Hijos de las llanuras I. Los escitas.

jueves, 30 de agosto de 2007

Saludos. Inauguramos una nueva serie sobre los pueblos de las llanuras y las estepas. Porque es un hecho que algunos de los mayores cambios en la Historia se forjaron en los infinitos páramos del centro y este de Europa, y centro y norte de Asia.
Nuestra primera edición tratará de los escitas, un pueblo que dejó una profunda huella en la Historia. Hasta casi mil años después de haber desaparecido, la región que ocuparon siguió llamándose Escitia, por ejemplo.

Los escitas eran un pueblo ario procedente de las llanuras de Asia. Irrumpieron violentamente en las crónicas en el siglo VII a.d.C. Como pueblo se organizaban en tribus dirigidas por reyes, auténticos y legendarios soberanos de las llanuras. Dice Herodoto que los maságetas presionaron a los escitas hacia el oeste, y éstos a su vez, desplazaron a otra tribu cuyo nombre seguro que nos pone los pelos de punta: los cimerios. En otras fuentes he encontrado a los maságetas listados entre las tribus escitas. En la descripción de Herodoto, también distingue entre “escitas” y otras tribus que hablaban y vestían como los escitas. Lo que no sé es por qué las diferencia, entonces. Por las máscaras funerarias se sabe que su aspecto no debía diferir mucho del europeo medio.
Los escitas eran grandes jinetes, y en la guerra, eran temibles arqueros a caballo. El arco escita, más bien pequeño para poder ser utilizado cómodamente a caballo, compuesto de madera, hueso y tendones de animales, recurvo, era un arma formidable. Los jinetes, además, portaban un característico carcaj llamado “gorytos”, que contenía tanto las flechas como el pequeño pero potente arco. Además, los nobles escitas formaban una élite de caballería, con mejores armaduras y ciertas piezas precursoras de futuras bardas de caballería. Se equipaban con lanzas, jabalinas, hachas “sagaris” (que fue adoptada por muchos persas y luego por los macedonios) y escudos, y con el tiempo fueron desarrollando tácticas de choque, aunque nunca abandonaron los arcos como arma. La armadura típica escita consistía en un corselete de cuero con piezas de hierro para los arqueros a caballo. Además, los escitas desarrollaron las primeras cotas de escamas de hierro o bronce cosidas solapadamente sobre los corseletes de cuero. Como yelmos, tenían tanto yelmos de láminas de bronce como sus tradicionales gorros de fieltro picudos (gorros frigios, similares a los de los tracios, por ejemplo), reforzados con escamas metálicas. También solían adornarse con abundante orfebrería, tanto ellos como sus monturas.
Las espadas escitas medían unos 70 cm. de largo en total, y fueron evolucionando con el tiempo: de una hoja recta de dos filos se fue cambiando a una hoja en forma de triángulo isósceles, de un solo filo. Las empuñaduras y las hojas estaban profusamente decoradas. Algunas eran auténticas obras de arte.
Posteriormente, algunas tribus escitas se asentaron y se volvieron agricultores alrededor del Mar Negro. Estas tribus redujeron su caballería y comenzaron a aportar infantería competente, básicamente arqueros y tropas auxiliares.
La cultura escita estaba muy ligada a la guerra. Aunque rendían culto a “Zeus” y “Hera” (sus equivalentes escitas, quiero decir), su culto principal era al dios de la Guerra. Por la llanura erigían terribles y misteriosos altares: amontonaban matorrales secos haciendo una precaria plataforma elevada de planta cuadrada de varias decenas de metros de lado, y en su centro, clavaban una espada. Cuando cogían prisioneros, uno de cada cien era degollado y su sangre se vertía a la espada, y luego se le despedazaba y se arrojaban sus miembros por ahí.
Cuando un escita mataba a su primer enemigo, debía beber su sangre. Como trofeos tomaban cabelleras y caras de sus enemigos. Herodoto describe con detalle los cortes que practicaba los escitas en la piel detrás de las orejas para sacar el pellejo de la cara de una sola pieza. Luego, estos sangrientos trofeos los colgaban de sus sillas. Las miniaturas de Chariot (Magíster Millitum) tienen dos pequeños trofeos de estos acertadamente representados. Los cráneos de sus enemigos muertos eran vaciados, y una vez retirada la “tapa”, servían de macabras copas para el vino.
Cultivaban cáñamo (cannabis) para hacer sus ropas, que, según Herodoto, no se diferenciaba apenas del lino. Además, con sus semillas, quemadas en saunas, se daban baños de humo que, según el autor de Halicarnaso, “les hacía proferir exclamaciones de placer”. No se lavaban de otra manera. Y para vestir, teñían sus ropas y portaban abalorios. Sus escudos se decoraban con estilizados motivos de ciervos y otros animales de las llanuras.
Cuando un rey escita moría, era vaciado y rellenado de incienso y especias, y embalsamado de esta guisa, se hacía una gran fosa y se le enterraba con sus armas y luego se tapaban, haciendo montículos de barro. Además, hasta cincuenta de sus sirvientes eran estrangulados junto a sus caballos. Luego se vaciaban sus tripas y se rellenaban con paja, y se les empalaba a soportes, de manera que quedaban como “guardianes” de ultratumba alrededor del túmulo de su rey.
Las mujeres solían luchar junto a los hombres, y no era infrecuente que hubiera reinas guerreras entre los escitas (en el artículo de los persas leíamos que Ciro el Grande fue derrotado y muerto por la reina de los maságetas). En un sistema táctico que no dependía de la fuerza física propia, sino más bien de la maestría como jinetes, todos los miembros de las tribus, acostumbrados a disparar el arco desde pequeños, eran útiles.
El caso es que los cimerios ocupaban las praderas situadas al norte del Mar Negro. También era un pueblo organizado en tribus, de economía ganadera, y eran grandes jinetes. No he encontrado mucha más información sobre ellos, pero Herodoto sí dice que en su época, podían verse murallas cimerias en las tierras de los escitas, lo que parece indicar que tenían algunos asentamientos estables.
Pues bien, en el siglo VII a.d.C. los escitas eran empujados hacia el oeste, y los cimerios decidieron poner tierra de por medio, y se largaron hacia el oeste de Asia, conquistando Urartu. Los escitas, en su persecución erraron el camino y penetraron en Media, por entonces gobernada por Ciaxares, abuelo del futuro Ciro el Grande. Los escitas vencieron a todos los ejércitos que marcharon contra ellos. Dominando la política de Media, marcharon junto a sus ejércitos contra los asirios, destruyendo su civilización, y llegaron a saquear Nínive. Luego siguieron hacia Egipto, y sólo tras arduas negociaciones y un enorme tributo, el faraón Samético I los convenció para que dieran media vuelta.
Durante veintiocho años, Oriente fue un caos. Los escitas impusieron tributos, pero luego no dudaban en saquear a los mismos tributarios. Iban y venían a su antojo y finalmente, Ciaxares tuvo que recurrir a una trampa mortal durante un banquete para eliminar de un golpe de mano a los principales dirigentes. Los escitas se marcharon de nuevo a la misteriosa estepa, y esto dio pie al principio del dominio medo. Herodoto cuenta que cuando los escitas regresaron sus casas, sus mujeres habían tenido hijos con los esclavos, y éstos mostraron resistencia mientras los escitas los atacaron con armas. Pero entonces, uno de los nobles decidió tratarlos como lo que eran, esclavos, y, desmontando, cogió el látigo y caminó decididamente hacia ellos, y éstos huyeron o se arrodillaron pidiendo clemencia. Luego, las tribus desaparecieron en la llanura.

