a sus Kn, y dirigirlos a su flanco derecho, formando una columna y pasando por detrás de sus picas. Esto significaba que tenía que eliminar a las dos peanas de piqueros antes de que llegaran esos Kn, o estaría en serio peligro. Las picas no pueden matar a las Cv ni doblándolas, pero los Kn sí.

Y a eso me dediqué. Filu estaba bloqueado en su flanco izquierdo, con lo que todos nuestros pips se dirigían a su flanco derecho. Rodeé a los piqueros y comencé el ataque. Me equivoqué con la LH porque cargué por la retaguardia a los piqueros antes de tocarles por el flanco con la Cv. Las reglas dicen que si el frente del enemigo queda libre, se gira HACIA EL PRIMERO QUE LE TOQUE. Debería haber movido primero la Cv, pero me despisté. Vamos a los combates.
Como la LH estaba ahora frente con frente a los piqueros, se contaban los factores de la LH, no los de la Cv del flanco.
Mi LH tenía +2 contra infantería. Los piqueros tenían +4 contra montados con -1 por mi Cv en su flanco. 2 contra 3. Los dados fueron 2 y 5 respectivamente. En total, 4 yo contra 8 él. Me dobló, y la LH salió huyendo hacia la colina que tenía Filu en su zona de despliegue, y la Cv que contactaba el flanco de las picas, como dice el manual, retrocedieron.
La otra peana de piqueros luchaba contra otra Cv y estaba solapado.
La Cv tenía +3 contra infantería. Las picas tenían +4 contra montados -1 por solape. 3 a 3. Los dados fueron 2 a 3. En total, 5 a 6, me ganó al simple y mi Cv retrocedió.
Para colmo, no tuve pips suficientes para cargar a la LH por el flanco con mis lanzas, y fue una pena, porque hubiera dado la espalda a las picas y al retroceder o huir hubiera chocado con ellas. Lástima.


El azar había hecho que mi LH, la que huía de las picas, terminara en la colina suave, junto a la solitaria peana de Ax de Filu. Yo estaba más arriba, así que cargué. Yo tenía +2 contra infantería+1 por altura, y el +2 contra montados. Los dados fueron 4 y 6, respectivamente, lo que en total daba 7 a 8, una victoria al simple para los auxilias, que hicieron retroceder a mi LH.
A pesar de la presión que le metía en su flanco derecho, Filu reorganizó a sus valientes piqueros, y acercó más a sus Kn a esa zona. Luego, la LH que tenía atrapada frente a mis lanzas retrocedió hasta salir de mi zona de control, y se pegó una carrerita para ayudar al Aux de la colina. Todo esto significaba que mi tiempo de ser agresivo en el flanco derecho de Filu se agotaba, así que me concentré en gastar los pips justos allí para mantener una formación de Cv que me diera solapes frente a las picas y que aguantaran algunos turnos. Probablemente iba a perder alguna, pero yo tenía ventaja en cuanto a peanas destruidas, y como dice mi colega Bruce: “Alguien tiene que pagar el pato”. Mientras, el peso del ataque lo desplacé al flanco izquierdo de Filu. Como él había quitado a sus Kn y su LH de ahí, ese flanco estaba en desventaja. Mis lanzas estaban mejor colocadas que sus picas, de modo que entré a saco.


Filu rodeó a mi LH de la colina con su LH, y cargó de frente con sus Ax. Ahora yo estaba en desventaja. Yo tenía +2 contra infantería -1 por flanqueo. Él tenía +2 contra montados+1 por estar más alto (al retroceder yo, él ocupó la posición más elevada). Los dados confirmaron esto, y una victoria al simple de Filu me hizo perder mi primera peana. Mientras, sus Kn fueron llegando al flanco derecho. Yo mientras, luchaba contra sus picas sin hacernos pupa (más empates y victorias al simple).
En el centro, Filu tenía que reorganizar a sus picas, pues en una fila sólo tienen +3 contra infantería, mientras que las lanzas tenían +4. El problema era que estaba gastando muchos pips en su flanco derecho y moviendo sus Kn hacia allí, de modo que sólo pudo formar en dos filas en su extremo izquierdo. Yo, en respuesta, lancé a mis Ps a través de las lanzas (recordad que los Ps pueden atravesar peanas amigas), buscando su flanco, y zoqueando a las picas que estaban en dos filas. Mi intención era comerme a los dos piqueros que me faltaban para ganar. Incluso, mi general estaba por allí cerca para dar el apoyo en el último momento…

