Los Pueblos del Mar: la primera Edad Oscura

jueves, 20 de septiembre de 2007

Alrededor del año 1200 a.d.C., tras la caída de Troya, todos los registros de las civilizaciones principales de la Edad de Bronce, a excepción de los egipcios, desaparecieron súbitamente. Micénicos, hititas, el reino Mitani, Ugarit… En no más de una generación de hombres simplemente parecieron evaporarse del Mediterráneo y Asia Menor. De repente, los ricos asentamientos mediterráneos, las populosas ciudades, fueron abandonadas, y una población drásticamente menguada decidió buscar nuevos asentamientos en las montañas de las islas, en lugares accesibles desde el interior, pero terriblemente inaccesibles viniendo desde el mar, y fácilmente defendibles por un puñado de hombres.

Durante años, este cambio en los registros arqueológicos fue un misterio, hasta que se puso en relación con los textos tallados en las paredes del templo egipcio de Medinet Habu. En él, se encontraron una serie de bajorrelieves y textos conmemorativos, que contaban una terrible historia. En ellos se vieron representados unos extraños guerreros con exóticos cascos y armaduras, escudos redondos y pequeños y largas espadas, demasiado largas para ser de bronce. Estos guerreros atacaron Egipto desde Libia, aliándose con ellos, y desde el mar, pero ya habían pasado por toda la costa de las islas griegas, Asia Menor y Siria, y parecía que habían ido destruyendo todo a su paso. Estos guerreros, en realidad una confederación de tribus, enumeradas en los textos de Medinet Habu, fueron bautizadas por el único pueblo que resistió su poderoso embate, aunque a duras penas. Fueron llamados los Pueblos del Mar.

En realidad sabemos muy poco de estas tribus, salvo que establecieron una coalición temporal. Entre las tribus encontramos los Sherden, los Lukka, los Peleset, etc. En algunas fuentes he encontrado unidas también los dorios, que invadieron Grecia por esta época, llegando hasta el Peloponeso (los espartanos de la época clásica eran estos dorios invasores), pero los dorios recorrieron otra ruta, quedándose como decía en el Peloponeso y algunas islas cercanas. Pues bien, los pueblos del mar surgieron, aparentemente, de algún lugar de Anatolia, y no se sabe si fueron los causantes o bien la consecuencia de la caía de los pueblos hititas y el reino de Troya. En algún momento aprendieron, al parecer de los propios hititas, la metalurgia del hierro, que exigía más calor que la del bronce. Con estos conocimientos, los pueblos del mar se equiparon de una manera para la el resto de civilizaciones no estaba preparada. En efecto, la guerra típica de la época se luchaba básicamente sobre carros ligeros, con apoyo de infantería poco entrenada. Las tácticas de los pueblos del mar, si bien incluían cierto número de carros, se basó en un soldado de infantería bien equipado con armadura de cuero, cascos con cuernos o un llamativo tocado de cuero vuelto hacia arriba, escudos redondos, dos jabalinas y espadas largas de acero. Este tipo de tropa tenía cierta libertad de movimientos para absorber las cargas de los carros, y al mismo tiempo, una potencia en combate cerrado que las armas de bronce no podían batir. El bronce simplemente se quebraba si era golpeado por las armas de acero. Con el carro trabado en combate, el auriga, siempre fuertemente acorazado pero sin libertad de movimientos, era presa fácil de estos guerreros.

Una vez establecida la coalición, las tribus se pusieron en marcha llevando todas sus pertenencias y familias con ellos, en grandes carromatos tirados por bueyes, buscando nuevos territorios donde asentarse. Por lo tanto, los grandes ejércitos basados en carros fueron vencidos con facilidad. Además, los pueblos del mar destruyeron importantes ciudades, y se piensa que desarrollaron una tecnología verdaderamente avanzada en los asedios. En un momento dado, se echaron al mar y avanzaron de isla en isla, destruyendo ciudades y palacios. Se piensa que en Creta establecieron una pequeña ciudad, una vez que los pobladores micénicos se refugiaron en las montañas de la isla. Como testimonio del terror que llegaron a causar, debe citarse el texto encontrado en una tablilla de arcilla, escrito por un joven rey de Ugarit, pidiendo ayuda a su padre: “Padre mío, siete naves han sido avistadas, y ya han causado grave daño a los míos. Os ruego me asistáis en esta hora funesta”. La tablilla se encontró en un horno de arcilla donde se cocía, y de donde no llegó a salir, ya que el palacio fue destruido en un ataque de los pueblos del mar antes de que el mensaje pudiera ser enviado. Mientras, en Egipto, un joven y valiente rey llamado Ramsés III comenzaba a escuchar preocupantes noticias.