Tres generaciones más tarde, Darío I, una vez expandido el imperio persa por Asia, planeó la invasión del país de los escitas entrando desde Europa, lo que exigía cruzar el Danubio. Los jonios hicieron un puente de barcos para Darío, y el ejército persa entró en las llanuras. Los reyes escitas sabían que no podrían vencerles, así que se unieron y se dedicaron a hacer marchar a Darío tras ellos, siempre a un día de viaje por delante, hacia el interior de la estepa. Atrajeron a Darío hasta territorio de tribus reticentes a aliarse con los escitas, para forzarles a que lo hicieran, y todo funcionó.
Tras varios meses, los escitas por fin formaron para la batalla frente al cansado y desmoralizado ejército de Darío. Entonces, dice Herodoto que apareció una liebre y algunos jinetes escitas desmontaron para correr despreocupadamente como niños tras la liebre. Darío se convenció de que no se podía vencer a gente así, de modo que dio la vuelta. Los escitas, como conocían mejor su territorio, se adelantaron hasta el puente sobre el Danubio, e intentaron convencer a los jonios para que se largaran. Éstos fingieron hacerles caso y se escondieron en la orilla sur. Cuando Darío llegó con sus famélicas tropas al río, se le cayó el alma a los pies, pero entonces, un griego de potente voz les gritó desde la otra orilla, y los persas respondieron. Esto era una verdadera proeza, porque por la zona donde cruzaron, el Danubio tiene varios kilómetros de ancho. (Si no habéis visto del Danubio no podréis entender lo que es un WW. Eso sí que es un río).
Muchos escitas entraron en contacto con los griegos, y sirvieron de mercenarios. En la lista de hoplitas tempranos atenienses hay una opción de 4Bw que representan los arqueros mercenarios de Pisístrato, tirano de Atenas, por ejemplo.