Con los nervios, se me olvidó echar la foto, pero en ésta última se ve que falta un piquero. Describiré lo que hice: el Ps contactó con la peana trasera de picas, por lo que tuvo que encararse hacia mí. Mientras, mis lanzas atacaron a la pica delantera, y conseguí solaparla con otra lanza por mi derecha. En los combates, decidí que ése sería el primero: Mi Sp tenía +4-1 por el solape que picas que tenía a mi izquierda. Su pica tenía +3 contra infantería-1 por solape. 3 a 2. En los dados, sacamos 2 y 1. En total, 5 a 3. Victoria al simple. La pica retrocedió pero tenía a su fila trasera encarada hacia mi Ps, de modo que no pudo empujarla y murió allí atrapada. Ya sólo tenía que matar a una peana más. En el otro combate, las picas ganaron al simple al Ps, que retrocedió.
Lamentablemente, en el flanco derecho de Filu sufrí un revés brutal, y en un aciago turno perdí dos peanas de Cv. Ahora estábamos empatados a bajas, ¡y la tensión aumentó espectacularmente! Y para colmo, la LH de Filu que estaba en la colina, se volvió y se pegó otra carrerita hasta casi zoquear a mi Ps. Se acercaba el momento final…

En una última oportunidad, lancé al Ps de nuevo contra las picas, y metí mis lanzas en su flanco. El Ps tenía +2 contra infantería, y Filu +3 contra infantería-1 por flanqueo. En total +2 a +2. Si yo ganaba al simple, las picas retrocederían y morirían al estar flanqueadas. Lancé los dados y… perdí. Los Ps y la Sp retrocedieron. Entonces llegó el turno de Filu. Con su LH atacó el flanco de los Ps y las picas se pasearon delante de mis impotentes lanzas y atacaron el frente del Ps. Ahora yo tenía +2 contra infantería-1 por flanqueo, y él +3 contra infantería. +1 a +3. Sacamos igual resultado en los dados, derrotándome al simple y por lo tanto, ganando la partida.
Fue una apasionante y dura partida, que nos dejó agotados, pero lo pasamos en grande.

La dinastía Sasánida de Persia

jueves, 1 de mayo de 2008

Saludos. Hoy hablaremos de uno de los imperios más fabulosos de Oriente, cuyo esplendor y legado ha sobrevivido al paso del tiempo en los cuentos y narraciones que desde Persia se han hecho populares en todo el mundo. Se trata, además, de una cultura espléndida, creativa e imaginativa, a la que debemos muchos juegos y deportes actuales. Hablaremos, pues, del imperio que creó la dinastía persa de los Sasánidas.