Poco a poco se perdía contacto con las antiguas ciudades y civilizaciones micénicas, hititas. Los enclaves comerciales desaparecían, y había rumores: rumores de unos temibles y extraños guerreros que destruían todo a su paso. Rumores de unas tribus extranjeras, embajadoras de una nueva época de oscuridad. Y Ramsés supo prever que tarde o temprano, su propio pueblo se vería sometido a una dura prueba, porque la ruta llevada hasta entonces por las tribus las acabaría llevando hasta Egipto. El primer contacto con dichos pueblos fue con la tribu de los Sherden. Éstos se adelantaron al resto de las tribus y navegaron hasta Libia, donde fueron contratados como mercenarios en el ejército libio para atacar Egipto, en el 1179 a.d.C. Ramsés III reunió el mayor ejército que pudo, y les presentó batalla con lo que tenía. Los libios habían sido vencidos anteriormente, pero los Sherden inflingieron un duro castigo a los egipcios. Sin embargo, los números se impusieron, y, aunque con grandes bajas, Ramsés ganó la batalla. Pero supo que frente a un número mayor de enemigos, estaría perdido. Aquel extraño metal de sus espadas simplemente era demasiado para sus tropas. El faraón, no obstante, no se amilanó, y, previendo una futura invasión por mar, se preparó para elegir él su mejor campo de batalla. La decisión de Ramsés fue crucial. Sabía que en batalla campal estaría perdido, pero para que se produjera dicha batalla, los pueblos del mar debían desembarcar. Y Egipto tenía muchos barcos. Finalmente, la batalla tuvo lugar en el 1176 a.d.C.

En mi opinión, la batalla contra los pueblos del mar en la desembocadura del Nilo fue el épico fin de una edad. Fue una batalla desesperada en la que la última gran civilización mediterránea se jugó su existencia y su historia. No debemos olvidar, que, por ejemplo, la caída de los hititas fue tan brutal que no se encontraron restos de ellos hasta el siglo XX. Las patrullas marítimas egipcias avistaron la gran flota de los pueblos del mar y dieron la voz de alarma. El resto de la flota egipcia navegó con presteza por entre los múltiples canales de las bocas del Nilo. Los pueblos del mar no era navegantes expertos, y la guerra marítima les era ajena. Siendo navegantes más experimentados, a los egipcios no les fue difícil maniobrar entre sus naves y comenzar a lanzar andanada tras andanada de flechas con sus excelentes arqueros embarcados para diezmar a las tripulaciones enemigas antes de que tocaran tierra. El ataque fue tan furioso y cogió a los pueblos del mar tan de improviso que sus barcos se fueron quedando aislados rodeados de enemigos, y pocos llegaron a desembarcar. Ramsés III eligió correctamente el terreno de la batalla y triunfó.

En las escenas del temblo de Medinet Habu se ve a los soldados enemigos saltar al agua atravesados con flechas, o hundirse con sus barcos y su equipo. Los pocos que llegaban a la orilla eran rápidamente capturados. La derrota fue tan total que la coalición de tribus desapareció, y la amenaza de los pueblos del mar se extinguió para siempre, ahogada en la mezcla de agua, sedimentos y sangre de las bocas del Nilo. Egipto esclavizó y utilizó a los soldados capturados como guardianes para sus fronteras. Así, los Peleset, por ejemplo, fueron asentados en Palestina. Algunos años después, con Egipto en plena crisis, se independizaron establecieron un reino propio, que tal vez os suene más: se les llamó filisteos, los de la Biblia.

Aunque la amenaza despareció, el mundo ya había cambiado. Las civilizaciones de los palacios, es decir, micénicos e hititas, así como Ugarit, desaparecieron. En efecto, el palacio era en centro de la vida y del gobierno. Con los palacios destruidos, los reinos de desarticularon. Aunque surgieron nuevos reinos, fueron pequeños y en cierta medida miserables comparados con los anteriores. Además, se habían perdido muchos conocimientos, y comenzó por lo tanto una primera Época Oscura, que duraría hasta el siglo VII a.d.C., con el resurgir de las polis griegas y las grandes civilizaciones de oriente (medos, asirios y posteriormente, persas). Por otro lado, la guerra también cambió, comenzando a evolucionar hacia una guerra en la que predominaba el soldado de infantería sobre la lucha desde carros, que quedó prácticamente abandonada. Por otro lado, la tecnología del acero comenzó a extenderse, eliminando a las antiguas armas de bronce.

La lista de DBA que representa a los pueblos del mar es la I/28. En ella se ve el general, que puede ir en carro o a pie, como Bd (soldados preparados para luchar con armas de mano y escudos). Tened en cuenta que un general Bd lucha con un +6/+4, ya que suma +1 al resultado del combate. Es un auténtico carnicero. Luego hay ocho elementos más de Bd. Es decir, de 12 peanas, 9 pueden ser Bd, que son la infantería más bestia del juego. Luego hay una opción para meter auxiliares o psilois. Este ejército se considera uno de los más duros de pelar de DBA. Contra infantería no tienen rival, y contra caballería, pueden disponer de algunos psilois que apoyen a los Bd frente a dichas tropas montadas. En dicha lista podemos ver a los enemigos que hemos nombrado en este artículo: I/26, micénicos tardios; I/24, Imperio Hititia; I/22, Nuevo imperio Egipcio (el de Ramsés III), y I/20, tropas sirio cananitas y ugaríticas. Todos estos fueron los ejércitos contra los que lucharon los pueblos del mar. Se pueden encontrar minis para este ejército en los catálogos de Venexia miniaturas y Magister Militum, que yo sepa. Las de Magister militum son bonitas. Las otras, a mí no me parecen malas, pero he leído a gente que las tiene y dicen que son algo feas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los pueblos del mar no utilizaban armas de Acero eran de Hierro.
Por favor deben corregir el documento.
Gracias....

Anónimo dijo...

Según he oído, no es que el hierro sea mucho más resistente que el bronce, es que es mucho más abundante que el estaño, por ello quienes conocían el hierro podían hacer muchas más armas.