Después de la campaña persa, pareció que los escitas se agitaban como si hubieran movido un avispero. Se envalentonaron y comenzaron una larga serie de ataques y pequeñas invasiones sobre Tracia a lo largo de los dos siglos siguientes, llegando hasta el Quersoneso. Tras las guerras médicas, se aliaron con el rey espartano Cleómenes para invadir el imperio persa, aunque sus planes no llegaron a fructificar. Y a mediados del siglo IV a.d.C., cuando Macedonia comenzaba a surgir con fuerza bajo el mando de Filipo II, el interés sobre Tracia hizo que Macedonia y los escitas se enfrentaran en una gran batalla, dirigidos por un legendario rey de las llanuras: Ateas, el de larga vida. Murió con noventa años luchando al frente de sus jinetes, vencido por los macedonios. Esto comenzó una lenta decadencia de los escitas, aunque sólo nueve años más tarde, un jovencísimo Alejandro Magno envió una expedición de 30.000 soldados contra un aliado de los escitas, Olbia. Los escitas no desaprovecharon la oportunidad de renovar la vajilla, y ninguno de los macedonios regreso jamás de las llanuras.Intentaron no obstante, mantener cierta influencia en la zona del Bósforo, llegando incluso a participar en guerras civiles de dichos reinos entre los herederos.

Después, aparecieron los sármatas, que vinieron del este, y paulatinamente fueron ganando terreno a los escitas. Éstos se fueron debilitando y desapareciendo en las llanuras ante la presión sármata

La lista que representa a los escitas es la I/43. La misma lista nos sirve para muchos grupos tribales emparentados: cimerios, Hu, getas, maságetas,etc. Como era de esperar, su agresividad es altísima, con un valor de 4.
Las listas se componen básicamente de arqueros a caballo, es decir, LH. Los generales son los nobles, y, como decíamos poseen más equipo para el combate cercano, por lo que son Cv en la primera variante, y Kn en el último periodo escita, el tardío. Además, siempre hay opciones para meter hasta tres peanas de infantería, representando éstas a los escitas asentados en las tierras fértiles del mar Negro, que aprendieron a luchara pie: se trata de 2 peanas de psilois (arqueros a pie) y una peana bien de Aux o bien de Hd.
Casi todas las marcas tienen arqueros escitas a caballo dentro de la gama helenística, persa o macedonia. Magíster Millitum tiene buenos arqueros. Essex tiene la gama completa de escitas (infantería y caballería) dentro de la gama de macedonios. Xyston tiene también miniaturas para toda la gama con más o menos ajuste: Skytian horse archer para las Lh. Persian colonist cavalry para las Cv o Kn de los generales, aunque están preparando minis de nobles maságetas, que nos también nos valdrán perfectamente. Para los psilois podemos usar los Elymaian archers, y para Aux o bien Hd, podemos usar las Persian levies in eastern dress, con escudos “peltas” y lanzas, por ejemplo.

A campo abierto son un ejército terrible. Aunque la Lh no tiene factores elevados en el combate, sí ganan de mano en el apartado táctico. Extremadamente rápido, el ejército escita debe aprovechar su movilidad para aislar partes duras del ejército enemigo y eliminar mientras a las más débiles, o bien asaltar campamentos, o rodear por la espalda, etc. En terreno difícil pueden tener dificultades, pero tienen la opción de meter psilois y Aux, si se prevé terreno difícil.

2 comentarios:

caliban66 dijo...

Corrijo: los escitas eran arios, no cauc�sicos. Su lengua estaba emparentada con la de los persas. Por otro lado, a�ado que de Xyston, los Nothern Thracian Nobles encajan mejor como generales escitas sobre todo si van a ser Kn, como en la opci�n C.

Anónimo dijo...

Muy buen artículo, de las pocas informaciones que pueden encontrarse sobre los escitas en español en la red. Precisamente estoy organizando un ejército escita a base de miniaturas de Xyston más o menos conversionadas, y tu artículo me ha dado algunas ideas.

Lo dicho, enhorabuena :)