Recordemos que, después de la caída del reino seleúcida frente a los partos, éstos gobernaron los actuales territorios de Armenia, Iraq e Irán, y desde el 250 a.d.C. hasta el 224 de nuestra era, el imperio parto fue una amenaza constante en la frontera oriental del imperio romano. El imperio parto se organizó de manera feudal, adelantándose en su estructura a nuestra vieja Europa varios siglos. Esto quiere decir que el dominio de los partos se fundamentaba en la preponderancia de siete grandes clanes feudales, que se repartían el poder y la tierra.
Al principio del siglo III, el poder de la dinastía parta de los arsácidas está en franca decadencia. Los reyes partos ya no son capaces de defender competentemente el imperio. El imperio romano lanza poderosos ataques más allá del Eúfrates en varias ocasiones, llegando incluso hasta Media.
Mientras, en Persia, durante el periodo parto, la nobleza persa había ido regresando lentamente hacia las tradiciones aqueménidas en busca de su identidad cultural perdida tras la conquista de Alejandro Magno. Cuando la dinastía arsácida comenzó a dar signos de debilidad, los nobles persas fueron iniciando algunos levantamientos, que fueron aplastados con mucho esfuerzo. Sin embargo, en el 224, los partos lanzaron una campaña hacia el oeste, que pronto topó con gran resistencia romana. Y en ese momento de apuro, hubo un noble persa, llamado Ardashir, nieto de Sasán, que encabezó la revuelta que desplazó definitivamente a los arsácidas partos del poder. Los persas, encabezados por Ardashir, vencieron a los partos en la batalla de Firuzabad. Con la estructura de gobierno que habían creado los partos, los persas sasánidas desplazaron así al estrato gobernante y ocuparon su lugar.

La primera parte de la era sasánida, la política exterior trató de recuperar para Persia el imperio que gobernó la dinastía aqueménida vencida por Alejandro Magno. Con un fuerte sentido de la identidad, los persas se lanzaron si dudarlo a la guerra. Ardashir tomó para sí el título de “Shahansha”, Rey de Reyes. Los romanos fueron repelidos hasta el Eúfrates y más allá. Armenia fue añadida al imperio sasánida. Por el sur, llegaron hasta el límite de Arabia, en Bahrein. Al este, llegaron terminaron llegando prácticamente hasta el Indo.
Esta primera parte del imperio, entre los siglos III y IV, tuvo otros dos grandes dirigentes. Muy pocos reyes guerreros pudieron proclamar haber vencido a tres emperadores romanos. Shapur I, hijo de Ardashir, lo hizo. A lo largo de su reinado, el brillante Shapur I venció sistemáticamente a los ejércitos romanos de oriente, llegando a saquear Antioquia. Un emperador murió en batalla contra él: Gordiano III. Su sucesor, Filipo el Árabe tuvo que aceptar el pago de un tributo exorbitante al rey persa. Por último, Valeriano fue capturado en la batalla de Odessa (podéis leer algo de esto en “El Imperio de los Dragones”, de Manfredi).
Las fronteras sasánidas avanzaron y retrocedieron ligeramente durante este periodo. Shapur II reinó entre el 309 y el 379, setenta largos años, en los que se esforzó por construir una frontera defendible contra romanos y contra las incursiones árabes, mediante un sistema de fortalezas estratégicamente situadas, dando una gran estabilidad a los límites occidentales del imperio. El emperador romano Juliano, llamado el Apóstata, realizó una campaña que le llevó al corazón del imperio. Los persas utilizaron una estrategia de tierra quemada, permitiéndole avanzar de manera controlada, y cuando Juliando dividió su ejército, y entraron en un terreno favorable para los persas, éstos atacaron. Juliano murió en aquella batalla, aunque no se sabe si por una lanzada persa o por mano de alguno de sus soldados cristianos, ya que Juliano había hecho que el cristianismo dejara de ser la religión oficial del imperio romano (de ahí lo de “Apóstata, vamos). De nuevo, Persia devoraba a otro emperador romano.

