Batalla por Delfos

lunes, 17 de septiembre de 2007

Corre el año 279 a.C. y toda Grecia contiene el aliento.
El año pasado los celtas asentados en la zona de los Balcanes han sometido a los panonios y los dárdanos y han matado en batalla a dos reyes macedonios: Ptolomeo Keraunos y, más tarde, el héroe Sóstenes.
No contentos con estas hazañas han continuado su implacable avance derrotando a los tracios, los getas y los tribalos.

Los griegos toman conciencia de la terrible amenaza que se cierne sobre ellos y se preparan para detener al invasor, una vez más, en el legendario paso de las Termópilas. Allí se reúne una alianza de Beocia, Focidia, Megara, Etolia y Atenas junto a contingentes mercenarios macedonios y seleucidas. Los helenos, apoyados desde el mar por la flota ateniense, actúan con heroísmo y consiguen poner en desbandada a los celtas. Ante esta situación Breno, el general celta, pretende repetir la artimaña de rodear a las tropas griegas a través de un paso de montaña pero, en esta ocasión, los helenos se han cubierto las espaldas poniendo en guardia una guarnición de 500 hombres bajo el mando del seleucida Telesarco que consigue frustar los planes de los invasores, aunque el propio Telesarco fallece en la escaramuza luchando con bravura.

Escamado con la inquebrantable situación Breno decide enviar un poderoso contingente para atacar a la Liga Etolia, con la esperanza de que estos retiren sus tropas de la alianza para defender sus propios territorios.
El plan tiene éxito en un primer momento, las tropas celtas arrasan la región cometiendo horribles crímenes y destrozos, pero las fuerzas etolias consiguen regresar y enfrentarse al invasor con éxito. Los celtas se repliegan a sus posiciones iniciales pero la población etolia, llena de odio a causa de las atrocidades cometidas por los invasores, atacan masivamente a los hombres en retirada diezmándolos y obligándolos a huir a la desesperada.

Al mismo tiempo que esto sucedía Breno vuelve a intentar la treta de rodear a los griegos de las Termópilas aprovechando una densa niebla. Esta vez el plan tiene más éxito y consiguen desbordar a un pequeño contingente focidio. Superados ampliamente en número los hombres de Focidia, tras una desesperada defensa, no tienen otra opción que descender a la carrera y avisar a los aliados de lo que se les viene encima. Por fortuna la flota ateniense consigue embarcar a los hombres a tiempo pero ahora, asustados con lo alarmante de la situación, cada contingente pide ser devuelto a su polis para ocuparse de su propia defensa.

Frustrado por la huida de los griegos Breno decide aprovechar la situación y dirigir a sus hombres contra el santuario de Delfos, rebosante de riquezas aportadas durante siglos por las polis helenas y, últimamente, por los diádocos europeos y asiáticos. La perspectiva debía ser indescriptiblemente seductora para los bárbaros y no se lo piensan dos veces.
Los focidios se dan cuenta de que la situación es ahora realmente desesperada y reunen cuantas tropas pueden para la protección del santuario. Allí llegaron hombres de todas las polis de la liga encontrándose con unos cuantos etolios y unos 400 hoplitas de Amphisa.

Cuando contaron sus efectivos una desagradable sensación debió extenderse entre los griegos; había allí alrededor de 40.000 hombres de la liga viendo acercarse a unos 100.000 celtas entre infantes y jinetes. Pero entonces sucedió el milagro.
Era un crudo invierno, las laderas del monte estaban cubiertas de nieve, soplaba un fuerte viento y amenazaba tormenta cuando, de pronto, se desencadenó un pequeño terremoto al mismo tiempo que una fuerte tormenta eléctrica se desataba sobre Delfos. Los celtas detuvieron su avance asustados... estaba sucediendo lo único que temían: ¡el cielo se caía sobre sus cabezas!
Por su parte, los griegos también interpretaron rápidamente el prodigio: ¡los dioses se ponían de su parte, Apolo defendía su templo y Zeus lanzaba sus rayos sobre los invasores!
La convergencia de ambas interpretaciones dio lugar a una situación asombrosa: los celtas se retiraban horrorizados ante la mayor de sus pesadillas mientras los griegos se lanzaban montaña abajo henchidos de fe y arrojo realizando actos de increíble heroísmo.
Por aquel entonces Filomelo y 1.500 refuerzos etolios llegaban a tiempo para presenciar aquel asombroso espectáculo no pudiendo hacer más que quedarse fascinados ante la épica escena que tenía lugar ante ellos.