Sin embargo, por el este, al final del reinado de Shapur II comenzó una amenaza que trastocaría el imperio de los sasánidas durante algo más de un siglo. Los hunos (entre los que estaban los Xiong gu o chionitas. Ver Hijos de las Llanuras IV: los hunos) entraron desde las estepas centrales deAsia a finales del siglo IV, comenzando así el periodo intermedio del imperio sasánida.
Este periodo se caracteriza por la amarga lucha de los persas contra los invasores extranjeros. Inicialmente, el heroico rey Bahram V los tuvo controlados, pero a su muerte, sus sucesores no tuvieron mucho éxito. Peroz murió luchando contra los hunos que se quedaron en el imperio, los denominados heftalíes. Su sucesor, Valajsh, tuvo que aceptar la humillación de pagar tributos a estos hunos, y esto revolvió a los nobles persas, que en los años siguientes restarían estabilidad a la monarquía debido a su descontento para con los reyes incapaces de reestablecer el orden. El rey Kavad, en un intento de controlar el poder de los nobles, apoyó una doctrina social que trataba de eliminar en cierto sentido la propiedad privada. Inmediatamente, Kavad fue depuesto por los nobles sasánidas, pero huyó entre los heftalíes, y los convenció para que le ayudaran a recuperar el trono, cosa que consiguió. Reformó el sistema de propiedad de la tierra, y los grandes nobles perdieron muchos privilegios, sobre todo en cuanto a los impuestos. A continuación, inició una dura guerra con Bizancio. Recordemos que estos hechos ocurrían a final del siglo V, por lo que ya el imperio romano se había dividido.

Este caótico periodo termina con la subida al trono de Corroes I, en el 531, que inauguró la era de máximo esplendor sasánida. Corroes dividió el imperio en cuatro provincias militares, y siguió reformando los impuestos, de manera que ahora, todos, incluso los nobles, comenzaron a pagar a la corona. De esta manera, Corroes reformó el ejército, que pasó de ser aportado por los nobles, a ser organizado y pagado directamente por el rey. El equipo también lo suministró la corona, y dado que se hizo un fuerte énfasis en mantener una caballería bien equipada, el ejército fue la gran oportunidad para un gran número de nuevos “nobles”, que recibieron pequeños territorios en pago a sus servicios militares. El ejército persa de esta época era una máquina militar brillante.
Mientras reinaba Cosroes, los turcos llegaron desde el centro de Asia, pero Corroes se alió con ellos, y con su ayuda consiguió vencer a los heftalíes. Turcos y hunos, ahora debiéndoles vasallaje, fueron asentados al este con territorios propios, más allá de Sogdiana. Los persas se aseguraron así de tener controlada la Ruta de la Seda, que entraba en el imperio por el norte.
Los sucesores de Cosroes, Bahram Chobin y Bagratunin fueron los que vencieron definitivamente a los turcos y heftalíes, después de que éstos volvieran a invadir Persia con la intención de controlar la entrada de la ruta de la seda. Las guerras contra turcos y heftalíes hicieron evolucionar los ejércitos sasánidas, y al vencerlos, el imperio se hizo extraordinariamente poderoso.

Se acercaba el fin de la dinastía. Cosroes II subió al trono en el 603, tras arrebatarle el trono a Bahran Chobin con el apoyo de los bizantinos. Durante los siguientes veinticinco años, Corroes II traicionaría a sus antiguos aliados, y aprovechando la guerra civil que carcomía al imperio bizantino, se lanzó a una guerra terrible contra ellos, una guerra en la que degeneró en rivalidades entre el rey persa y sus generales. Los bizantinos, que estuvieron a punto de caer, se recuperaron, y su general Heracles expulsó a los persas. Durante la guerra, la monarquía persa perdió muchos y grandes guerreros, y otros contingentes, fieles a sus generales, desertaron cuando éstos cayeron en desgracia frente al rey sasánida. De este modo, las fronteras occidental y sur del imperio quedaron desprotegidas.

En el 622 se produce el inicio de la era islámica. La expansión arábiga coincidió con el momento de mayor debilidad del imperio, y superion hacer sangre. El último rey sasánida, Yazdegird III, fue asesinado por sus propios hombres en el 653, luchando contra los árabes. Así, éstos vencieron a los sasánidas, y su imperio quedó dentro del califato Ummayad (los Omeyas de toda la vida, vamos). Por supuesto, no desapareció. Más bien, fue el califato el que absorbió lo mejor del imperio sasánida, su esplendor, sus tácticas militares, su opulencia… Esa aura exótica y esplendorosa que evocamos al imaginar la gloria de los califas omeyas de Oriente fue tomada de la dinastía sasánida. Incluso el nombre de “Visir”, el primer ministro de los reyes, y que siempre asociamos a los califas musulmanes, era un término persa. El componente iranio del califato se hizo patente en siglos posteriores. Por supuesto, la esplendorosa Persia islámica (leer “El Médico”, de Noah Gordon) retuvo muchas características de la época sasánida, la era de la gloria irania.

Durante la era sasánida, la vida se organizaba en cuatro estamentos: nobles, sacerdotes, funcionarios y el pueblo llano. La sociedad sasánida tenía características claramente feudales, heredadas de la era de los partos. El imperio estaba divido en provincias gobernados por los nobles, de manera bastante independiente de la corona, al menos inicialmente. Este equilibrio cambiaría con Cosroes I, como hemos visto. Sin embargo, este feudalismo no derivó en un empobrecimiento de la población. Desde Shapur I, los persas iniciaron crearon una intensa vida urbana. Las ciudades, concebidas desde una perspectiva heredada de la era helenística, crecieron, y se realizaron grandes obras de ingeniería para su desarrollo: saneamiento, abastecimiento de agua, regadíos. Además, los reyes sasánidas lograron crear un conjunto de leyes que favorecieron la creación de una extensa red comercial, y el dinero entraba en el imperio a raudales: comercio de seda, de manufacturas, de arte. Los nobles y hombres adinerados de las ciudades, además, eran una fuente de demanda continua de bienes y servicios, y su vida era altamente sofisticada. El ajedrez, tomado de la India, evolucionó en Persia. Muchos de nuestros términos ajedrecísticos actuales proceden del persa. También inventaron el polo, como entrenamiento para la caballería noble. Y por supuesto, las mujeres nobles jugaban y luchaban a caballo, como los hombres.

Las artes también prosperaron en la sociedad persa: el flujo del comercio de la seda permitió la creación de avanzados talleres textiles. Se crearon maravillosos tejidos y estampados. Se trabajó el vidrio de manera exquisita. Nos han quedado también maravillosos y grandiosos relieves en paredes de roca, conmemorando las victorias de los reyes sasánidas sobre sus enemigos romanos, bizantinos y nómadas.
Pero sobre todo, hay que destacar los artesanos del metal de la era sasánida. Los herreros persas refinaron su arte hasta límites increíbles. Las armas y armaduras que la caballería sasánida eran auténticas obras de arte. Aunque fueron evolucionando a través del tiempo, estaban un paso por delante en todas las técnicas. Los catafractos persas llevaban complejas armaduras lamelares y laminares. Hechas con láminas de metal unidas a una vestimenta de cuero, no era un diseño nuevo. Sin embargo, los persas las perfeccionaron, sobre todo combinando láminas de distinto tamaño según la zona del cuerpo que protegieran, aumentando la movilidad que permitían este tipo de armaduras. Los caballos llevaban bardas igualmente elaboradas. Al principio, su barda era completa. En la época de Cosroes II la armadura había evolucionado, y sólo protegía el frontal del caballo contra disparos de arqueros, aumentando la velocidad de la montura y su maniobrabilidad.
Mención aparte merecen las espadas sasánidas. Inicialmente mantuvieron el diseño de hoja ancha y recta de los partos, con guarda metálica y como redondo, pero el estilo de esgrima sasánida evolucionó y se estilizó enormemente. Las espadas tardías se hicieron más esbeltas y largas, hasta 1,1 m., y las empuñaduras estaban diseñadas para que el índice estuviera más adelantado que el resto de la mano (casi como si tuvieran un “gatillo”), y con un ángulo muy sutil respecto a la hoja, que adelantaba el centro de gravedad de la hoja respecto a la mano. Esto da idea un eficiente estilo de esgrima basado en la acometida frontal caballo y en el corte “de revés” desde la posición elevada de la montura. Además, esta larga espada comenzó a usarse con un sistema de suspensión en dos puntos, lo que permitió que esta larga espada fuera usada por la infantería (para que os hagáis una idea, la espada de Elrond/Arwen que se ve en “El Señor de los Anillos” es de clara inspiración persa, a falta de la muesca para la presa del dedo índice.). Estas espadas no tenían pomo, así que os podéis hacer una idea del exquisito equilibrio que poseían estas armas para no necesitar estos elementos.
En el periodo tardío también evolucionó la armadura del jinete, produciéndose cierto aligeramiento. Se cambió a la cota de malla de anillos, combinada con placas metálicas de protección adicional. Este jinete era capaz de moverse libremente, y por lo tanto, incorporar el arco compuesto a su completa panoplia.