Los celtas, más mal que bien, consiguieron replegarse hasta su campamento pero, al llegar la mañana, la situación se les había vuelto totalmente en contra. Ahora estaban rodeados por los exultantes defensores de Delfos y por las tropas ligeras que ocupaban el monte Parnaso.
A un tiempo las tropas del santuario cargaron contra ellos mientras los peltastas y psilois de su retaguardia los castigaban terriblemente con proyectiles de todo tipo. Los celtas intentaron presentar una defensa pero, tras resultar herido el propio Breno en combate, se batieron en una huida caótica mientras los etolios los cazaban como animales. Sólo la noche salvó a los invasores de la total aniquilación.

Inspiradas por los gloriosos hechos acontecidos todas las polis griegas enviaron cuantas tropas pudieron para enfrentarse a los hombres de Breno que, junto a las fuerzas de otro chieftain celta de nombre Acicorio, abandonaban a toda prisa sus posiciones en Heraclea y se disponían a cruzar el Esperqueo. Cual sería su sorpresa al descubrir que melios y tesalios defendían la otra orilla. La batalla fue una auténtica masacre y tan solo unos cuantos lograron sobrevivir.

Años más tarde, lo que quedaba de la población celta en la región de Peonia se dividió y, mientras unos se asentaban en Tracia y otros cuantos conseguían regresar hasta la Galia, una parte de ellos cruzaron a Asía, se adentraron en Anatolia y fundaron un reino llamado Galatia. Aquellos hombres vivieron allí durante largos años, realizaron hazañas asombrosas y llegaron a servir como mercenarios en el lejano Egipto de los Ptolomeos, pero eso ya es otra historia...


La Batalla de Delfos en DBA

Orden de Batalla
- II/5 (f) Hoplitas Griegos Tardíos. Focenses.
- II/31 (a) Gálatas.

Terreno
Para simular la escabrosa región de Delfos deberán situarse tres colinas en el campo de batalla. Esos serán los únicos elementos de escenografía ocupando cada una un cuadrante hasta tener tres cubiertos (el cuadrante libre representará la llanura hacia la Argólida). Una de esas colinas será escarpada, deberá situarse un templo sobre ella y será el campamento griego. Los celtas deberán tener una colina detrás de su propio campamento.

Despliegue
Los celtas despliegan en un segmento de formado por una superficie rectangular de 600 y 800 pasos desde su borde del tablero, con una colina a sus espaldas.
Los griegos despliegan con normalidad en la zona de la colina escarpada con el templo, que será su campamento. Pero, además, pueden situar hasta dos elementos de psiloi o auxilia en la colina tras los celtas.

Reglas Especiales
Los griegos piensan que los dioses luchan a su lado, cualquier resultado de "huida" se sustituirá por un "retroceso".
Los celtas creen que el cielo se cae sobre sus cabezas, cualquier tropa que que se vea forzada a "huir" deberá retirarse y considerarse una baja más, ya que estos hombres habrán escapado como puedan del campo de batalla.

2 comentarios:

Endakil dijo...

Las fotografías de las miniaturas son de un carácter meramente artístico; no representan la situación real de la distribución de la escenografía, ni el despliegue de las tropas.

No asustarse. 'njoy ;)

Igcaspe dijo...

Creo que tengo alguna foto buena tanto del valle de Delfos como del templo. Si quieres colocarla para que se vea como es el lugar realmente, avisa y te lo envio