Como ya hemos dicho, el ejército sasánida fue evolucionando con el tiempo, pero siempre se basó en una caballería bien equipada y entrenada, compuesta por nobles. Estos caballeros dejarían su nombre para la Historia. Se llamaban Savaran. Asawira fue como los nombraron los árabes. Este ejército respondía a la necesidad de defender fronteras muy lejanas con tropas relativamente escasas. Fueron estos móviles ejércitos los que permitieron que el imperio se mantuviera y prosperara. Además, en su intento de volver al esplendor aqueménida, los reyes sasánidas crearon incluso un cuerpo de élite de 10.000 savaran denominado Inmortales, por supuesto. Los savaran lucían preciosos ropajes y espléndidos estandartes dinásticos e insignias familiares, que se podían ver tanto en sus ropajes y libreas como en los herrajes y refuerzos de las armaduras.
En el periodo inicial, los ejércitos sasánidas heredaron la estructura y composición de los partos. Predominaba la caballería ligera con arco, compuesta de pueblos partos, corasmios, etc., de estirpe indoeuropea, y luego había un núcleo de catafractos pesados. Las proporciones eran diez a uno a favor de la caballería ligera.
Con los sucesivos enfrentamientos con los romanos, y con la incorporación de éstos de más caballería, los persas comenzaron a reducir la presencia de los arqueros montados de la caballería ligera. Estas tropas se equiparon con una ligera cota de malla y pasaron a ser auxiliares. Entonces se aumentó espectacularmente el número de caballeros savaran de tipo súper-pesado. Estas tropas eran catafractos equipados con pesados contos, armadura completa impenetrable por los arqueros enemigos, y luego espadas, mazas para romper armaduras enemigas, etc. El número de guerreros capaces de equiparse con este caro equipo era muy elevado en el próspero imperio sasánida, de manera que siempre dispusieron de tropas suficientes de este tipo. Además, perfeccionaron las tácticas de carga frontales, siendo capaces de coordinarse y concentrarse en puntos determinados del frente enemigo, o incluso siendo capaces de detenerse y fingir una retirada. Con el tiempo, la lanza pasó de usarse a dos manos a ser empleada con uno sólo, mientras que el otro brazo podía llevar un escudo redondo.
A pesar de ser caballería extremadamente pesada, los sasánidas todavía no empleaban estribos. Usaban una silla con cuatro cuernos y se sostenían con las rodillas.

La guerra en la frontera estaba controlada, pero cuando llegaron los hunos y los turcos por el este, el catafracto comenzó a estar en desventaja. Los hunos habían desarrollado un potente arco que sí podía tumbar a los catafractos. Además, la movilidad de los ligeros arqueros montados esteparios les permitía estar a salvo de las precisas y brutales cargas sasánidas. Fue entonces cuando los savaran evolucionaron a un tipo de caballería acorazada todo-terreno. El aligeramiento de las armaduras y el cambio a la cota de malla con refuerzos les permitió usar el arco compuesto a caballo, dejando la lanza de lado. Capaces de perseguir y trabar combate con la caballería ligera enemiga, la balanza comenzó a inclinarse a su favor. Además, desarrollaron una especie de ballesta de repetición, llamada “panjagan”, que disparaba flechas de cinco en cinco mediante “cargadores” especiales. Esto permitía crear una densa y concentrada lluvia de proyectiles. En esta época, la silla de cuernos se cambió a una que disponía de un arco frontal. Los jinetes, no obstante, seguían siendo capaces de sostenerse en las cargas, lo que da idea de la excelencia de su formación en equitación.
Entre las filas de los ejércitos sasánidas también encontramos otras tropas. Para empezar, llevaban una infantería “pesada”, de tipo lancero, llamada Pagadán, hecha mediante levas. Llevaban un gorro ridículo, un escudo grande parecido al spara y lanzas. No eran muy buenas, pero ejercían importantes funciones en los campamentos y en los asedios, arte en el que los sasánidas, a diferencia de los partos, sí fueron muy muy buenos.
También emplearon arqueros, tanto de tipo hostigador como en formaciones cerradas. Por supuesto, las técnicas de tiro persas permitían una mayor cadencia de disparo. Los arqueros sostenían tres flechas en la mano del arco y eran capaces de lanzarlas a gran velocidad.
Los sasánidas retomaron, para terror de los romanos, que no veían elefantes desde las campañas contra los seleúcidas, casi tres siglos antes, el uso de los paquidermos en combate, equipados con torres y arqueros. Además, mejoraron las tácticas de lucha con estos animales.
Además, dispusieron de una infantería de élite, los montañeses Dailami. Eran tropas de infantería media, equipadas con arcos, espadas largas, lanzas y escudo. Los dailami eran terriblemente feroces, y causaban auténtico pavor (algo así como nuestros almogávares, vamos).

La lista de DBA para los sasánidas es la II/69. En este caso debo aclarar algunas cosas. Mientras me documentaba para el artículo, estuve estudianto las listas sasánidas en DBM y FOG, e incluso consulté en el foro de Slitherine, consiguiendo una respuesta de Bodley Scott que os transmitiré.
Resulta que la lista de DBA actual (y la de DBM, y la de prueba de FoG) sólo refleja los ejércitos sasánidas desde el siglo V, tras los conflictos con los heftalíes. Como veréis, hay un claro predominio de tropas Cv, con muy pocos Kn tipo catafractos, mientras que claramente se ve que eran las tropas que predominaban en la era inicial sasánida. Incluso las miniaturas que hay por ahí están equipadas con grandes lanzas. Bueno, por si os interesa, la lista sasánida de FoG va a incorporar las opciones de los periodos iniciales, siendo ésta una de las listas que más va a cambiar desde la fase Beta-Test hasta su forma definitiva. Todo esto se debe a que el estudio de la era sasánida ha avanzado mucho en los últimos años.
En fin, vamos “al turrón”. La lista tiene entre cinco y ocho elementos de Cv, los savaran, siendo uno de ellos el general. Luego hay dos peanas de Hd que representan a los mediocres Pagadán; una de LH, que representa a los arqueros montados con armadura ligera sasánidas, y una peana de Ps, los arqueros persas. Por último, hay tres peanas que son opcionales con la Cv savaran. A saber: una peana de elefantes, una peana de Ax, que representa a los feroces Dailami y una peana de catafractos, que, en el periodo que cubre la lista, representa más bien a la caballería pesada armenia, aliada de los sasánidas. No olvidemos que hemos dicho que en este momento, los savaran ya no eran catafractos, sino una caballería acorazada polivalente.

Donnintong, Old Glory y Essex tienen miniaturas para representar estos ejércitos. No he visto las de Donnintong y Old Glory, pero las de Essex están bastante bien.

Nota: Las miniaturas que ilustran estas líneas forman parte de un trabajo comisionado de Raúl, unos sásanidas que mezclan miniaturas de Essex y Miniature Wars.